Alternativas para reducir los costos de la salud en Colombia: el papel de la Partería y de otras profesiones de la salud

El estado del sistema de salud es visto como uno de los mayores retos del gobierno actual en Colombia; la sostenibilidad y la calidad del sistema están en riesgo. Necesariamente corregir los problemas del sistema implica cambios para reducir costos, cambios a la regulación de los prestadores de salud, cambios en la organización del sector. Es probable que el sistema también necesite más recursos pero antes de llegar allá es importante agotar las medidas diferentes. Una de esas medidas, en las que Colombia está retrasada con respecto a muchos otros países en el mundo, es el de generar mejores condiciones para la participación de profesionales del sector de la salud distintos de los médicos. Mayor autonomía y mejores condiciones de las profesiones llamadas paramédicas puede reducir costos sin reducir la calidad de la provisión de los servicios de salud.

Un buen ejemplo de esto es el de la partería. En Colombia es bien conocido el desinterés y la deslegitimación de la actividad de la partería. En la primera mitad del siglo pasado paralelo al desarrollo de la enfermería también hubo impulsos para el desarrollo de la partería; pero el impulso se perdió al final del periodo. En esa época existieron programas formales de entrenamiento de parteras que rápidamente desaparecieron. Hoy en Colombia un parto y toda la atención a las madres gestantes sólo puede ser atendido por médicos y obstetras; las parteras que ejercen lo hacen básicamente por fuera de la ley ,sin ningún apoyo y vigilancia del estado y no existen programas de formación para parteras.

Esto es distinto en muchos otros países. En muchos países desarrollados las parteras son una profesión reconocida; también lo son en varios países de América Latina. En muchos casos existen programas universitarios para formar parteras y en todos los casos en que están reconocidas están sujetas a la vigilancia de los entes que aseguran la calidad en los servicios de salud. Lo que es más importante es que la partería es reconocida como una forma de reducir costos de la atención del embarazo y el parto, sin pérdida de calidad y en algunos casos con mejor calidad que la atención por parte de los obstetras[1]. Los partos asistidos por parteras parecen estar asociados a bajas tasas de mortalidad materna, reducción en las tasas de cesáreas y mejoras en otro tipo de problemas de los partos y los embarazos. Las parteras también podrían participar en programas de salud sexual y reproductiva. En la mayoría de los países desarrollados en donde la partería es legal y un parto de alto riesgo no puede ser atendido por una partera y una partera tampoco puede hacer una cesárea. Pero en partos normales sí pueden intervenir estas profesionales. La lista de lugares del mundo desarrollado en donde la partería es reconocida son: algunos estados de EEUU, Reino Unido, Canadá, Nueva Zelanda y Japón. En América Latina la partería es una profesión reconocida en Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, Perú y Uruguay (UNFPA, TheStateofWorldsMidwifery, 2011).

En Colombia existe actualmente un proyectodeleyparareconocerlapartería. El proyecto, sin embargo, no es prioridad para el congreso – fue presentado en el 2009 y el trámite de las discusiones ha sido muy lento. Pero el proyecto tiene además problemas importantes. Los dos más preocupantes son que, primero, se ve a la partería como una práctica exclusiva de las comunidades indígenas y afrocolombianas. Segundo no habla ni de la necesidad de introducir programas de formación de parteras rigurosos, ni de la necesidad de que las parteras estén vigiladas por el sistema de vigilancia de la provisión de la salud. De alguna forma, el proyecto ve la partería como un recurso de última instancia para atender partos en zonas alejadas en donde no existe oferta de estos servicios por parte de médicos certificados.

Si Colombia quiere reducir los costos de la salud sin reducir la calidad debería introducir cambios en la legislación que permitan a las parteras y a otros profesionales de la salud (a veces llamados paramédicos) intervenir en casos en los que la atención por parte de médicos no es necesaria o es demasiado costosa. Otros ejemplos de esto es permitir a las enfermeras recetar ciertos medicamentos o generar mejores condiciones para el trabajo de los psicólogos en la atención de las enfermedades psicológicas.