Lucas Miracles

En macroeconomía, hay un antes y un después de Robert E. Lucas, Jr.  

¿Cómo resumir el aporte de Lucas? Si estás leyendo esto, seguramente sabés que Lucas lideró la “revolución” de Expectativas Racionales en macro durante los 70s. Una versión dice así: Lucas comprendió la importancia de dos papers de John F. Muth y los transportó y adaptó al terreno de la macro. Para mi esta mirada “Muth → Macro” describe mejor a otro gigante: Thomas Sargent.

En cambio, a mi manera de verlo, en el caso de Lucas, las Expectativas Racionales fueron casi un corolario (importante por cierto) de una convicción implacable de refundar la macro en la teoría de Equilibrio General (GE) de Arrow-Debreu ¿Como podemos meter la macro bajo el paradigma micro de GE? De dos maneras: comprimiendo la macro para que quepa en el espacio existente, y estirando la teoría GE para hacer más lugar. 

Para mi está visión explica la ventaja comparada que Lucas tenía por sobre sus contemporáneos. Es lo que hizo que su serie de papers se sintieran como una “revolución” a velocidad vertiginosa.  Con ello, nos dejó una lección que trasciende sus ideas o modelos particulares de dinero, expectativas y no-neutralidad.

Efectivamente, el arma secreta de Lucas era entender que el aparato GE es mucho más flexible de lo que se creía. En vez de un mundo estático atrapado en una caja de Edgeworth, Lucas vió la flecha del tiempo que nos daba Arrow-Debreu para modelar ajustes dinámicos y shocks. Con un poco de esfuerzo uno puede incluir fricciones a la movilidad laboral para, por ejemplo, conceptualizar al desempleo (así hizo Lucas con Prescott). Incluso desde esta perspectiva GE, las expectativas racionales ya sacaban la cabeza implícitamente en un artículo famoso de Kenneth Arrow de 1958 (traducido en 1964). 

Lucas fue un visionario no por importar las expectativas racionales a terrenos macro ya conocidos, sino por entender que la teoría de GE era la base para refundar por completo a la macroeconómica. Con esta mirada se ven muchísimos terrenos nuevos por explorar y conquistar. De ninguna manera estoy sugiriendo que Lucas estaba solo en esto (muchos otros venían empujando para este lado, como Phelps) pero Lucas estaba a la vanguardia de esta ola intelectual. Fué su exponente más ferviente y claro. Su estilo también era más acabado: en lugar de acercar un pedacito de GE a la macro, como se estilaba (e.g. Tobin), Lucas tiraba todo abajo y empezaba de cero con un marco GE simple, completamente coherente y unificado.

También amplió la carpa. Siguiendo la línea de Phelps, Clower, Sidrauaski, Patinkin extendió la teoría de GE para encarar varios temas de índole macroeconómica: introdujo dinero e información imperfecta y formalizó la idea de política económica en estos modelos . Sin entrar en detalles, esto incluye algunos de sus papers más conocidos: como el de las islas de 1972 o su crítica “econométrica” de 1976.

Es facil olvidar que Lucas la tuvo que pelear. Hoy es fácil apreciarlo, pero no creo que haya sido fácil ir a contrapelo de lo establecido, con su estilo tan propio. Es famoso que le rechazaron el paper de las islas de 1972 en el AER. Lucas decidió mantener su estilo, dar pelea. Se jugó, y sin saber cómo iba a ser la historia, sin saber que Lucas sería “el gran Lucas” que hoy conocemos.

Lucas también hizo escuela. Sus aportes metodológicos y pedagógicos fueron tan influyentes como sus papers, y una puerta de bienvenida a su manera de pensar. El libro de Nancy Stokey con Bob Lucas (junto a Ed Prescott) es ya uno de los clásicos libros de texto para PhDs (al nivel de Mas-Colell y otros pocos). Más tarde, Lucas jocosamente escribiría que “sus mente estaba tan Bellmanizada que no podía pensar de otra modo que recursivamente”. En realidad ¡Bellmanizó a toda una generación!

Podría seguir enumerando sus muchas contribuciones, pero mi intención no era entrar en detalles sino pintar, los rasgos fundamentales de su estilo de investigación y sus aportes.

Escribiendo sobre procesos de crecimiento en un paper titulado “Realizando un Milagro” (1993) Lucas mostraba fascinación con el simple pero astronómico potencial del interés compuesto (¡crecer al 7% duplica el ingreso cada década!). Hoy podríamos decir lo mismo sobre todo lo que nos dejó Bob Lucas. Al refundar las bases de la macroeconomía y aportar a la pedagogía, Lucas no se detuvo en dar un salto personal en niveles, sino que nos regaló a todos los macroeconomistas una estrategía de crecimiento. Con la ayuda del interés compuesto a lo largo de casi 6 décadas, Lucas realizó un milagro.

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Idolos Humanos

Con mucho pesar, se nos fue un verdadero ídolo. Después de todo lo que vivió e hizo, me queda una sensación de gran vacío, pero también mucho para celebrar y recordar.

Desde lejos, antes de conocerlo, resaltaría tres cualidades que siempre admiré en la obra de Lucas. Primero, sus papers desbordan de creatividad, con suma elegancia en su formalidad. Aunque no buscan hacer teoría por la teoría pura y tienen motivaciones muy prácticas, logran trascender y dejar una lección amplia y perdurable. Segundo, ecuaciones aparte, Lucas escribe como los dioses: sus introducciones y conclusiones son legendarias. Es un placer leer sus papers. No tiene par. Tercero, siempre admiré su eclecticismo: a pesar de hacerse la fama por sus papers monetarios en los 70s, no se quedó ahí y abordó una variedad de temas a partir de los 80s como la teoría de la imposición óptima, el crecimiento económico, la economía urbana, la desigualdad y el comercio internacional (siempre volviendo a picotear temas monetarios).

Por estas razones, Lucas era un ídolo para mí (y creo que para muchos) mucho antes de hacer mi PhD, y nunca dejó de serlo. Yo trataba de leer y releer todo lo que había escrito, aunque entendiera solo una fracción. Los ídolos locales de turno Fernando Alvarez, Juanpa Nicolini, Rody Manuelli y otros traían una sucursal de Chicago (note al pie: recuerdo a Rody comparar con gran admiración a Lucas y Michael Jordan, que en esa época volaba arriba de los demás jugadores). Yo solo quería estudiar en la “escuela de Lucas” y tuve la suerte de irme a estudiar a Chicago. Allí fue una experiencia increíble conocer a Lucas en persona. Pero no solo por confirmar, o poder admirar de cerca, lo que ya sabía de él. También me aguardaban algunas sorpresas.

Esos años en Chicago aprendí muchísimo de Lucas. Presiento que él tal vez no supo cuánto me influyó—aunque formó parte de mi comité de tesis, no lo consultaba tanto en esa época (creo que aún me intimidaba un poco, y ya estaba muy ocupado molestando a Fernando Alvarez y trabajando para Gary Becker). Sin embargo lo que aprendí de primera mano de Lucas en el aula y en los seminarios me sigue inspirando.

En el aula Bob siempre venía con la intención de explicar un solo paper o un solo modelo, es decir, una sola idea, pero en profundidad, a su estilo, notas y tiza en mano.  Bob llegaba y se entregaba de lleno. A veces se confundía o se perdía en sus argumentos. Esto es infinitamente más riesgoso pero más interesante que lo que se acostumbra hoy: ir volando a mil por hora con slides, resumiendo 10 papers, etc. Algunas veces eran métodos y otras veces temas sustanciales. Recuerdo ver contratos óptimos y el modelo de Mirrlees de imposición óptima no lineal (dos temas que usé luego en mi propia investigación). 

En los seminarios esa humildad característica también se entrevía: Bob no interrumpía demasiado al que presentaba, no estaba ahí para hacer de abogado del diablo (al menos en mi época). En cambio, salía con preguntas para entender, a veces revelando confusión de su parte, y cuando aprendía algo de la respuesta, sonreía agradecido. ¡Esto era lo opuesto a la mayoría de las interacciones que yo veía en los seminarios en Chicago! Ante mis ojos el capo de los capos, Lucas, era el más humilde y uno de los pocos que venía a aprender algo.

Tanto en el aula como en los seminarios era inspirador ver al ídolo mostrar muchos momentos brillantes, pero sin esconder los traspiés ¿El ídolo es humano? Claro que sí, como todos los ídolos. Pero el punto va más allá de eso. Con la transparencia de su propio ejemplo, Bob me dió una lección importante como investigador: buscar desafíos, cometer errores, incluso en público, buscar aprender sin egos del prójimo. Bob nos ponía al desnudo su propio proceso, nos confesaba sin esconder nada que pensar en Economía es un oficio difícil, donde las idea se va mejorando con paciencia y perseverancia. Esa lección, su actitud de humildad, sus ganas de aprender, y sobre todo aquella sonrisa son cosas que siempre voy a recordar. ¡Gracias Bob!

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Recortes: En esta reflexión pretendo ofrecer dos perspectivas. Primero, una valoración de sus aportes intelectuales, pero destilando un común denominador que creo define su particular enfoque como investigador. Segundo, algunas percepciones un poco más personales por el gusto que tuve de conocerlo.