Hace ya varios años, cuando aún estudiaba el doctorado, leí un artículo de Easterly, Kremer, Pritchett y Summers con un título similar al de esta entrada.[1] Es un artículo esencialmente empírico, cuyo mensaje principal es que las tasas de crecimiento no son persistentes en el tiempo. Países que crecen a tasas muy rápidas en una década se estancan en la década siguiente, y viceversa. Me gustó la manera sencilla como ilustran esta idea, tanto así que he vuelto a usar el artículo en los cursos de crecimiento que he dado después. El siguiente gráfico (reconstruido a partir del artículo original) es un ejemplo de lo que menciono:
Tenemos países dispersos por todos los cuadrantes (los países de América Latina están indicados con una cruz). De hecho, la correlación simple entre las tasas de crecimiento del PIB por trabajador promedio de 1960-73 y de 1974-88 es de solo 0.16, para una muestra de corte transversal con 115 países. El crecimiento pasado resulta ser un muy mal predictor de la tasa de crecimiento de un país. De acuerdo a los autores, son mejores predictores del crecimiento choques temporales, principalmente los términos de intercambio.
Este resultado fue importante en la discusión durante los noventa sobre la plausibilidad de los modelos de crecimiento endógeno, en los cuales factores estructurales (innovación, capital humano, instituciones) afectan la tasa de crecimiento de largo plazo de una economía. ¿Cómo pueden ser las tasas de crecimiento tan poco persistentes en el tiempo si los factores estructurales que las determinan tienden a variar muy lentamente? ¿No será que las “buenas” políticas tienen solo efectos sobre el nivel de ingreso y no sobre su tasa de crecimiento de largo plazo?
Poniendo la discusión en el marco de la experiencia reciente en América Latina, ¿Cuánto del crecimiento de la región a partir de mediados de la década de los noventa es resultado de las “buenas políticas” y cuanto es “buena suerte”, entendida como un escenario externo favorable con altos precios de las materias primas producidas en la región? El tema no es nuevo y se ha tratado incluso en varias entradas de este blog.[2] Lo único que quiero hacer ahora es actualizar el análisis del articulo original de Easterly, Kremer, Pritchett y Summers y mostrar algunos datos más recientes.
El siguiente gráfico muestra la relación entre las tasas de crecimiento del PIB por trabajador entre dos períodos sucesivos, comparando 1980-1995 con 1996-2010. [3] La elección de los años de corte es arbitraria y posiblemente importante, pero solo quiero ilustrar que la persistencia en tasas de crecimiento sigue siendo baja. La “nube” es menos notoria que en el gráfico original y se obtiene una correlación un poco mayor (de 0.4). Sin embargo, este número se ve afectado por algunos valores atípicos. Solo eliminando China la correlación baja a 0.3. La conclusión de que las tasas de crecimiento son menos persistentes que las características estructurales de los países se mantiene.
Como se puede ver en el siguiente cuadro, la persistencia entre las tasas de crecimiento de los dos períodos es distinta entre regiones o grupos de países. Para los países de América Latina, la correlación entre las tasas de crecimiento de los dos períodos es cero. Para las demás regiones la correlación es positiva, aunque vemos que países más ricos exhiben una mayor persistencia en sus tasas de crecimiento.
¿Cómo explicar experiencias tan distintas? Siguiendo al artículo original buscamos al sospechoso habitual en los términos de intercambio. El siguiente cuadro analiza la relación entre crecimiento del PIB por trabajador y el cambio porcentual del índice de términos de intercambio.[4]
Considerando todos los países, los datos no muestran una relación sistemática entre crecimiento y términos de intercambio. Sin embargo, para América Latina la correlación es siempre positiva y especialmente alta (mayor a 0.3) en los 2000. Algo similar podemos observar en países del Africa Sub-Sahariana. Para las economías emergentes del sudeste asiático y los países desarrollados la correlación entre términos de intercambio y crecimiento es casi siempre negativa y, en valor absoluto, alta.
Los resultados que se obtienen son consistentes con (i) una baja persistencia en tasas de crecimiento en el tiempo, especialmente para países en desarrollo dependientes de la exportación de materias primas (incluyendo América Latina); y (ii) un papel importante de los términos de intercambio como determinante del crecimiento en esas economías. Los ciclos de precios de materias primas generan volatilidad en el crecimiento y podrían estar detrás de los “choques a la tendencia” que caracterizan a economías emergentes.[5]
Para terminar, creo que hace falta investigar más el impacto de los términos de intercambio sobre el crecimiento, entender los mecanismos detrás de esa relación y cuantificar su efecto. Por ejemplo, entendemos bien el impacto de los términos de intercambio sobre el ahorro y la inversión, pero menos sobre su impacto (si alguno) sobre la productividad. [6] Pero son precisamente cambios en la productividad el principal motor del crecimiento en estos ciclos de mediana duración. El tema requiere, en mi opinión, una aproximación más estructural, basada en modelos explícitos que permitan hacer experimentos contra-factuales. Solo así podremos distinguir los efectos sobre el crecimiento de las “buenas políticas” y la “buena suerte”.
[1] Easterly, W., M. Kremer, L. Pritchett y L. Summers (1993). «Good policy or good luck?: Country growth performance and temporary shocks,» Journal of Monetary Economics.
[2] Por ejemplo, en este artículo de Neumeyer del 2011, esta otra entrada de Adler y Magud y recientemente en esta contribución de De la Torre, Filippini e Ize.
[3] Agradezco a Daniel Ramos por su ayuda en la elaboración de los gráficos. Para ello, usamos la misma metodología del artículo original de Easterly et al. con los datos de la última versión del Penn World Table (v8.1).
[4] Para la variable de términos de intercambio combinamos los datos de Banco Mundial para países no europeos con información de la OCDE para países europeos. De esa manera obtuvimos un panel de 88 países con datos anuales desde 1980.
[5] Ver sobre este tema el artículo de Aguiar, M. y G. Gopinath (2007). «Emerging Market Business Cycles: The Cycle Is the Trend,» Journal of Political Economy.
[6] En Kehoe, T. y K. Ruhl (2005) “Are Shocks to the Terms of Trade Shocks to Productivity?,” Review of Economic Dynamics, los autores muestran que los términos de intercambio no pueden tener un impacto de primer orden en la productividad en un modelo sin fricciones a la asignación de recursos. Identificar esas fricciones abre una agenda de investigación importante. Una posible respuesta la da Llosa, L.G. (2013). «How Do Terms of Trade Affect Productivity? The Role of Monopolistic Output Markets,» mimeo.