Conversación con Sebastian Galiani

Reproducimos la entrevista realizada ayer a Sebastian Galiani, Secretario de Política Económica de la Nación, en el diario El Economista.


Arranquemos por el nivel de actividad. ¿Se mantiene la proyección de 3,5% para 2017?

El Ministerio de Hacienda solo hace un pronóstico oficial al año cuando elabora el presupuesto. Así, el año pasado se pronosticó 3,5%. Ese pronóstico, naturalmente, va cambiando luego a lo largo del año. Con los datos actuales, el crecimiento promedio esperado para 2017 se encuentra alrededor de 3%. Además, dado que se espera que el crecimiento se acelere en el segundo y tercer trimestre, el crecimiento entre puntas para el año será mayor a 3%, dejando un arrastre significativo sobre el crecimiento promedio del 2018. Esto romperá el ciclo de estancamiento en el que se encuentra la economía argentina desde 2011. En este sentido, sigo viendo lo mismo que veía la última vez que hablamos, una economía que se recupera gradualmente y que mes a mes estará mejor.

Se habla mucho sobre el trade-off entre estabilización y reactivación. ¿Cree que existe un conflicto entre la política de estabilización y la reactivación?

A cierto nivel hay un conflicto que se da en todos los países y, por ello, resulta importante tener un BCRA independiente. Sin embargo, cuando la inflación es muy elevada, bajarla drásticamente, como ocurrirá este año, ayuda a que la economía se recupere. Argentina tiene una historia inflacionaria atroz, que debemos revertir. No hacerlo atenta contra el proceso de crecimiento sostenido que impulsa el Gobierno del Presidente Macri.

¿Qué relación hay entre la estabilización y el déficit fiscal? Se suele decir que esa es “la madre del borrego”…

Tenemos un conflicto entre la estabilización y el nivel de gasto público, dada la composición del gasto y la forma en que este responde a la inflación pasada. Por ello se requiere coordinación entre la política monetaria y fiscal. A su vez, ningún país logró bajar la inflación de manera sostenida sin eliminar su déficit fiscal estructural. Recordemos los casos de Argentina e Israel en los ‘80. Ambos países lanzaron planes de estabilización inicialmente exitosos, pero solo Israel tuvo éxito finalmente pues eliminó el déficit fiscal. Argentina no lo hizo y siguió a los tumbos. En cambio, Israel es un caso de desarrollo económico exitoso.

Se escucha que el tipo de cambio real está atrasado y hay evidencia en ese sentido. ¿Usted qué opina?

Es un tema que monitoreamos sistemáticamente. Lo importante es ver dónde está el tipo de cambio real de equilibrio. Por supuesto, el camino hacia el tipo de cambio real de equilibrio varía mucho entre países y circunstancias. El tipo de cambio real varía considerablemente con el nivel de demanda doméstica. El problema que tiene Argentina hace varios años es precisamente el elevado nivel de gasto público que, dado lo demás constante, empuja al tipo de cambio real hacia un valor de equilibrio bajo. Desafortunadamente, el gasto público total creció casi 15 puntos del PIB durante el periodo kirchnerista. Este es el núcleo de la pesada herencia económica que recibió el Gobierno. En buena medida, tenemos que revertirlo, pero obviamente no es posible hacerlo de un día para otro como sería deseable en relación a la determinación del tipo de cambio real de corto plazo. Para avanzar necesitamos no solo desandar los subsidios económicos, sino también profesionalizar el Estado y separar el empleo público de la política social. Otro fenómeno que genera un efecto similar ha sido las restricciones al comercio impuestas durante los últimos años de la administración anterior. También tenemos que desandar ese camino. Otros cambios recientes también bajan el tipo de cambio real de equilibrio, como la baja en el riesgo país y en las retenciones a las exportaciones. En cualquier caso, siempre es bueno mejorar la competitividad externa mejorando la productividad de la economía. Vemos que hay mucho espacio para acercarnos a la frontera productiva en Argentina. Cuando se está por debajo de la frontera tecnológica y de procesos productivos, como es nuestro caso, se puede mejorar la productividad significativamente.

Pero, justamente, una de las críticas que se le hace al Gobierno es que se va muy lento en términos fiscales. Usando el léxico oficial, que es demasiado gradualista. ¿Qué responde usted?

Lo importante es avanzar y ser realistas con el ritmo al que es viable reducir el nivel de gasto público. El año pasado, el gasto total sobre el producto en todos los niveles de gobierno no creció mientras que el producto se estima que cayó 2,3%. Si bien este resultado estuvo influenciado por la relación existente entre gasto real e inflación que le mencioné, si uno mira la serie de gasto en relación al producto, ve que siempre crece en las recesiones. Este año, con inflación en baja y a pesar de la suba del gasto que implica la reparación histórica a los jubilados, el gasto total bajará en relación al producto. Además, mirando al presupuesto para 2018, estamos lanzando un proceso de elaboración presupuestaria que analice muy bien el gasto y su eficiencia. Paralelamente, estamos negociando una Ley de Responsabilidad Fiscal con las provincias, que nos permitirá mantener constante el gasto primario total en términos reales de forma de ir bajándolo más aceleradamente en relación al producto. Otro acuerdo muy importante en la misma dirección es el programa de sustentabilidad de las finanzas públicas provinciales. Esta relación madura que el Gobierno y las provincias están desarrollando es clave para avanzar hacia el equilibrio fiscal y otros objetivos económicos y sociales. Argentina es un país federal y los gobiernos provinciales tienen un rol muy importante en la provisión de bienes públicos y en la recaudación de impuestos. Sin dudas, es crucial cumplir con nuestro programa de metas de déficit primario trianual.

En 2017 vamos a crecer y en 2018, usted decía, también. ¿Es posible crecer sostenidamente diez años?

Tenemos que trabajar para que sea posible. Desde que yo nací, eso nunca ocurrió. Necesitamos aumentar significativamente la inversión. La inversión en infraestructura juega un rol muy importante aquí. Además, debería hacernos mucho más competitivos internacionalmente. Pero su financiamiento requiere una cantidad considerable de ahorro externo. Tenemos que aumentar el ahorro doméstico y, para ello, la reducción del déficit fiscal tiene un papel muy importante. Sin embargo, también tenemos que atraer inversión extranjera directa y financiamiento externo. En el mediano plazo, será central que mejoremos el capital humano de nuestros jóvenes. Allí no solo hay una fuente de riqueza inigualable, sino también un instrumento importantísimo para mejorar la distribución del ingreso y crear una sociedad más igualitaria. Si lo logramos, habremos desarrollado un país mejor para nuestros hijos, del que todos estaremos orgullosos. Ahora bien, en el contexto internacional actual, con precios de los commodities sustancialmente menores a los que tuvimos hasta hace unos años, y con Brasil aún en recesión, cuando planteamos crecer sostenidamente estamos pensando en tasas de 3%-4%, no en tasas de 7% por año.

Además de la desinflación y la reducción del déficit fiscal, ¿qué medidas cree necesarias para estimular el crecimiento?

El principal rol del Gobierno en el crecimiento económico es brindar un marco institucional estable que genere incentivos al progreso para todos los ciudadanos. Para ello es necesario reducir el déficit fiscal y la inflación, alcanzar un nivel de gasto público razonable y gastar eficiente y equitativamente. Para que nuestras firmas sean competitivas, el Gobierno también debe suministrar la infraestructura adecuada, promover la competencia y la integración al mundo y tener un sistema tributario simple y estable. El Gobierno está trabajando en todas estas dimensiones en la dirección correcta. Una cuestión adicional que me parece importante destacar es que para crecer sostenidamente e ir cerrando la brecha de ingreso per cápita con los países desarrollados es necesario aumentar sistemáticamente la productividad de la economía. Si bien es cierto que, en muchos sectores, Argentina puede mejorar su productividad adoptando tecnologías que ya se usan en el mundo, también debemos crear las condiciones para que la incorporación de tecnología y la innovación sean la norma y no la excepción en nuestro sistema productivo. Esto requiere que los empresarios tengan incentivos a poner la innovación en el centro de su estrategia empresarial y que se vaya creando un marco legal e impositivo junto a un mercado de capitales capaz de dar lugar a nuevos emprendimientos. Finalmente, debemos pensar en eliminar las barreras legales y sociales que frenan el proceso innovador. La peor distorsión que puede tener una economía es aquella que en pos de sostener rentas traba la innovación.

¿Qué rol juega el consumo en el crecimiento?

En la reactivación de la economía tiene un rol importante. Pero el consumo nunca es la base del crecimiento. Es al revés. Es el aumento de la riqueza lo que nos permite vivir mejor y, por tanto, aumentar el consumo. La administración kirchnerista cambió la causalidad y terminamos en una economía estancada y cada vez más regulada y distorsionada.

Si bien algunos empresarios han empezado a hablar de una reactivación del consumo, aún no se ven datos de consumo favorables ni se palpan en “la calle”. ¿A qué lo atribuye?

Lamentablemente, no tenemos una serie confiable de consumo real desestacionalizada a nivel mensual. Sin embargo, un análisis minucioso de los datos existentes ya permite ver una dinámica positiva del consumo. Eso sí, las proyecciones de la demanda agregada para 2017 que tenemos muestran un consumo privado creciendo a la misma tasa que el producto, siendo las exportaciones, importaciones e inversión los componentes que crecerían por arriba del mismo, mientras que el consumo público lo haría por debajo.

Finalmente, otra crítica que se le hace al Gobierno es que no tiene un programa económico y va cambiando según las necesidades contextuales. ¿Qué responde usted?

El Gobierno tiene un plan. El mismo se encuentra bastante descentralizado, lo cual aumenta las ganancias de especialización. Por supuesto, requiere una gran coordinación que asegure su consistencia. Ya hablamos de la política fiscal y monetaria. Sobre el crecimiento, en materia educativa, se ha lanzado el Plan Maestr@. En materia de infraestructura, el programa es amplio. La revolución que veremos en el área de transporte cambiará la anatomía del país. Se está trabajando también para restablecer la producción energética. También se trabaja en programas sectoriales como el que se hizo para el área de Vaca Muerta, los cuales buscan bajar los costos productivos removiendo rentas e ineficiencias. Está en elaboración una reforma tributaria y se ha presentado ya una ley de mercado de capitales muy importante para desarrollar el mismo. Todo esto estimulará la inversión física. El riesgo país, que afecta la misma significativamente, bajó 200 puntos básicos desde mediados de 2015 y lo seguirá haciendo en la medida que cumplamos las metas fiscales que hemos establecido. El desarrollo del mercado de hipotecas no solo contribuirá a estimular la inversión física, sino que también contribuirá al desarrollo del mercado de capitales doméstico y, por último, lo que es más importante, contribuirá a solucionar el déficit habitacional existente. Finalmente, se trabaja en ampliar los acuerdos comerciales del país. Ahora bien, el programa de gobierno va más allá de este plan. Es, ante todo, un cambio hacia la república y el respeto a las libertades individuales. También es un cambio hacia la búsqueda de consensos. Finalmente, es un cambio que tiene en su horizonte el combate a la pobreza y la corrupción.

¿Qué pasaría con el plan de Gobierno si Cambiemos sufre un traspié electoral en octubre?

El Gobierno fue elegido por cuatro años para implementar el programa de gobierno que le mencionaba. No tenemos, ni tendremos después de la elección, mayorías parlamentarias, lo cual nos obliga a seguir buscando consensos. De todas formas, estoy persuadido que el resultado electoral será favorable para el Gobierno. Somos el cambio republicano y trabajamos para sacar al país del atraso al que lo han llevado tantos años de populismo. No es siquiera viable volver atrás.