Elementos pendientes para la transformación de la calidad de la educación en Colombia

 (Este texto resumen un trabajo reciente que escribimos con Felipe Barrera y Catherine Rodríguez*)

En la economía de la educación hay pocos consensos, uno de esos es que la calidad de la educación importa. Este consenso se refleja en la gran cantidad de artículos recientes que estudian políticas educativas y miden su impacto usando resultados en pruebas estandarizadas.

Hasta hace poco, en Colombia los esfuerzos más importantes en el área de la educación eran en cobertura; lo que se quería era mejorar las condiciones de acceso a la educación. Hay buenas razones para esto: un esquema de educación de calidad, pero con baja cobertura, puede ser nocivo en términos de bienestar y cohesión social. El esfuerzo tuvo resultados importantes: durante la última década Colombia llegó al 90% de cobertura neta en educación primaria y al 70% en básica secundaria.

La cobertura en educación actual en Colombia no es ideal, pero sí tiene niveles que permiten ponerle más atención a su calidad que no solo es baja sino que está mal distribuida. Los indicadores que permiten mostrar esto provienen de los resultados de la prueba PISA en la que Colombia participó en el 2006 y el 2009. De los 6 países de Latinoamérica que participaron en esta prueba, Colombia está en el grupo de rendimiento más bajo; además la calidad de la educación está por debajo de la que se puede predecir a partir de una comparación lineal entre el PIB per cápita y el puntaje promedio en esta prueba. Con respecto a la distribución de la calidad, es claro que los estudiantes de colegios privados y los hijos de mujeres más educadas tienen los puntajes más altos. Aunque entre el 2006 y el 2009 Colombia fue uno de los países con mayor aumento en los resultados de la prueba PISA, este aumento fue impulsado principalmente por los colegios privados y por los hijos de mujeres más educadas. De acuerdo con esto último la tendencia reciente es hacia el empeoramiento de la distribución de la calidad de la educación.

En los últimos años se hicieron modificaciones importantes al sector educativo colombiano que apuntan en la dirección adecuada para obtener mejoras en la calidad de la educación. Probablemente el cambio más importante fue la actualización del estatuto docente que mejoró los salarios de los profesores, redujo barreras a la entrada a la profesión docente por parte de profesionales graduados de programas distintos a las licenciaturas, e introdujo la posibilidad de dar incentivos a los profesores basados en el desempeño de sus estudiantes.

Aunque estas medidas apuntan en la dirección adecuada, su implementación ha sido tímida. Las evaluaciones a los docentes no han sido efectivas y aún no se han implementado los mecanismos de incentivos que el estatuto docente permite. De acuerdo con esto, no parece necesario hacer cambios en el estatuto docente, pero sí es hora de que ese esfuerzo por generar condiciones para mejorar la calidad de la educación se refleje en mayor dinamismo en el uso efectivo de esos instrumentos.

Es importante también que el uso de esos instrumentos sea cuidadoso de forma que permita al país aprender de su propia experiencia. Muchos de estos instrumentos apenas se empiezan a usar en el mundo y aunque hay buenas razones para creer que pueden funcionar, aún no es claro cuál es la mejor forma que pueden tomar. Es importante que en su implementación se usen pilotos cuyos resultados puedan ser evaluados y que permitan mejoras en los mismos instrumentos.

Hay un grupo de políticas que el país ha ensayado con relativo éxito y que, probablemente por razones políticas, solo han quedado en el nivel de experimento, estos son los acuerdos con el sector privado para la provisión de educación financiada por recursos públicos. PACES, el programa de bonos educativos de los 90  es uno de los ejemplos más claros y mejor evaluados en el mundo que muestran que este tipo de acuerdos pueden funcionar. El programa PACES se descontinuó en 1999 a pesar de su éxito. Otras alternativas como los colegios en concesión han tenido menos éxito pero de todas formas generaron mejoras en la calidad de la educación. La educación pública es importante, no tiene sentido pedir que  se desmonte porque no hay evidencia de que un sistema de provisión completamente privado con financiamiento público pueda ser mejor que un esquema con provisión pública. Sin embargo, la mayoría de las medidas para obtener mejoras en la calidad de la educación toman tiempo y los acuerdos con el sector privado pueden traer mejoras en el corto plazo (como lo mostró el mismo programa PACES); por esto parte de las recomendaciones del estudio es estimular su uso generando también diseños institucionales que eviten la posibilidad de segregación, que es probablemente su mayor problema.

Finalmente, hay dos temas que no han sido objeto de cambios recientes y que son importantes para generar condiciones para mejorar la calidad de la educación: la jornada única y la formación de profesores. Las dos son políticas costosas pero las dos parecen ser cuellos de botella importantes. La jornada única es importante para garantizar a los estudiantes la atención que requieren para el desarrollo de habilidades cognitivas y no cognitivas. De la jornada única ya se empezó a hablar en el país y la alcaldía de Bogotá empezó a implementarla este año. La implementación de la jornada única requiere de un esfuerzo presupuestal grande  por lo que probablemente el país tendrá que recurrir a búsqueda de nuevos recursos en particular para financiar la nueva infraestructura que sería necesaria.

De las habilidades de los profesores depende la calidad de la enseñanza que reciben los estudiantes. Sin embargo en Colombia los programas universitarios para preparar profesores atraen a los bachilleres de menores habilidades. Además las comparaciones que se pueden hacer entre estos y los demás profesionales muestran que la calidad de la enseñanza de estos programas no es suficiente para compensar las deficiencias de habilidades cognitivas que tienen esos estudiantes. El estatuto docente en el 2002 mejoró los salarios de los profesores y aunque no es claro aún si esta mejora atraiga mejores profesionales, el cambio es muy reciente para pensar en hacer nuevas transformaciones. Por ahora la tarea pendiente es revisar la calidad de los programas de formación de profesores. Esto debe empezar por una misión internacional de profesores de escuelas de preparación de profesores exitosos en el mundo.  Esta misión estaría a cargo de hacer una evaluación que permita al Ministerio entender qué mejoras debe haber en la calidad y la organización de estos programas. Y con ese insumo el gobierno puede entrar a conversar con las universidades formas de mejorar la calidad de estos programas. Adicionalmente, ese insumo debería convertirse en la guía para reorientar los programas de evaluación y certificación de programas de formación de profesores.

Si Colombia quiere una mejora sustancial de la calidad de su educación, tiene que instaurar la jornada única y mejorar la formación de sus docentes. Las otras propuestas lo que hacen es potenciar los insumos básicos que son las habilidades de los profesores y el tiempo de los estudiantes. Si no se garantiza que estos dos insumos básicos sean adecuados, el alcance de todas las otras políticas va a ser corto.

* Barrera, F., D. Maldonado y C. Rodríguez. Calidad de la Educación Básica y Media en Colombia: Diagnóstico y Propuestas. Misión de movilidad social – DNP. Mimeo.