Consideraciones sobre el traspaso de movimientos cambiarios a los precios en México

El impacto de movimientos en el tipo de cambio sobre los precios domésticos ha sido un tema recurrente de análisis entre hacedores de política y académicos. Durante el último año el peso mexicano, al igual que las monedas del resto de las economías emergentes y avanzadas, se ha depreciado respecto al dólar estadounidense. En particular, ha perdido alrededor de 22 por ciento de su valor en relación con la divisa de los Estados Unidos. En este contexto, se ha discutido ampliamente el riesgo de que lo anterior pudiera incidir sobre la evolución de la inflación. No obstante, la inflación general y la subyacente en México han mostrado una tendencia descendente durante el año, para ubicarse en 2.27 y 2.35 por ciento en noviembre de 2015, respectivamente. Así, la inflación no solo se encuentra por debajo de la meta permanente de 3 por ciento que se ha trazado Banco de México sino que se ubica en el nivel más bajo desde que se comenzó a elaborar el Índice Nacional de Precios al Consumidor en 1969. Este comportamiento favorable de la inflación se ha dado a pesar de una depreciación significativa de la moneda nacional. Ello amerita un análisis.

En principio, una depreciación del tipo de cambio  puede incidir sobre los precios al consumidor a través de diversos canales. En términos generales, los efectos de ajustes en el tipo de cambio sobre los precios domésticos pueden agruparse en efectos de primera y de segunda ronda. Respecto a los primeros, una depreciación cambiaria aumenta el precio en pesos mexicanos de los bienes de consumo importados. Asimismo, los precios de los bienes de consumo nacionales que compiten con los productos importados también tenderían a verse presionados al alza. Aunado a lo anterior, como resultado de una depreciación, los costos de las empresas nacionales que utilizan insumos y bienes de capital importados tenderían a aumentar y es previsible que dichas empresas traten de trasladar sus mayores costos, o parte de ellos, a los precios de los bienes finales. En cuanto a los efectos de segunda ronda, estos se presentan cuando ante una mayor inflación, asociada a los efectos de primera ronda, los agentes económicos comienzan a ajustar al alza sus expectativas de inflación de mediano y largo plazo. Bajo estas condiciones, tendería a observarse un aumento generalizado de precios. Es decir, no solo aumentarían los precios de bienes comerciables sino también aquellos de bienes no comerciables y servicios. Cabe señalar que lo anterior suele ocurrir cuando el compromiso de un banco central con el objetivo de estabilidad de precios no es plenamente creíble y, en consecuencia, las expectativas de inflación no están bien ancladas.

A lo largo de la historia económica de México, el impacto de ajustes en el tipo de cambio sobre la inflación solía ser significativo. En la Gráfica 1 se muestra la evolución de la inflación general anual y la variación anual del tipo de cambio nominal desde enero de 1976 hasta noviembre de 2015. Como puede observarse, hasta aproximadamente principios de la década pasada ambas series se encontraban estrechamente correlacionadas (0.787). No obstante, a partir del año 2000 el grado de correlación entre la inflación y las variaciones del tipo de cambio nominal disminuyó considerablemente (0.017). Así, la Gráfica 1 sugiere que en los últimos 15 años el traspaso de movimientos en el tipo de cambio a los precios al consumidor parece haber sido muy moderado. Estimaciones recientes de Banco de México utilizando metodologías de series de tiempo, en particular un modelo de vectores autoregresivos, y datos de enero de 2000 a junio de 2015, encuentran que ante una depreciación de 1 por ciento del peso mexicano el impacto acumulado a lo largo de 12 meses sobre la inflación es de 3.8 puntos base. En este contexto, en contraste con lo ocurrido durante los años 80s y medianos de los 90s cuando ajustes al alza en el tipo de cambio nominal estuvieron asociados con repuntes importantes en la inflación, la depreciación del peso mexicano en 2008-2009 no tuvo un efecto importante sobre la inflación. Más recientemente, como ya se mencionó, durante el último año la depreciación de la moneda nacional ha coincidido con niveles mínimos históricos para la inflación general anual, por lo que su impacto sobre el comportamiento de los precios ha sido moderado y se ha limitado en un número reducido de bienes, particularmente bienes durables.

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Ante esta evidencia una pregunta obligada es qué factores explican el bajo traspaso de fluctuaciones cambiarias a los precios domésticos en los últimos 15 años y, particularmente, en el episodio reciente de depreciación del peso mexicano de noviembre de 2014 a la fecha. En primer término, una política monetaria creíble enfocada en la estabilidad de precios ha contribuido a crear un entorno de inflación baja y estable en México. Ello ha propiciado un anclaje sólido de las expectativas de inflación de mediano y largo plazo. Bajo estas condiciones, ante depreciaciones del tipo de cambio no se observan los efectos de segundo orden sobre los precios a los que ya se hizo referencia anteriormente. En segundo término, en los últimos años la economía de México ha exhibido un ritmo de crecimiento moderado, por lo que han prevalecido condiciones de holgura en la economía. Bajo estas circunstancias, las empresas que usan insumos y bienes de capital importados disponen de un menor margen de maniobra para trasladar sus mayores costos a los precios al consumidor. En tercer término, durante el presente año algunos precios se han movido a favor de los productores nacionales. En particular, se ha observado una caída en los precios de insumos de uso generalizado como energéticos, materias primas y servicios de telecomunicaciones, en parte como resultado de las reformas estructurales implementadas recientemente. Estos menores precios han tenido un efecto favorable sobre los costos de las empresas y posiblemente ha contribuido a que estas no hayan aumentado sus precios ante la depreciación cambiaria. Por último, las estrategias de fijación de precios de las empresas que participan en el comercio exterior pueden haber tenido un impacto favorable en la evolución de los precios de los bienes de consumo importado. En particular, ante la depreciación cambiaria las empresas que exportan bienes a México pueden haber ajustado a la baja los precios de sus productos en moneda extranjera. Ello en un intento por mantener su participación en el mercado. Dicho comportamiento depende de factores como el grado de competencia que enfrentan dentro del país y la elasticidad de la demanda del bien en cuestión.

En resumen, el bajo traspaso de fluctuaciones cambiarias a los precios al consumidor que se ha observado aproximadamente en los últimos 15 años en México, sugiere que el compromiso del Banco Central con el objetivo de estabilidad de precios ha ido adquiriendo una mayor credibilidad. Como resultado del avance en el control de la inflación, el anclaje de las expectativas de inflación de mediano y largo plazo se ha ido fortaleciendo. En este sentido, una política monetaria enfocada en el objetivo de estabilidad de precios e implementada por un banco central autónomo ha sido fundamental para que la inflación haya tenido una evolución favorable durante este año, alcanzando niveles mínimos históricos, a pesar de la depreciación del tipo de cambio.