Bikinis Brasileñas y las Falacias del Relato: Argentina no vive el proceso de crecimiento más importante en sus 200 años de historia

Muchos años atrás tuvo lugar en el Hindú Club, en la provincia  de Buenos Aires, un encuentro sobre política económica organizado por el Instituto di Tella. Marcado por el espíritu ecléctico y pluralista que caracterizaba al Instituto, participaron del mismo un espectro particularmente amplio de académicos de los principales centros de nuestro país de aquel momento (ITDT, CEMA, Universidad de Buenos Aires, CEDES), funcionarios de organismos internacionales (IMF, Banco Mundial) y  académicos extranjeros. Recuerdo ahora sólo algunos nombres,  Dornbusch, Tanzi, Corbo, Guillermo Ortiz, Carlos Rodriguez, Guido di Tella, Rolf y Ana Mantel, entre tantos otros.

El debate se tornaba áspero especialmente ante los ojos de un joven asistente que, como yo, observaba las discusiones con una mezcla de deleite y asombro. Se discutían los méritos de los distintos planes de estabilización que por entonces se instrumentaban en América Latina  para intentar frenar procesos desbocados de inflación y crisis externas (en lo que años después se conocería como la “década perdida de América Latina”). En lo más álgido de una discusión, donde se esgrimían números desde distintas posiciones, un conocido econometrista brasileño cuyo nombre me reservaré, logró distender el clima  señalando: “Todos sabemos que las estadísticas son como las bikinis brasileñas, lo que muestran es muy importante, pero lo que ocultan…es lo esencial”.

Mencionada con otro espíritu, nunca más cierta aquella afirmación que en la Argentina de 2007 a la fecha. Desde entonces la incipiente construcción por parte de los sucesivos gobiernos de Néstor  y Cristina Kirchner de un Relato pretendidamente épico, determinó la progresiva intervención en las estadísticas oficiales. La misma implicó, como todos sabemos pero tal vez no esté de más recordar, una marcada subestimación de los indicadores de inflación y desde el 2008, la modificación de las estimaciones de actividad. Por supuesto la lista de indicadores no es exhaustiva pero ciertamente incluye entre otros a las estadísticas de Pobreza, Indigencia, Balanza de Pagos, etc. El proceso fue, y es, tan agudo que incluso  ha merecido algún reproche en el aséptico (críptico) lenguaje del Fondo, junto con la reciente renovada promesa de sanciones si las prácticas no se modifican en 90 días, esto dicho nuevamente  y casi con las mismas palabras del comunicado anterior…más de 5 años después de que las mismas comenzaran. Y su exclusión lisa y llana de las páginas de The Economist.

Para asegurarse que la bikini tuviese la dimensión necesaria, como sabemos, no se reparó en medios: millonarias multas a quienes intentaron construir fuentes alternativas, la supresión de índices de precios de los institutos de estadísticas provinciales, sanciones laborales y hasta denuncias judiciales a los empleados que se opusieron, ataques desde los medios públicos de difusión, entre tantos otras.

De todos modos, en 2009 el PBI se contrajo tal como nos señalaran los analistas privados, mientras el INDEC reportaba solo dos trimestre de caída y un 0.9% de crecimiento interanual. Para entonces, el gobierno había ya incorporado como uno de los elementos centrales de su relato, una afirmación lanzada tal vez en un exceso de ansiedad, por el ex ministro Lavagna cuando éste todavía se encontraba en funciones. La Argentina, según éste, disfrutaba de un proceso único en nuestra historia, por su duración e intensidad, de crecimiento sin parangón en sus 200 años de historia (si tomamos la deposición en Mayo de 1810 del Virrey Cisneros como el comienzo de lo que hoy conocemos como República Argentina). Esta afirmación repetida en distintas ocasiones por el ex Ministro se convirtió en una de las verdades angulares del Relato, el que alcanzó su zenit durante las Fiestas del Bicentenario, aunque para entonces el mérito ya no correspondía a nuestro ex Ministro sino a la vocación refundadora del proceso iniciado por el matrimonio Kirchner. Difundido por los numerosos medios oficiales y para oficiales que configuran el crecientemente poderoso aparato de difusión del Gobierno, formado por canales de televisión, diarios, radios, contenidos, TV digital, pauta oficial, periodistas cautivos y Futbol para Todos, la misma se transformó, dentro de nuestras fronteras, en parte de las verdades oficiales .

Sin embargo, un simple ejercicio aritmético nos muestra  una realidad bien distinta.

La Tabla 1 que se reproduce a continuación presenta tasas de crecimiento del PIB  de Argentina desde 1900 a la fecha. Elegimos 1900 como año de partida, pues es desde ese año existen datos de PIB con mayor grado de confiabilidad, las series de CEPAL publicadas en 1950. Se dejan de lado por lo tanto series más precarias, como las resultantes del muy destacable esfuerzo de Ferreres (2010) que llega hasta 1810, o las que realizaran para el último segmento del siglo XIX con algo más de información Cortes Conde (1994) y Della Paolera y Ortiz (1995). De todos modos esto fortifica el argumento que intentamos corroborar, pues en cualquier caso no tomamos en consideración, por prudencia, 90 años en los cuales existieron importantes periodos de crecimiento adicionales.

A diferencia de análisis[1] más sofisticados, aquí  se elige presentar los datos sin filtrarlos previamente. Se presentan con una periodicidad anual pues no se dispone para décadas previas a las dos últimas del siglo pasado, de datos de periodicidad trimestral, lo que reduce algo la precisión del análisis, en particular en cuanto al ordenamiento de la longitud de los procesos[2].

Aclarado todo esto resulta claro que el período de crecimiento post/Convertibilidad 2002/2008 se ubica 5to en la historia Argentina en cuanto a duración, con 6 años  que se interrumpen con la recesión de 2009, y 4to en cuanto a su magnitud.  El ranking como era de esperar lo lidera la Argentina de la “Belle Epoque” (término vuelto a popularizar recientemente por Taylor y Della Paolera) con 11 años de crecimiento en los que Argentina más que duplicó su PIB. Si dejamos de lado una breve interrupción en 1925, la Argentina disfrutó de otro período de 11 años de crecimiento entre 1917 y 1929, en que creció un impresionante 117% y luego en los años 60, cuando también crece otros 11 períodos solo que esta vez a una tasa más lenta[3]. Y en cuanto a duración este último período también está por detrás de los diez años posteriores a la Gran Depresión (1932/1942), e iguala al de los años 50 (1952/1958).

Si comparamos el crecimiento de la Argentina contra un grupo de países de control (última columna de la Tabla 1), países denominados como de colonización reciente (Canadá, EEUU, NZ y Australia), una comparación ciertamente más relevante para períodos anteriores que para la empobrecida Argentina actual, el período 2002/2007 aparece también cuarto.  De esta columna, si surge como elemento adicional una visión más pesimista de los años que transcurren entre 1963 y 1974.

Esta mirada no se modifica mayormente si, como hacemos en la Tabla 2, utilizamos como punto de partido, el pico y no el valle anterior al período de expansión.  Los años Duhalde/Kirchners, si Duhalde, que al fin y al cabo algo tuvo que ver para bien y para mal, aparecen nuevamente cuartos. Como se ha argumentado muchas veces, incluso en este portal, una razón es que la crisis anterior, 1999/2002, es la más larga (4 años) e intensa (-18.4%) de la historia argentina documentada, excepto tal vez por la I Guerra Mundial, si se decide obviar el expansivo año 1915 (Tabla 3[4])[5].(con 1 de contracción) El crec es de 116.6% contra 93.4% del grupo de control.

En resumidas cuentas, el período de crecimiento Kirchnerista aunque importante en duración e intensidad,  y dicho sea de paso particularmente útil para su consolidación en el poder, de ningún modo representa el mayor de la historia de la República Argentina, mientras conviene aclarar que poco sabemos todavía con precisión sobre el siglo XIX.  Lo que si sabemos con certeza es que este período de expansión post/Convertibilidad siguió a la (o una de las dos) recesiones más agudas y prolongadas  de 1900 a la fecha.

Más aún, la semana pasada, el INDEC anunció una variación inter anual de 0% entre el  II Trimestre de  2012 e igual período de 2011, lo que acumula un crecimiento semestral de 2.4%, pero que distintas consultoras ubican para ese período más realistamente en un 0%. Esto coloca a la Argentina, por encima incluso de Brasil, como los países de la región con una más brusca desaceleración en su nivel de actividad con respecto a  los niveles de crecimiento de 2010 y del primer semestre de 2011, fenómeno que anticipáramos en una colaboración anterior de Foco Económico. Aún cuando los dos últimos meses parecen señalar que cierta reactivación pareciera estar en camino, tengo toda la sensación que bajos niveles de crecimiento y la vuelta de otro viejo conocido de los argentinos, los ciclos de “stop and go”, formarán parte de nuestra nueva realidad si, como todo parece indicar, la política económica sigue transitando por los atribulados carriles actuales. Una realidad para la cual será  necesario agregar mucha más tela a las bikinis.


[1] Al respecto ver Bermudez, Harriague y Ortiz (2000) y Buera, Navarro y Nicolini (2011).

[2] Una clarificación muy relevante es que no procedemos a modificar las tasas de crecimiento en función de las sucesivas reestimaciones del nivel del PIB que generaron los distintos recálculos de base con información censal , como hiciéramos por ejemplo en Della Paolera y Ortiz (1995). Si lo hiciéramos, incrementaríamos las tasas de crecimiento pasadas haciendo comparativamente aún más desfavorable el período 2002/2008.

[3] El análisis en términos per cápita no modifica las principales conclusiones del análisis.

[4] Ningún período tiene la longitud necesaria para ser incluida en esta lista a posteriori de 1974. Como notaron Bermúdez, Harriague y Ortiz (2000) y Buera, Navarro y Nicolini (2011) ese año marca un quiebre de un mal desempeño de la economía argentina a uno muy malo. Existe una significativa reducción de la tasa de crecimiento y un aumento notable en la volatilidad cíclica. Más controversia existe sobre los comienzos de la mala “performance” de la economía argentina. Algunos autores como Di Tella y Zimmerman, o Taylor ubican el comienzo del bajo crecimiento relativo en la I Guerra Mundial. Otros como Díaz Alejandro, tesis que este autor suscribe, luego de la II Guerra Mundial.

[5] Cabe consignar que sólo se incluyen las recesiones que fueron seguidas por períodos de crecimiento extendidos. Queda así excluida la importante recesión “hiper inflacionaria” de tres años de duración de 1988-1990 cuando el PIB declina un 10.4% y la post –Tablita con una caída de 5.9%. La primera fue seguida por el período de oro de la Convertibilidad que duró 4 años (1991-1994), mientras que el segundo solo fue seguido por dos años de expansión (durante la llamada “década perdida”).