Hace un buen tiempo, escribí un post sobre Catalunya (sí, en catalán se escribe así) y su relación con España.
Hoy vuelvo sobre el tema, aprovechando que la fortuna me puso de nuevo un tiempo en Barcelona, ciudad maravillosa (y que me perdone Rio…..) si las hay.
Es que en los últimos meses, los acontecimientos se precipitaron, más allá de que Grecia, las PASO, Tucumán y demases, ocuparon los espacios de los diarios y no nos dejaron verlo.
El movimiento independentista, que cuando yo llegué a vivir a Barcelona a principios de los 90 eran unos chicos graciosos que vendían remeras alegóricas en la Rambla, ha tomado cuerpo y hoy podría llegar a ser más del 50% de los catalanes.
Saber realmente cuántos son, es difícil, porque el referéndum que las autoridades catalanas propugnan desde hace un tiempo, está prohibido en la Constitución española. Luego de mucha discusión sin que un acuerdo aparezca en el horizonte, las autoridades catalanas optaron por una estrategia alternativa: llamaron a elecciones anticipadas y varias agrupaciones políticas que están de acuerdo con independizarse de España, han formado una lista única, conformada por candidatos de esas agrupaciones más personajes, más o menos celebres y sin afiliación política precisa, que apoyan el movimiento independentista.
Las autoridades han anunciado que si la lista única gana las elecciones, comenzarán de inmediato un proceso unilateral de independencia, que llevará alrededor de un año y medio, sin dar mucho detalle de cuál es exactamente el plan. Hubo declaraciones anunciando que el primer paso del proceso es declarar nula, de manera inmediata, toda la legislación española.
Este anuncio llevó a otro, emanado del gobierno central (español), aclarando que esa decisión es violatoria de la Constitución española, y que justificaría la aplicación de un artículo de la Constitución, que no se ha aplicado nunca, que permite al estado nacional (español) tomar a su cargo todas las facultades del estado catalán, disolviéndolo. Es el equivalente a una intervención federal en el caso de la Argentina.
Nadie sabe exactamente cuan probable es este caso y mucho menos cuáles serían las consecuencias, si realmente sucede. Pero lo sabremos pronto: las elecciones son el 27 de septiembre, en solo cuatro semanas.
El malestar económico suele llevar a las personas mal encaminadas a las urnas. Esa es la cuestión acá. Muchas veces una posible salida al problema económico es la entrada a las peores tragedias.