Reproducimos una entrevista realizada el jueves pasado a Sebastian Galiani, Secretario de Política Económica de la Nación Argentina, por María Iglesia del Cronista Comercial.
Esta semana el Indec publicó las nuevas cifras de pobreza para el segundo semestre de 2016. ¿Con que período es posible compararlas?
La pregunta es compleja pues el Indec, que hoy es independiente, realizó cambios en la medición de la tasa de pobreza que se aplican a las dos mediciones disponibles para 2016. Por un lado, se corrigió la subestimación que se hizo durante la administración anterior del valor de la línea de pobreza. Por otro lado, se aumentó el valor real de esa línea al ajustarse la canasta básica y el coeficiente que permite pasar del valor de esa canasta al valor de la línea de pobreza. El Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEDLAS) de la Universidad Nacional de La Plata, que dirige el economista Leonardo Gasparini, reestimó la serie histórica de pobreza, aplicando los cambios metodológicos adoptados por el Indec durante 2016 y encuentra que la tasa de pobreza urbana actual de 30.3% es incluso inferior a la última medición disponible para 2015, la cual da 30.5%.
¿Por lo tanto la pobreza hoy sería la misma que la que hubo a fines de 2015?
Eso es correcto. Más aun, yo creo, y lo dije públicamente antes de sumarme al gobierno del Presidente Macri, que la tasa de pobreza heredada es, como mínimo, la del segundo trimestre de 2016, pues ella incorpora los desajustes dejados por la administración anterior en el mercado cambiario, los cuales impactan sobre la pobreza directamente.
Tomando la serie de pobreza comparable que estimó el CEDLAS, en 2006 la pobreza fue de 40,6%, ahora estaría 10 puntos por debajo. ¿Qué más surge de la comparación en el tiempo?
Surgen los siguientes datos importantes. En 2010, la tasa de pobreza trepaba al 32.1% de las personas. Y, se puede decir, que la misma se encuentra estadísticamente estancada desde 2011. El otro dato importante es que la tasa de pobreza en 1992 alcanzó el 29.3%, cifra no mucho menor a la actual. Tenemos que cambiar esta historia. Dentro de 25 años, tenemos que poder decir que la tasa de pobreza es muchísimo menor que la tasa actual. Dos décadas trabajando bien y seriamente pueden llevar a un país de ingreso medio a desarrollarse.
¿Es posible bajar la pobreza significativamente o hay un núcleo duro de pobreza que es muy difícil de romper?
De forma directa, la pobreza depende de tres variables. El ingreso medio, la desigualdad y el valor de la línea de pobreza. Si suponemos que no cambiamos el valor real de la línea de pobreza, bajar la pobreza implica aumentar los ingresos y reducir la desigualdad. Ello requiere que la economía vuelva a crecer sostenidamente, algo que no pasa hace muchas décadas en Argentina, y además, en ese contexto de crecimiento, que la política tributaria y de gasto público permita mejorar la distribución del ingreso. Precisamente, ese es el proyecto del gobierno del Presidente Macri. Tanto el crecimiento sostenido como las mejoras distributivas necesarias para bajar la pobreza requieren reconstruir el capital humano de los argentinos, especialmente el de los chicos de los hogares de menos ingresos. En esa área, el trabajo tiene que ser prioridad tanto del gobierno nacional como de los gobiernos sub-nacionales.
Hace poco usted publicó una nota sobre la ineficiencia del gasto en educación en su blog Foco Económico. ¿Puede mejorarse la educación con el gasto que se realiza?
Si, por supuesto. Debemos hacerlo. No es fácil, pero quien dijo que las cosas van a ser fáciles. Argentina gasta 6 puntos del PBI en educación, mucho más que, por ejemplo, Chile, y a la par con la OECD, pero obtiene resultados muy inferiores. Para mejorar el sistema, habrá que avanzar en reformas de fondo, que asignen el gasto eficientemente. Para ello, es imprescindible avanzar hacia el manejo racional de los recursos humanos del sector.