El porcentaje de personas que no contribuyen a la seguridad social estando empleadas es alto en América Latina cuando lo comparamos con el promedio de la “Organización para la cooperación y el Desarrollo Económico” (OECD). Por ejemplo, México tiene a la mitad de la población masculina[1] empleada en esa situación (incluyendo el autoempleo) mientras que Brasil y Argentina presentan tasas de informalidad bastante menores, como puede apreciarse en el Gráfico 1 (a). A su vez, México presenta tasas de autoempleo mayores que Argentina y Brasil durante el periodo considerado, como observarse también en el Gráfico 1 (b).
Gráfico 1. Tasas de informalidad y autoempleo masculino
Nota: cálculos realizados empleando micro-datos de ENE (Argentina), PNE (Brasil) y ENE-ENOE (México) para una muestra de hombres entre 15 y 65 años que declaran salarios positivos. En este sentido se excluye a los trabajadores no remunerados. También excluimos trabajo doméstico ya que, aunque es un componente importante del empleo de estos países, no pertenece al sector de la empresa privada sino al sector de los hogares, el cual no es objeto de este análisis.
Lo más sorprendente es que Argentina y Brasil han conseguido reducir substancialmente sus tasas de informalidad, mientras que México ha fracasado en este intento. En esta breve nota les explicaré por qué, aprovechando desvergonzadamente para hacer promoción de mi investigación.
Recientemente publicamos un artículo en “Review of Income and Wealth” en el que analizamos porqué la introducción del Seguro Popular en México no influyó de forma significativa en la tasa de informalidad del país. Hubiéramos esperado que la tasa de informalidad aumentara ya que las transferencias al sector informal aumentaron del 0.6% al 2.41% del PIB, como puede observarse en la Tabla 1. Sin embargo, observamos que la generosidad absoluta del sistema aumentó en tan solo 1.91 puntos porcentuales (p.p.) del PIB, pasando del 6.35% al 8.26%, mientras que en Argentina aumentó en 5.40 p.p. y en Brasil aumentó 6.60 p.p. La conclusión que obtenemos es que, en la práctica, los diversos programas de transferencias que surgieron desde finales de los 90 en México han supuesto una redistribución de recursos de los trabajadores formales a los informales, pero estos programas no han sido lo suficientemente generosos como para incentivar a los trabajadores a pasar a la informalidad.
En el caso de Argentina o Brasil, observamos una evolución de las transferencias muy distinta. Mientras que el incremento en gasto social se atribuye al componente salud en México, en Argentina y Brasil puede atribuirse mayormente al incremento de las transferencias en efectivo: En Argentina pasan del 6.60% al 11.72% del PIB y en Brasil aumentan del 8.88% al 13.91% del PIB. Una característica diferencial aún más importante respecto de México es que la generosidad relativa hacia el sector informal se ha reducido o mantenido constante en ambos países. Por lo tanto, los trabajadores formales en estos países ven de vuelta en su bolsillo una fracción mayor de los impuestos que pagan durante su vida. No debería sorprendernos que en estos países formalizarse haya sido cada vez más atractivo.
Tabla 1. Transferencias sociales y su distribución
Esto puede verse de forma clara cuando vemos la evolución de los auto-empleados que deciden pagar cotizaciones sociales. Dado que son difícilmente detectables por las autoridades fiscales, son un buen grupo de referencia para medir el éxito de las economías de Argentina y Brasil en incentivar a los trabajadores a formalizarse, como ilustra el Gráfico 2.
Gráfico 2. Auto-empleados y formales
Nota: cálculos realizados empleando micro-datos de ENE (Argentina), PNE (Brasil) y ENE-ENOE (México) para una muestra de hombres entre 15 y 65 años que declaran salarios positivos. En este sentido se excluye a los trabajadores no remunerados. También excluimos trabajo doméstico ya que, aunque es un componente importante del empleo de estos países, no pertenece al sector de la empresa privada sino al sector de los hogares, el cual no es objeto de este análisis.
De toda esta reflexión surge una clara recomendación de política económica: urge aumentar la generosidad de las transferencias sociales para los patrones, trabajadores y auto-empleados que decidan participar en los sistemas de protección formales.
Referencia: Alonso-Ortiz, Jorge & Leal, Julio.“Cross-subsidies, and the elasticity of informality to social expenditures: the case of Mexico’s Seguro Popular,”Review of Income and Wealth (December 2016)
[1] El artículo presenta datos para hombres únicamente ya que el comportamiento en el mercado laboral de las mujeres es mucho más complejo. En nuestro estudio, referenciado en esta nota, consideramos a toda la población empleada.