Un peso fuerte, sí, pero ¿cuándo?

El peso se está depreciando y no parece tener freno. En un año se depreció 25%. ¿Estamos ante una crisis económica? ¿Son tan malas noticias? La verdad es que no es para tanto. La posición financiera de México es relativamente sólida, ya que como han explicado el Secretario de Hacienda y el gobernador del Banco Central, tenemos una estabilidad macroeonómica envidiable en comparación con otros países. El peso vale menos de lo que debería en este momento y, como decimos los académicos, ya subirá. Pero ¿cuándo?

El tipo de cambio es una variable macroeconómica muy importante, ya que establece el valor en dólares de lo que un mexicano puede comprar en el extranjero y lo que un extranjero puede comprar en nuestro país. De esta manera, lo que compramos en Estados Unidos es 25% más caro que hace un año: si una tablet costaba 10 mil pesos hace un año, ahora vale 12 mil quinientos. Obviamente esto no se traduce directamente en los precios de esos bienes dentro de nuestro país. ya depende de qué tanta competencia haya en los mercados.  A mayor competencia, menor poder tendrán para aumentar los precios, ya que un vendedor de tablets Apple tiene como competidores a Samsung, Sony, etcétera, por lo que no podría subir tanto como quisiera. Sin embargo, aquellos bienes importados que no tienen sustitutos sí aumentarán de precio, por ejemplo, medicinas o turismo en el extranjero. La clase media que compra estos bienes verá mermado su poder de compra. Sin embargo, en el corto plazo, la depreciación del peso no tendrá un efecto significativo en el poder de compra de los consumidores y, por ello, la inflación se ubica por debajo del 3%.

Por otra parte, también la depreciación del peso representa una mayor competitividad de los productos mexicanos en el extranjero, ya que se han abaratado significativamente. Esto representa un repunte importante para las exportaciones y, con ello, generará riqueza y empleos. Ahora bien, esta competitividad es relativa, ya que hay países como Rusia, Brazil o  China que han tenido una mayor depreciación de su moneda, por lo que se han vuelto más  competitivos que México.

Es cierto que la estabilidad macroeconómica de nuestro país ayuda (como ayudó en el 2008). Un país con baja inflación, defícit controlado y deuda pública reducida presenta menos riesgos aunque seguimos siendo una economía integrada al mercado internacional. También es cierto que hemos hecho reformas profundas, pero estas no se manifiestan de golpe, se necesitan años para que los mercados de energéticos se vuelvan más competitivos y tardaremos décadas en que el sistema educativo genere trabajadores calificados que puedan aumentar la productividad en todos los sectores. Por último, falta mucho para que el sistema bancario cumpla con su cometido de hacer que el ahorro aumente y lo convierta en inversión.

Para que el peso valga más deben entrar más capitales y, para que eso suceda, debemos ser atractivos a los capitales internacionales. ¿Cómo? Haciendo que la inversión genere altos rendimientos y en un marco socio-político-económico sólido y de bajo riesgo. Una vez que se disipe la incertidumbre el peso recuperará algo de lo que ha perdido. Sin embargo, para que nuestra moneda sea una moneda fuerte  a largo plazo, nos queda mucho trabajo por hacer.