Las patas cortas de la inflación del INDEC

La manipulación de las estadísticas nacionales con respecto al aumento generalizado de precios es tan grotesca que ha merecido una nota específica de la prestigiosa publicación “The Economist” recientemente. El propósito de esta entrada es argumentar que esa “decisión de política económica”  es tan dañina como inútil.

Que resulta dañina no requiere ningún conocimiento de economía. Todos hemos aprendido de chicos una buena lección con la historia del pastorcito, que todas las noches gritaba que venia el lobo por hacerse el gracioso y la noche que efectivamente vino el lobo, nadie salió a ayudarlo. Usar la mentira como política de gobierno – mas allá de los obvios problemas éticos que genera – no solo invalida el discurso futuro si alguna vez se quiere tener una tasa de inflación civilizada, también invalida el discurso cuando se intente dar explicaciones – si es que alguna vez se encuentra una legítima –  de la tragedia de Once por ejemplo.

Es también claro que la tergiversación de los índices de precios ha sido una explicita decisión de política económica. Esta se tomo, como ya ha sido ampliamente documentado y como queda claro del análisis que sigue, a principios del 2007 y el poder ejecutivo ha decidido mantenerla desde entonces.

Queda, por lo tanto, argumentar que es inútil.  Para ello, quiero repasar el proceso a través del cual los países serios en esta dimensión (todos menos Argentina, que yo sepa) calculan las tasas de inflación. Cada mes, la oficina correspondiente envía empleados que registran los precios de algunos artículos en algunos puntos de venta. De esta forma, al final de cada mes, la oficina cuenta con miles de precios, los cuales pueden compararse con los precios del mes anterior.

Con esta información, podemos entonces calcular la inflación en tomates, en kilos de colita de cuadril, en medias de nylon o en pares de alpargatas sin cordón. Pero esos números no nos interesan tanto: los tomates pueden subir de precio porque se acabó la temporada, las medias de nylon porque prohibimos la importación de nylon y las alpargatas quien sabe Dios porque.

Por eso, la oficina correspondiente hace un promedio – donde no todos los productos importan igual – del aumento de todos los precios que tiene y a eso le llama la tasa de inflación. La idea es que todos esos movimientos en precios que se deben a factores específicos de cada bien, en el promedio se diluyen. Algunos de esos precios suben por razones específicas, otros bajan y no afectan al promedio.

Pero si lo pensamos al revés, podemos imaginar, entonces, que cada precio tiene un componente común, que es la inflación, mas un componente especifico a cada bien. Visto de esta forma, entonces, el precio de cada uno de los bienes es un indicador de la inflación, pero no un indicador perfecto, pues tiene un componente que es especifico a cada bien.

En este sentido, entonces, la inflación es una variable que es muy caro conocer, pues para ello deberíamos tener información de todos los precios, no solo de la muestra que tiene la oficina de estadísticas. Por eso, cuando una oficina seria informa la tasa de inflación, en realidad nos esta dando una estimación, que como tal tiene una margen de error estadístico, de la verdadera tasa de inflación.

Puesto de otro modo, si dos oficinas igualmente serias y competentes, midieran la tasa de inflación en la ciudad de Buenos Aires, no obtendrían el mismo número – pero si podrían darnos el margen de error estadístico.

El motivo por el cual la intervención del INDEC es inútil, es que existen otras oficinas que miden la inflación en varias ciudades del país y que no necesariamente están manipuladas como las del INDEC. Estos datos se reportan en el Grafico 1, donde podemos ver la evolución del índice de precios realizados por varias provincias Argentinas desde 2006 en adelante. Claramente hay diferencias, algunas pueden deberse a efectos regionales.

Usando la misma lógica que antes, podemos imaginar al índice de precios de cada ciudad como un indicador de la inflación en Argentina, mas un efecto regional. Lo que es posible hacer, es calcular, a través de un procedimiento estadístico, el factor que es común a las 6 provincias. Estas provincias están distribuidas por todo el país, por lo cual es difícil imaginar efectos geográficos comunes a estas 6 provincias y distintas al resto de las provincias.

GRAFICO 1

En el Grafico 1 también representamos el factor común, que es mi estimación de la inflación nacional.

Finalmente, en el Grafico 2, representamos el factor común calculado con los índices provinciales y el del INDEC. Son esencialmente idénticos hasta principios del 2007 y cuenta historias muy distintas desde entonces. Según el INDEC, desde enero del 2007 (los dos índices del Grafico 2 están hechos en base 100 en ese mes) a octubre del 2011 la inflación ha sido de un poco menos dell 50%, mientras que según las provincias, ha sido de mas del 150%.

GRAFICO 2

Para terminar, quiero enfatizar que me referí a las cifras del INDEC como cifras nacionales, no como cifras oficiales. Los índices provinciales son tan oficiales como los del INDEC.

Los sitios son los siguientes:

1. Chubut
2. Jujuy
3. Misiones
4. Neuquen
5. San Luis
6. Santa Fé