Reproducimos una entrevista de María Iglesia a Sebastian Galiani publicada en el Cronista Comercial el día de hoy –incluyendo links a entradas de Foco Económico que expanden las respuestas.
¿Cómo evalúa la evolución de la economía desde que dejó Hacienda?
Nadie esperaba lo que terminó ocurriendo. Fíjese que, en abril, el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) esperaba un crecimiento de 2.5% para 2018 y de 3.1% para 2019. La devaluación excesiva de fin de agosto agravó la recesión. La economía creció el primer trimestre del año, se contrajo, por la sequía, en el segundo trimestre, y luego creció en julio y agosto. Pero en septiembre la contracción fue severa. En junio, cuando terminó mi gestión, los analistas del mercado no esperaban que esto ocurriera. El REM arrojaba una expectativa de crecimiento de 0.5% para este año. Obviamente, lo mismo ocurrió con la inflación, que terminó siendo mucho mayor a lo esperado.
¿Por qué cree que ocurrió esto?
Por un lado, la situación financiera del país era frágil. El déficit fiscal heredado por el gobierno de Cambiemos, cuando uno mira el consolidado Nación-Provincias bien calculado, trepaba a 8 puntos del producto (ver acá). El presente gobierno ha bajado el gasto público todos los años de su gestión. También ha bajado impuestos, y, aun así, bajó el déficit fiscal. Pero este era, y es, un proceso gradual, que esperemos concluya en el próximo gobierno. A mitad de ese camino, lamentablemente, se dieron un conjunto de shocks que afectaron fuertemente a la economía. La sequía terminó siendo durísima. La suba del precio del petróleo también nos pegó, pues afectó tanto la política fiscal como la política monetaria. Pero lo más significativo fue la reversión en el flujo de capitales a los mercados emergentes. Finalmente, Brasil, nuestro principal socio comercial, creció mucho menos de lo que se esperaba, en parte, también, debido al contexto financiero internacional, y en parte debido a su propia dinámica política (ver acá). Aun así, creo que la visión que tenía el mercado en junio era razonable, especialmente dado que el gobierno había alcanzado un buen acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Sin embargo, tuvieron que renegociar el acuerdo con el FMI. ¿Por qué?
Los mercados no se reabrieron con ese acuerdo y entonces el gobierno buscó mayor financiamiento de corto plazo para poder cerrar su programa financiero. Creo que, con la historia de nuestro país y con una elección presidencial a la vista, esto fue una buena decisión. Sin embargo, ello no implica que fracasó el primer acuerdo. El nuevo acuerdo es una extensión del primero, donde se aumentó el financiamiento de corto plazo, y que conllevó también un cambio hacia una política monetaria más esquemática. Pero la regla de que el Banco Central (BCRA) no financie más al tesoro ya estaba en el primer acuerdo y había sido anunciada por Dujovne y Sturzenegger.
Guillermo Calvo afirmó que Argentina aún atraviesa un sudden stop y que, según la experiencia en otros países, ello terminó con caída de 20% en los salarios reales. ¿Qué opina?
Cada experiencia es distinta. Si bien el gobierno no ha logrado volver a los mercados internacionales de crédito, cuenta con financiamiento del FMI. Ello, de por sí, ya implica una diferencia importante con muchos otros casos anteriores. En cualquier caso, los analistas de mercado no comparten la predicción de Calvo para el país; más bien esperan lo contrario. Hoy se espera una baja importante de la inflación y una recuperación de la economía, punta contra punta, y de los salarios reales para el próximo año.
Algunos economistas como Broda o Marx señalan que el mercado cree que hay riesgo de reestructuración de deuda en 2020. ¿Cómo lo evalúa?
No hay duda de que el riesgo país implícito en los rendimientos de los bonos argentinos crece para vencimientos posteriores al cambio de gobierno. Ello, en buena medida, refleja el riesgo de volver al populismo que ha caracterizado el péndulo argentino. Si el Presidente Macri es reelecto, eso no va a ocurrir y se continuará con el programa de normalización de la economía. El crecimiento de la deuda es resultado del déficit fiscal y este gobierno ha ido bajando el déficit que dejo el Kirchnerismo. Y lo seguirá haciendo. La deuda en relación al producto es muy sensible al tipo de cambio real. Así como este año ese indicador subió por la depreciación real de nuestra moneda, en el futuro ira disminuyendo por la reversión de ese proceso, y porque el déficit fiscal continuará bajando.
¿Se hace alguna autocrítica de su paso por el Gobierno? ¿Cuál?
En cualquier orden de la vida, uno examina lo que ha hecho y hace un balance. El que hago de mi paso por el gobierno es positivo. Naturalmente, ello no implica que esté de acuerdo con todo lo que se hizo en los temas que me tocó participar. Sin embargo, cuando uno participa de un gobierno, acepta las reglas de juego y actúa responsablemente, incluso después de haber concluido su gestión. Se ha hecho muchísimo progreso para resolver los desequilibrios macroeconómicos heredados. Creo que cuando se lo examine históricamente, el gobierno del Presidente Macri será evaluado positivamente, especialmente si se continúa con este proceso. Déjeme decirle que, en 2016, cuando no estaba en el gobierno, escribí una nota en la que decía textualmente lo siguiente: “la verdad es que el gobierno heredó una situación económica y social muy complicada. No se pueden esperar grandes logros en el corto plazo, y quizás tampoco en cuatro años” (ver acá). Por lo tanto, lo que digo ahora no es una justificación ex– post. Ojalá podamos transmitirle esto a la sociedad pues si no ratificamos el rumbo del cambio, el costo será muy alto, y se perderá todo el esfuerzo hecho en estos años. Comparto, con el presidente Macri, que hubo mucho optimismo en la posibilidad de bajar la inflación rápidamente, dada la situación fiscal y cambiaria heredada.
¿Cree que fue un error adoptar las metas de inflación?
Por un lado, las metas de inflación son una herramienta importante para encausar las expectativas inflacionarias y es posible que el BCRA vuelva a adoptarlas en el futuro. La forma en que se la adoptó no fue la mejor. Creo que no era necesario tener metas para todo el periodo de gobierno. Una meta anunciada cada año hubiese dado mayor flexibilidad para acomodar los shocks y las discrepancias que se dieron.
¿Por qué es tan difícil bajar la inflación en la Argentina?
Porque siempre terminamos teniendo que financiar altos déficits fiscales. Si el BCRA tiene que emitir para financiar al tesoro, al final, más temprano que tarde, dado el tamaño reducido del mercado de capitales doméstico, tendremos inflación. Ahora, cuando heredas un gobierno con 8 puntos de déficit fiscal y un banco central quebrado, no es posible resolver esto en el corto plazo. Lo mejor que se puede hacer es proponer una trayectoria que lleve a la resolución, y cumplirla. Y el gobierno del Presidente Macri está avanzando en esa dirección. Finalmente, para terminar con la inflación en Argentina, tenemos que terminar con el déficit fiscal estructural. Sería muy bueno adoptar una regla de equilibrio fiscal estructural como tiene Chile (ver acá). Si logramos alcanzar este equilibrio, con tipo de cambio flexible, integrados comercialmente al mundo y un BCRA independiente, cambiará la historia macroeconómica del país (ver acá).
Los indicadores marcan que los datos de pobreza del segundo semestre serán similares a los del inicio del Gobierno de Mauricio Macri. ¿Qué cree al respecto?
No sé si la tasa de pobreza volverá a superar el 30%, pero será mayor al índice del primer semestre. También en 2016 argumenté que la verdadera tasa de pobreza heredada por el gobierno de Cambiemos era mayor a 30% pues el tipo de cambio real oficial estaba atrasado por la política cambiaria adoptada por el gobierno anterior. La corrección de ese desequilibrio implicaba una suba en la tasa de pobreza, que lamentablemente se reflejará en los indicadores de este año (ver acá). Ahora bien, en el mediano plazo, la forma de bajar la pobreza es con crecimiento sostenido. Chile lo hizo (ver acá), y nosotros, si mantenemos el rumbo adoptado, también lo lograremos. Pero es un proceso de décadas. No olvidemos que la tasa de pobreza es muy alta en Argentina desde hace 30 años. Lamentablemente, desperdiciamos una gran oportunidad adoptando políticas populistas durante la década anterior que aún estamos pagando.