Sobre la matriz energética argentina y su impacto en el cambio climático

En colaboración con Diego Bondorevsky (Cippec)

En esta entrada previa presentábamos la cuestión del cambio climático. Como sabemos, las distintas fuentes energéticas emiten diferentes cantidades de gases de efecto invernadero por unidad de energía generada, y, por tanto, se las puede clasificar en función de ese parámetro, considerando más limpias a aquellas fuentes que producen menores emisiones por unidad de energía producida. En la Tabla I presentamos el contenido de carbono de los principales combustibles fósiles.

Tabla I: Contenido de carbono por fuente energética no renovable

Un país que utilice relativamente más gas natural que carbón, por ejemplo, manteniendo todo lo demás constante, tendrá una matriz energética más limpia. Por supuesto que una matriz energética será más limpia cuanto mayor sea la utilización de energías renovables. La pregunta que nos hacemos en esta nota es la siguiente: ¿cómo es la matriz energética argentina en relación a su emisión de CO2?

La Tabla II presenta datos sobre la utilización de distintas fuentes de energía en la matriz eléctrica. Comparamos Argentina con Estados Unidos, China y el promedio de los países que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Lo primero que observamos es que Argentina utiliza proporcionalmente menos energía nuclear, eólica y solar que Estados Unidos y la OCDE, pero compensa esto utilizando proporcionalmente más energía hidroeléctrica. Además, Argentina prácticamente no utiliza carbón para producir electricidad, y su generación es intensiva en gas natural, el cual es el combustible fósil más limpio de todos según vimos en la Tabla I. China, con casi un 70% de consumo de carbón, tiene una matriz menos limpia que Argentina, Estados Unidas y la OCDE. La OCDE presenta la matriz más limpia ya que es menos intensiva en combustibles fósiles que los otros tres países. Argentina también tiene una matriz más limpia que Estados Unidos. En nuestro país, la participación de energías renovables en la matriz eléctrica llega al 30%, aunque sí excluimos la energía hidroeléctrica para concentrarnos en otras como la energía solar, la eólica o la geotérmica, la participación todavía es baja: apenas del 2% – la Ley 27.191 prevé que en el año 2025 el 20% de toda la generación de energía de Argentina sea sustentable. Esta ley considera como fuentes de energías sustentables no solo a las ‘nuevas fuentes de energía’ como solar y eólica, sino también la hidráulica cuando esta proviene de centrales con potencia inferior a 50MW. Hoy, la generación ‘sustentable’ alcanza el 4% del total de la generación de energía en el país.

Tabla II: Participación por tipo de fuente de energía en la generación de electricidad, año 2017


Ahora bien, un país puede tener una matriz relativamente más limpia que otro, pero utilizar su energía ineficientemente, de forma de terminar emitiendo más dióxido de carbono por unidad de producto que otro país más eficiente, pero con una matriz menos limpia. Debido a esto, en la Tabla III comparamos directamente indicadores de emisiones de dióxido de carbono (CO2). Dos resultados aparecen claros en el análisis. Primero, Argentina emite relativamente muy poco en relación a los grandes emisores del mundo. Segundo, sus emisiones por unidad de producto comparable son relativamente bajas y están a la par de las de la OCDE.

 

Tabla III: Indicadores de emisiones de dióxido de carbono asociadas a la quema de combustibles


En la Tabla IV presentamos la distribución de emisiones de CO2 por sector. La mayor concentración de emisiones siempre se da en el sector “generador de electricidad y calor”. Argentina, sin embargo, presenta en dicho sector una menor proporción del total de sus emisiones en comparación con las otras economías, mientras que la participación del sector residencial es más alta. Esto se debe principalmente a la forma específica en que se consume la energía en nuestro país. A diferencia del resto de los países, Argentina tiene una extensa red domiciliaria de gas natural. Así, cuando en el resto de los países los combustibles se queman en las centrales y la distribución de esa energía es eléctrica, en nuestro país quemamos una proporción comparativamente alta del combustible (el gas) en nuestros hogares. Esto genera que las emisiones residenciales ganen participación a costa de las de generación eléctrica y calor. Sin embargo, no podemos descartar que una parte de la participación comparativamente alta del sector residencial en Argentina se deba a un uso ineficiente de la energía por parte de las familias debido a los altos subsidios energéticos otorgados hasta 2016.

Tabla IV: Emisiones de CO2 resultantes de la quema de combustible, por sector, año 2016

 
Finalmente, comparemos las economías consideradas en relación a su eficiencia energética. La eficiencia energética se define como el conjunto de acciones que permiten optimizar la relación entre la cantidad de energía consumida y los productos y servicios finales producidos con dicha energía. Un incremento en la eficiencia energética permite disminuir el uso de energía para obtener una misma cantidad de producto. La Tabla V presenta este indicador.

 

Tabla V: Intensidad de uso de la energía


Analizando este indicador encontramos nuevamente que el coeficiente de intensidad de uso de la energía es similar para la OCDE y Argentina, siendo mayor para Estados Unidos y China –países, estos últimos, que muestran una tendencia decreciente en los últimos años. 

En conclusión, no detectamos un uso ineficiente de la energía en Argentina, salvando acaso alguna ineficiencia en el área residencial que el cambio de política tarifaria encarado por la actual administración debería ir revirtiendo en el tiempo. Adicionalmente, encontramos que el país posee una matriz energética relativamente limpia.