El resultado de las paritarias es la meta de inflación

Luego de la disparada de precios que tuvo lugar a comienzos del 2014, mucha gente se pregunta de cuánto será la inflación para lo que resta del año.  ¿Podrá el gobierno mantener el dólar oficial a $8 y parar la inflación? ¿Se dispararán los precios sin control?

El motor principal de la inflación en 2013 fue la expansión monetaria, necesaria para cubrir el déficit del tesoro nacional. El BCRA le adelantó al tesoro $94,082 millones, que corresponden al 32% de la base monetaria de comienzos del año, 3.5% del producto bruto interno o 13% del gasto del gobierno nacional. Lo mejor para el país sería que el gobierno, los líderes sindicales, empresarios y nuestros representantes políticos lleguen a un acuerdo con el fin de parar la inflación. El mismo reduciría el déficit y, en una transición al nuevo equilibrio fiscal, el estado (tesoro o banco central) podría emitir deuda en lugar de pesos. Este plan, acompañado de acuerdos salariales que contemplen el fin de la inflación, podría terminar con la misma, enviando señales muy positivas a la sociedad acerca de nuestra gobernabilidad. Este signo de madurez política estimularía un aumento de la inversión y una expansión de la actividad económica. Lamentablemente, es improbable que esto se dé en la práctica. Es demasiada la desconfianza entre las distintas partes como para que el gobierno, la oposición, sindicalistas y empresarios lo implementen. Un fracaso colectivo más, que lastima al pueblo argentino.

Hay dos desafíos fundamentales para implementar las medidas mencionadas en el párrafo anterior y así reducir la inflación. Uno es el problema de la credibilidad de la voluntad del gobierno en reducir el déficit (ver nota relacionada de Carlos Rodriguez de la semana pasada y esta de Juan Pablo Nicolini). El segundo desafío, que se deriva del primero, es la credibilidad del gobierno en las negociaciones paritarias con los sindicatos respecto a la inflación de 2014.

Las negociaciones paritarias que se avecinan entre los sindicatos que representan a los trabajadores y sus empleadores reflejan el hecho que, tanto el gobierno como los agentes privados, esperan una inflación similar a la del 2013. De hecho, el objetivo del gobierno es lograr aumentos salariales nominales del orden del 25% para el 2014, mientras que los sindicatos indicaron que pretenden aumentos del orden del 35% (Moyano, docentes).

Una vez que se fije la pauta salarial, el gobierno elegirá la inflación al determinar cuánto dinero imprimirá. Su objetivo es lograr una baja tasa de desempleo con la menor inflación posible.  Si la tasa de inflación es más baja que la tasa nominal de aumento salarial, los salarios reales suben y la demanda de trabajo cae. El resultado es un mayor desempleo. Si la inflación es más alta que la pauta salarial estipulada en las paritarias, el salario real cae y las empresas demandan más trabajadores. Como resultado, el desempleo cae y la inflación sube.  La experiencia de los últimos años, con una tasa de desempleo clavada en el 6%-7%, sugiere que el gobierno está feliz con el status quo. En otras palabras, el gobierno tratará de mantener el valor de los salarios reales y, por lo tanto, buscará una inflación que se asemeje a la tasa de las paritarias.

Todo señala, entonces,  que la tasa de inflación de los próximos doce meses se ubicará entre el 25% y el 35%. ¿Es factible lograrla? Una inflación del orden del 25% es consistente con la demanda de dinero imperante a fin de 2013, 14% del PIB, y generaría señoreaje por 3.5% del PIB. Justamente, el nivel del deficit financiado con emisión del 2013.  La demanda de dinero hoy puede ser algo menor, pero el gobierno la puede compensar emitiendo algo de deuda. Sin un ajuste fiscal y manteniendo el nivel de empleo, ¡el piso de las paritarias del 25% es sostenible! Asimismo, cualquier nivel de inflación entre el 25% y el 35% también lo es.

Por otro lado, la lógica anterior implica que la actual política de contracción monetaria[1] y un tipo de cambio fijo en $8 no será sostenible. Eventualmente generará desempleo y, por ende, el gobierno levantará el lastre monetario para que el dólar y los precios puedan empatarle la carrera alcista a los salarios.

Como en muchas situaciones de la vida, el orden de los acontecimientos cobra vital importancia.[2] Si el gobierno pauta una meta inflacionaria creíble antes de las paritarias, entonces existen probabilidades de que la inflación sea baja. Sin embargo, si no se encuadran dentro de un programa monetario y fiscal previamente consensuado y creíble, serán las paritarias quienes fijen la meta de inflación.



[1] La base monetaria sin desestacionalizar cayó 8% entre el 31/12/2013 y el 14/2/2014.

[2] Ver, por ejemplo, la última nota de Sebastián Edwards, el orden de los factores altera el producto.