Reducir la desigualdad es un desafío fundamental para alcanzar el desarrollo y se ha transformado en un objetivo transversal en esta campaña presidencial. Este drama suele mostrarse en estudios e indicadores económicos, pero es en la ciudad donde la desigualdad se hace evidente de forma cruda y cotidiana.
Basta tomar un bus en Santiago, cruzar un puente en Concepción o subir un cerro en Viña del Mar para ver cómo los edificios van perdiendo calidad, las calles se angostan y las veredas desaparecen, las plazas se reemplazan por sitios eriazos o basurales, y la inseguridad se hace evidente con la proliferación de rejas o el abandono de espacios públicos.
La crudeza con que la ciudad evidencia la desigualdad es también una oportunidad de generar equidad en plazos breves si se intervienen las áreas donde las brechas son más evidentes. Se han hecho muchos avances en política habitacional, pero la realidad que hoy enfrentamos, así como las necesidades que ha generado el progreso, requiere moverse decididamente de la cantidad a la calidad. Como Espacio Público hemos formulado un conjunto de propuestas para ello. La primera es evitar que el paisaje se deteriore a medida que cae el ingreso en ejes viales de importancia. Para ello proponemos cambiar la lógica del corredor de transporte por la de “grandes alamedas”: extensiones lineales que en su recorrido por la ciudad conserven los mejores estándares urbanos, “nivelando hacia arriba”, con avenidas arboladas, mobiliarios, luminarias y paraderos similares a los sectores más acomodados, así como velocidades mayores para los buses.En segundo lugar proponemos crear Zonas de Equidad Territorial (ZET) en los distritos que presentan los índices más altos de segregación, como Bajos de Mena y Los Morros en Santiago, la Chimba Alta en Antofagasta, Montedónico en Valparaíso o Boca Sur en el Gran Concepción.
Siguiendo la lógica del programa “Quiero Mi Barrio”, pero con un área de acción mayor, proponemos focalizar en las ZET acciones y recursos para recuperar espacios públicos y viviendas, e implementar tarifas rebajadas en transporte público para sus residentes, a objeto de aumentar su movilidad y reducir la fuerte incidencia de las tarifas en su salario. Desde estas ZET debieran salir las grandes alamedas.
Una tercera propuesta es llevar servicios a los barrios segregados, mediante un programa de centros cívicos que eleven la “intensidad urbana” más que la densidad de la ciudad. Estos nuevos polos estarían formados por bibliotecas, escuelas, museos interactivos, consultorios y comisarías, y rodeadas por un gran parque. Los centros cívicos llevarían a la periferia segregada los mejores estándares de la ciudad moderna, mediante edificios de arquitectura innovadora y de excelente calidad constructiva con un método de diseño que haga partícipe a la comunidad.x Para materializar estas propuestas se necesitan recursos, nuevos instrumentos y nuevas formas de gobierno. Los subsidios, que han dominado las políticas urbanas, no son suficientes y deben ser complementados con más inversiones públicas en infraestructura y servicios. Además, la mantención de estos nuevos espacios o áreas verdes no puede quedar radicada en los municipios, ya que carecen de presupuestos para asumir esta responsabilidad en gran parte del país.
Por ello proponemos crear un gobierno regional con atribuciones y recursos para diseñar, financiar y mantener las Grandes Alamedas, las ZET y los Centros Cívicos, coordinando, con potestad y no solo buena voluntad como hasta ahora, a los actores públicos que deben intervenir para que estas ideas se materialicen y mantengan en el tiempo.
Como esta reforma institucional puede tomar tiempo, hemos propuesto una fuerza de tarea de corto plazo para construir grandes alamedas, centros cívicos y ZET en las 20 zonas más vulnerables de las principales ciudades de Chile, lo que permitirá validar los supuestos o realizar ajustes para optimizarlos, cuando la nueva institucionalidad esté operativa.
En síntesis, proponemos que la ciudad sea vista como una fuente para generar equidad en plazos compatibles con uno o dos gobiernos, mediante acciones estratégicas que transfieran estándares y calidad del primer mundo a zonas segregadas que no pueden seguir esperando que el desarrollo les pase por el lado.