Por orden presidencial, el envío argentino a la Bienal de Venecia 2013 pasó de ser una Rapsodia Inconclusa a ser una Metáfora Contemporánea. El destrato a la artista Nicola Costantino y a su obra desató un temporal de reacciones.
Nicola Costantino envió una obra de gran calidad, tocando un tema difícil como artista y no como propagandista. Con anterioridad a la apertura de la Bienal, durante el período preparatorio, las cosas venían complicadas. La voluntad y la resistencia de la artista lograron que la obra estuviera en Venecia. El conflicto estuvo latente desde el principio.
En la videoconferencia de corte de cintas, una Nicola Costantino tan agradecida como tensa le dijo a la Presidenta que ella había comenzado la obra hacía varios años sin destino específico, que no era un trabajo para la Bienal ni una obra por encargo. Dijo también que trató de mostrar una Eva no dogmática. Artísticamente lo logró, pero no existe una Eva no dogmática fuera del taller de ningún artista. Eva Perón es dogma. Nicola Costantino creyó que su arte se sobrepondría a ello, y no lo logró.
Probablemente un político avezado hubiera podido anticipar lo que ocurrió. Para un artista independiente era más difícil. En la lid política casi todo es munición. En el arte nada casi nada lo es. A diferencia de los políticos, los artistas son gente mayormente mansa, aun cuando sus obras sean estridentes. Los artistas quieren conquistar la cima estética, los políticos la cúspide del poder.
Caben algunas preguntas. ¿Es Nicola Costantino el Dr. Fausto o una incauta? ¿Hubiera ido su obra al Pabellón Argentino en Venecia con un gobierno no peronista? ¿Hay un lugar más alto que la Bienal de Venecia donde un artista pueda estar? ¿ Se puede esperar de un artista que renuncie a Venecia por prudencia? ¿Debía la artista mirar más allá de su creación y la concreción del irrenunciable sueño véneto?
Creo que, después de la videoconferencia y el corte de cintas, cuando Costantino pudo ver concluido el agregado a su ya rebautizada obra, un 25% más en videos y textos de otra autoría con propósitos no estéticos, se dio cuenta de la encerrona en que se había metido, pero ya era tarde. Su rapsodia concluía en metáfora. Haber ido a Venecia con una obra sobre Eva Perón enviada por un gobierno que reconoce ir por todo le estaba saliendo más de lo que quería pagar. Si no quería quedarse callada le quedaban dos caminos. El estruendo de retirar la obra, o la mera salvedad. El cartel manuscrito y firmado en el Pabellón pertenece a esta segunda categoría. Es un gesto claro y prudente, no escandaloso. Trató de quedar a salvo, de decir que no era del palo, pero no alcanzó. Al mismo tiempo fue como sacar la carta de abajo en un castillo de naipes. El público del arte está mirando lo que no se recuerda que hubiera acontecido antes en la Bienal y como sigue la historia. Posiblemente sea la anécdota por la que se recordará a la Bienal 2013. De cualquier manera, caviar para el periodismo.
Misteriosamente, a los tres días de la inauguración los plasmas se quedaron sin luz, como si estuvieran en Buenos Aires en verano. La metáfora se había hecho evidente. La oscuridad ocultó el desatino.
La sincera entrevista concedida por la artista a la BBC fue un acto de mayor intensidad y contundencia. Era otro naipe que caía visiblemente, mientras otros también se precipitaban de forma aún invisible, y que poco a poco se irán conociendo. Las notas periodísticas, las entrevistas y los debates en las redes sociales encabezan un largo y tenso debate. Google trends mostró una disparada en la presencia de Nicola en la web. El debate recién ha empezado, los remesones también. Hans Michael Herzog, Curador y Director de la Colección Daros Latinoamérica, vaticinó que esto le iba a hacer mucho daño a la artista. No siempre los vaticinios se cumplen. La artista ha vuelto de Venecia entera, como si viniera de tomar el te en el Florian de la Plaza San Marcos, orgullosa de su libro antológico que acaba de ser publicado en Europa en una edición estupenda.
Nicola Costantino es una artista muy importante con una trayectoria impecable, y lo sigue siendo en Venecia. Sus creaciones siempre corren los límites, esta vez más que nunca. Conservar ese prestigio y respeto con lo que se le avecina, contradecir el vaticinio de Herzog, será una tarea delicada. Su mejor arma serán las nuevas creaciones, el arte que es donde ella sobresale. Permanecer en su propio territorio, y evitar un terreno donde seguramente saldrá machucada pareciera lo mejor.
Lo de la «trayectoria impecable» de la Constantino es muy discutible. Su éxito se basó siempre en el escandalete, el abuso de la cita y la reivindicación como propias de fotos en efecto tomadas por otros… Quién sabe, quizás por eso el papelón de Venecia, en el que se metió ella misma desde el principio al aceptar que le cambiaran el nombre a su obra, termine jugándole a favor. Nada es demasiado raro en el mercado del arte contemporáneo…
Solo voy a refutar tu comentario en un hecho. Nadie puede pensar que las fotos las ha tomado ella porque ella aparece en todas. En las fotos ella es la guionista, la escenógrafa, la directora y la primera actriz. El fotógrafo tiene que ser otra persona, necesariamente.
Nunca dije que tomar la foto fuera apretar el botón, pero una foto es mucho más que dirección, guión y escenografía.
Del escandalete, el abuso de la cita y el hecho de que es extraño gritar intromisión después de haberla aceptado no has dicho nada.
Las respuestas que pedís se las dejo a Nicola y a su obra, y al transcurso del tiempo. La unica respuesta valedera del artista son sus obras. Si se la bancan es una cosa, y si no es otra. Es prematuro juzgar. Los impresionistas hicieron enojar a mucha gente en su momento. Y mirá ahora. Disfruté mucho de esta conversación, muchas gracias.