Publicado por La Tercera, 5 de marzo de 2013
Se anticipa un año especialmente complejo en materia de congestión. Al aumento del parque vehicular, se suman los desvíos de tráfico por la ejecución de 100 obras viales, de las cuales, siete equivalen a proyectos estratégicos para nuestra ciudad.
Las iniciativas más relevantes son los tramos Las Rejas Norte y Departamental del corredor de buses “Anillo Intermedio”, la renovación urbana del eje Jorge Canning en La Legua o el esperado mejoramiento del enlace entre Costanera Norte y Autopista Central, uno de los cuellos de botella más importantes del sistema de autopistas.
También destacan las obras de las líneas 3 y 6 del Metro, fundamentales para enfrentar el escenario de congestión y que han podido avanzar sorteando las populistas exigencias de los municipios de Santiago y Providencia, que hubiesen generado retrasos y aumentos de costos sin justificación social.
No corrieron la misma suerte Américo Vespucio Oriente o los corredores de buses de Alameda, J.J. Pérez y Matta, todos postergados por conflictos vecinales. El mismo riesgo que afecta al corredor de San Pablo y al tren expreso a Rancagua, si no se resuelve bien su emplazamiento urbano. Tampoco vimos avance en los parques prometidos para Santiago, Copiapó, Osorno o Talca y en gran parte de la cartera de concesiones, que además de autopistas y edificaciones públicas, incluía hospitales de las ciudades afectadas por el 27/F.
Ahora, todas estas iniciativas deberán ser confirmadas o reformuladas por las nuevas autoridades que asuman en 2014. ¿Qué puede hacer el gobierno entonces? Lo primero es dejar de lado los anuncios o las ceremonias de “primeras piedras” y concentrarse en pocas iniciativas, donde pueda mostrar resultados y dejar un legado relevante.
Además del transporte, la prioridad debe ser reducir la segregación urbana, especialmente luego de las críticas conclusiones de un informe de la Ocde que ubica a Santiago como la ciudad más desigual de la muestra, ensombreciendo el positivo escenario que muestran las cifras macroeconómicas.
Una señal potente para abordar este problema es iniciar el programa de demolición de bloques de vivienda social irrecuperables, que contempla cuatro mil unidades para 2013, con subsidios de salida y opciones de relocalización para las familias. Además, hay que llevar servicios y áreas verdes a decenas de barrios vulnerables y materializar, o dejar muy avanzados, proyectos de transporte que disminuyan los tiempos de viaje hacia estos sectores segregados.
Otro tema ineludible son los campamentos. Eliminarlos ha sido la gran promesa incumplida de los últimos gobiernos. Ahora ya no sirven los diagnósticos ni los discursos; se requieren metas concretas y cronogramas que precisen qué campamentos serán erradicados en 2013, con un foco en Valparaíso, que concentra el 27% de las familias que viven en tan precarias condiciones.
Muchos de estos temas formarán parte de la campaña presidencial que copará la agenda de 2013 y donde la ciudad debiera tomar un rol protagónico, como lo han anticipado varios candidatos. Habrá que ver si estas intenciones se traducen en programas y si éstos pueden ser ejecutados en cuatro años, lo que seguramente dará tema para varias columnas.