Por David Bardey
Una versión de esta entrada se publicó esta semana en La Silla Vacía.
¿Cuál es la relación entre las casas VIP de Petro y las becas de Gina? A continuación hago un resumen cortico de estos dos proyectos, resalto lo que tienen en común y explico por qué, a pesar de que no son perfectos, constituyen un paso que va en la dirección correcta.
Las becas de Gina Parody van a permitir que estudiantes que provienen de familias de bajos ingresos puedan estudiar el programa de su elección en una universidad también de su elección. La primera vez que escuché hablar de este programa de becas, tuve una doble reacción. La primera, como ciudadano progresista, fue de celebrar que se destinen más recursos para el sector de la educación y que además, haya un mayor acceso para estudiantes que de no ser por las becas podrían acceder la educación superior de buena calidad a pesar de sus resultados sobresalientes. La segunda fue la del “economista frio” que se pregunta si, a pesar de la primera buena impresión, estas becas son realmente el mejor uso de los recursos que se pueden dedicar al sector de la educación superior. Más precisamente, yo me preguntaba si con estos mismos recursos no habría sido más eficiente invertir directamente en las universidades públicas para que abran más cupos y sigan atendiendo estudiantes con un criterio meritocrático y una matrícula asequible, de tal forma que un mayor número de estudiantes de bajos ingresos puedan ingresar. En efecto, cuando un estudiante beneficiario de esta beca va a escoger estudiar en una universidad privada de alta calidad que tiene una matrícula relativamente costosa, todo el resto igual, esto encarece este programa de becas. Sin embargo, este encarecimiento tiene un lado bonito y muy deseable: hacer posible una mayor mezcla social y atacar un problema no menor en Colombia que es la segregación social que caracteriza a su sociedad.
Ahora, seguro ya ven mejor por donde voy con “las casas VIP” del alcade Petro. El proyecto es muy distinto, pues ya no estamos hablando del sector de educación superior, sino del de vivienda social. Pero las dos reacciones que tuve cuando supe de este programa fueron bastante similares. La primera fue celebrar un acceso a la vivienda digna para personas de bajos recursos y, la segunda fue preguntarme si era la mejor manera de invertir en viviendas sociales, pues es obviamente mucho más costoso construir casas en barrios “ricos” que en barrios más populares, por lo menos en términos de costo de oportunidad. Además de este problema de “sobrecosto”, uno se puede preguntar si no se trata de un regalo con veneno debido al costo de vida mucho más alto en estos “barrios VIP”. Este argumento en contra de las casas VIP me parece una preocupación totalmente legítima, pero hay diferentes maneras de responder a eso. Primero se pueden otorgar subsidios para ayudar a los beneficiaros de estas casas para enfrentar este “sobrecosto”. Segundo, salvo si uno desconfía totalmente de las economías de mercado (¡sospecho que no es el caso de los críticos habituales de Petro!), sabemos que los mercados tienden a adaptarse para atender a gente que tiene recursos diferentes y por tanto elasticidades-precio de su demanda diferentes, hasta si viven en una misma zona, es decir en un mismo mercado. Fuera de eso, existen otros argumentos en contra de las casas VIP pero que me parecen más dudosos y, tengo la impresión, más que todo, basados en el temor que genera la mezcla social como lo pueden ver en estas entrevistas que hizo Semana.
El objetivo de estas casas VIP como el de las becas de Gina Parody es atacar el problema de la segregación social. Como hemos visto, eso implica un sobrecosto frente a las alternativas que hemos mencionado: en el caso de Gina, invertir directamente en las universidades públicas para que abran más cupos; en el caso de Petro construir más casas en barrios populares. Personalmente, veo este sobrecosto como una inversión de largo plazo, lo que significa que no habrá retornos inmediatos, pero si un impacto potencial importante sobre la reducción de la segregación social.
Eso lleva a varias preguntas.
Primero, uno se podría preguntar si no sería mejor concentrarse directamente en programas que se enfoquen en reducir la desigualdad o la pobreza. Mi respuesta es que hay pocas maneras más directas de reducir la desigualdad y la pobreza de manera sostenida que la de atacar el problema de segregación social como lo quieren hacer estos dos programas. En un artículo que estamos escribiendo con Fernando Jaramillo y Fabien Moizeau (una primera versión preliminar se puede encontrar acá) discutimos los mecanismos que hacen que exista una relación circular entre segregación social y desigualdad y, que la una se nutra de la otra. Mejor dicho, atacar el problema de la segregación social es una manera eficiente para reducir la desigualdad en el largo plazo porque ataca el problema en su raiz.
Segundo, otros se pueden preguntar por qué es tan necesario reducir la desigualdad en Colombia, y si no sería más eficiente enforcarse en una política que permita tener un mayor crecimiento de la economía, de tal forma que el crecimiento de la “torta” beneficie también a las poblaciones menos favorecidas. Acá mi respuesta sería que el crecimiento de largo plazo pasa necesariamente por una reducción de la desigualdad. Eso no lo dice “radio mamertos”; lo publicó el Fondo Monetario Internacional recientemente. Además, no sobra recordar que la última década es una buena ilustración de que Colombia tiende a crecer sin reducir de manera significativa el nivel de desigualdad (ver el documento de Facundo Alvaredo y Juliana Londoño acá).
Tercero, además de los temas estrictamente económicos hay otros que son probablemente aún más importantes. Desde una perspectiva más sociológica, hay muchas otras “ganancias” de tener una sociedad menos segregada, como lo resalta la corriente de la “macro sociología del temor”. Me voy a concentrar en una de estas, que me parece fundamental en el contexto “pre-post conflicto” que estamos viviendo. Observo y leo a mucha gente que al parecer tiene más susto del post conflicto y de las dificultades que puede conllevar (¡y es cierto que son muchas, no lo quiero negar!), que del conflicto mismo, sus atrocidades y su perpetuación. Este sentimiento inverosímil, creo que viene del hecho de que estamos viviendo en micro-sociedades muy cerradas y que no conocer a los demás es lo que genera fantasmas y nutre el miedo, y en turno crea una falta de empatía generalizada. Abrirnos un poco a los demás, a gente que viene de otros “micro-cosmos”, de otras realidades, nos ayudaría a cambiar eso. Una linda ilustración de eso la tuve hace poco conociendo al programa Cocinando la paz que encabeza el Chef del Cielo, un restaurante innovador de Bogotá. En su fundación, este chef pone a cocinar juntos a guerrilleros desmovilizados que sembraban minas y a ex militares amputados por haberlas pisado. Estas personas ahora trabajan juntas y han logrado perdonarse a pesar de las terribles agresiones que se hicieron durante muchos años de enfrentamiento. Si lograron ese perdón es por una razón supremamente sencilla: porque el “otro” ya no es abstracto, el “otro” es realidad; han aprendido a conocerse. Al mismo tiempo, observamos personas a veces mucho menos directamente afectadas por el conflicto pero que se rehusan a perdonar, desconociendo que su actitud conduce a más victimas directas e indirectas del conflicto.
Para concluir, claramente estos dos programas de Gina y de Petro son insuficientes para solucionar el problema de segregación social. Claramente son costosos. Seguramente son imperfectos y se podrán mejorar. Pero es un paso en la buena dirección. Si estos dos políticos hacen otros pasos o, si directores de otros programas les siguen el paso, ya serán más pasos seguros para salir más rapidamente de este terreno minado que es la segregación social. Yo podría criticar estos programas por ser insuficientes o imperfectos, pero prefiero celebrar cuando políticos toman medidas dirigidas hacia una visión de largo plazo, en lugar de dedicar sus presupuestos a programas corto-placistas.
Pd1: Como profesor de la Universidad de Los Andes, celebro que con estas nuevas becas vayamos a tener una población estudiantil con una mayor mezcla social. Es obviamente una oportunidad para los estudiantes que van a tener acceso a estas nuevas becas (y que vienen a complementar las del programa “quiero estudiar” que ya tiene la Universidad) pero creo que al final los que más se van a beneficiar de esta mayor mezcla social son todos los estudiantes y también nosotros, sus profesores.
Pd2: Se lanza hoy en la Universidad de los Andes el libro “Equidad y Movilidad Social: Diagnósticos y Propuestas para la Transformación de la Sociedad Colombia” que recoge los trabajos de la Misión de Equidad y Movilidad Social convocada por el DNP en 2011, en el que trabajaron un grupo grande de economistas. Es un libro que reúne un conjunto de diagnósticos y recomendaciones de política que buscan que Colombia dé estas discusiones y tome decisiones en la dirección correcta para transformarse en un país más igualitario. Algunas de sus contenidos se han discutido en Foco Económico (aquí, aquí, aquí, aquí y aquí). Ojalá que estas ideas tengan gran difusión y que ayuden efectivamente a redirigir la política pública.
Estoy de acuerdo con el diagnóstico que plantea la entrada y con lo loable que es crear programas pensando en el largo plazo , pero no veo claro cómo los dos programas pertenecen a la misma buena idea . La segregación social en Colombia es espantosa y es un tema que merece acciones contundentes y nuestra preocupación como economistas y ciudadanos. Pero no creo que los dos programas sean comparables del todo. Estoy totalmente de acuerdo contigo en que el programa de las becas de Gina para que los mejores estudiantes de escasos recursos puedan ir a las mejores universidades es un proyecto fantástico, que si bien es bastante costoso, sus retornos sociales e individuales son altísimos y con el beneficio adicional de promover espacios de integración social en donde se pueda empezar a combatir la segregación. Pero con el tema de las casas, estoy de acuerdo contigo en que las familias de escasos recursos merecen tener casas dignas, pero lo que no veo es cómo este proyecto tan costoso les está generando un aumento en su bienestar mayor que el que tendrían viviendo en una casa digna en un lote no tan costoso como el de la 82 con 11. Cosa que no pasa con el caso de las becas en el que sin duda ir a las mejores universidades del país sí determina el éxito en el mercado laboral de esos chicos y les abre un abanico de oportunidades que no tendrían yendo a una mala universidad o peor, sin estudiar. Yo soy de las que piensa que el principal problema del programa de Petro son los costos asociados a vivir en una zona VIP. La idea de los subsidios si bien parece resolver el problema, se va a volver una carga enorme para el sistema. Cuánto cuestan esos subsidios y por cuánto tiempo se les daría? Por siempre? Porque lamentablemente darle la casa estrato 6 a una familia de escasos recursos no va a resolverle el problema de la pobreza (a no ser que la vendan), en cambio pagarles una buena universidad sí que los puede sacar de ahí.
Creo que la intención de Petro es buena, pero no me parece que sea la forma apropiada para resolver el problema de la segregación espacial de la pobreza. Creería que construir espacios públicos de calidad en donde ricos y pobres puedan compartir (bibliotecas, parques públicos, teatros) o seguir fomentando programas de becas del estilo «Gina» en todos los niveles escolares son mejores políticas para promover la equidad, reducir la segregación y al mismo tiempo generar mayor bienestar privado y social.
Muchas gracias por su comentario Andrea. Creo que los costos de tener una ciudad segregada son inmensos también pero tendemos en no verlo por la costumbre que tenemos de vivir en este equilibrio ineficiente. Por ejemplo, el transporte. Mucha gente vive muy lejos de su trabajo por esta segregación social y gastan 4 horas al día en transporte. Podrían gastar este tiempo en pasarlo con sus hijos, capacitarse para tener un mejor trabajo, etc… Muchas veces decimos que los programas sociales generan trampas de pobreza, como el regimen subsidiado en Colombia que desincentiva a la gente de salir de la informalidad. Todo eso es cierto, pero la restricción de tiempo tan apretada que genera un ciudad segregada a la gente pobre a su turno genera una trampa de pobreza también, pues no tienen tiempo para otra cosa que «sobre-vivir».
Después estoy de acuerdo que las casas son costosas, aun más por la ubicación escogida por la alcaldía. Al final, me parece algo bastante simbolico lo que está haciendo Petro, pero eso tiene el merito de poner el tema de la segregación social sobre la mesa y quizás en la agenda del país, lo que me parece valioso por si solo. Si son poquitas casas como es el proyecto actualmente, claramente toca entregar subsidios a los beneficiarios. Si son más casas, las fuerzas del mercado se podrán sustituir a los subsidios en le mediano plazo.
De nuevo muchas gracias por su comentario. Saludos, David.