Publicado en Reportajes de La Tercera, sábado 7 de julio del 2012
La tragedia Argentina siempre ha sido que el todo sea menos que la suma de las partes; que tanta gente civilizada sea gobernada por tanto político bárbaro. Si el nivel de hastío sigue subiendo, y el gobierno insiste en su populismo autoritario -ambas cosas muy probables-, es posible que las fuerzas de la civilización se unan y que ejerciendo sus derechos le pongan atajo a la barbarie.
La relación entre Chile y Argentina ha sido, siempre, complicada. Durante décadas los chilenos mirábamos a nuestros vecinos con una mezcla de admiración y envidia. Y no era tan sólo por la superioridad futbolística argentina. También tenía que ver con el desplante de los porteños, su arrogancia -verdadera o percibida-, sus artistas de calidad superior, sus carnes tan tiernas como sabrosas, esos chocolates suaves que se derretían en nuestras bocas, y la música maravillosa de Gardel, Soda Stereo, y Fito Páez.
Cuando yo era niño, viajar a la Argentina era todo un acontecimiento. Los afortunados se preparaban durante meses, y hacían listas de las cosas que comprarían, de los lugares a los que había que ir, y de las comidas que tenían que probar. Los más osados regresaban llenos de historias inverosímiles, las que casi siempre involucraban discotecas maravillosas -como el afamado Mau Mau-, o modelos espectaculares e inalcanzables. Pero eso no era todo: como ha dicho el novelista Mauricio Electorat, cuando llegaba el verano y las playas se llenaban de transandinos, muchos de nosotros temblábamos al pensar que “el argentino de rigor” podía robarnos a nuestras noviecitas.
En los últimos 15 a 20 años las cosas han cambiado profundamente. El complejo de inferioridad de antaño ha dado paso a una actitud de superioridad, y a un desdén que sin ser estridente, es palpable. Para la mayoría de los chilenos, Argentina ya no genera ni admiración ni envidia. Yo diría que el sentimiento mayoritario hacia la transandina república es de pena. Esa lástima o compasión que uno siente por los tíos viejos que alguna vez fueron exitosos y encantadores, pero que con el paso de los años se han transformado en seres roñosos y un poco patéticos.
Prácticamente todos los días del año la prensa chilena da cuenta de un nuevo ranking que demuestra que Chile está por encima de la Argentina. Titulares a ocho columnas informan que nuestro país es menos corrupto (Transparency International), tiene mejor educación básica (prueba PISA de la OECD), da más facilidad a los emprendedores (Doing Business del Banco Mundial), y cuenta con mejores universidades (Times de Londres).
Hoy en día, y con las importantes excepciones del fútbol y el cine, los chilenos miran a Argentina hacia abajo.
UNA MIRADA HISTORICA
En 1845 Domingo Faustino Sarmiento publicó su libro más importante: Civilización y Barbarie: Vida de Juan Facundo Quiroga. A la sazón, Sarmiento -quien llegaría a ser el séptimo presidente argentino- se encontraba exilado en nuestro país, donde fungía como profesor de la Universidad de Chile y director de la Escuela Normal.
En esta obra, Sarmiento argumenta que el gran dilema de la Argentina era decidir entre un futuro de civilización o uno de barbarie. La primera era asociada con la ciudad -especialmente con Buenos Aires-, la cultura occidental, y las ideas republicanas. La barbarie, en contraste, era la principal característica del interior del país, y estaba encapsulada en la forma de ser de los gauchos y los indios. Mientras los “civilizados” tendían a asociarse entre ellos y a convivir en forma pacífica, los “bárbaros” vivían aislados y rechazaban las agrupaciones civiles; eran huraños, violentos, y poco respetuosos de las leyes y de los demás. En términos modernos, lo que distinguía a la civilización de la barbarie era el acervo de capital social y el nivel de confianza interpersonal.
En un libro posterior -Viajes de 1849- Sarmiento profundizó estas ideas, y postuló que el sistema político y social de los Estados Unidos era la mayor expresión de lo civilizado. Al igual que a Alexis de Tocqueville -el autor de Democracia en América-, lo que más impresionó a Sarmiento sobre los EEUU fue el que las distintas comunidades se gobernaran en forma independiente, descentralizada y democrática, y que en ellas hubiera múltiples asociaciones ciudadanas que creaban un sentido de responsabilidad, propósito, y futuro. Y, claro, también le impresionó que todo eso llevara a la prosperidad y al progreso.
Más de 150 años después de la publicación de Facundo el dilema entre civilización y barbarie sigue carcomiendo a la Argentina. Ahora no es, como lo percibía Sarmiento, un conflicto entre la culta población urbana y los toscos del campo. Ahora el conflicto es entre una clase política mediocre y rapaz, y el ciudadano medio que aspira a vivir en un país ordenado y predecible, donde pueda desplegar sus talentos, dar rienda suelta a su creatividad, y criar a su familia en un ambiente de mínima seguridad.
UN EQUILIBRIO INESTABLE
Hace unos días le escribí a un amigo argentino que vive en Europa, y le hablé de la vigencia del dilema de Sarmiento. Me contestó de inmediato, diciéndome que temía que la barbarie llevaba todas las de ganar. Luego parafraseó a Porfirio Díaz y dijo, “Pobre Argentina, tan lejos de Dios, y tan cerca del Diablo”. Yo no supe a quién se refería con eso de Satanás, pero por prudencia decidí no preguntarle.
Pero la verdad es que yo no estoy tan seguro de que la barbarie lleve ventaja. Más bien me parece que hay un empate; una suerte de equilibrio frágil que podría resolverse en una dirección u otra.
Es verdad que la situación política es caótica y que el autoritarismo del gobierno de Doña Cristina Fernández es aterrador. También es cierto que los gobiernos K han seguido una política económica desastrosa, y que el país camina hacia adelante sólo gracias a los altísimos precios de los commodities. Argentina es el único país de la región donde hay mercado negro para el dólar, donde se falsean las estadísticas, y donde se usa un sistema burdo de prohibiciones mañosas para controlar las importaciones.
La barbarie también se presenta en la inseguridad y la violencia. La vida es completamente impredecible. Nadie sabe si los vuelos van a salir el día presupuestado, o si habrá cortes de ruta, o si los sueldos y aguinaldos serán pagados en el momento convenido, o si volverán a aparecer las monedas regionales -en la provincia de Buenos Aires ya se habla del regreso de los tristemente célebres Patacones.
No hay respeto por la legalidad, el estado de derecho es ignorado, y los derechos de propiedad son violados en forma repetida. Peor aún, la clase política está convencida de que existe una conspiración cósmica en contra de la Argentina.
Este auge de la barbarie política se explica, en parte, por el calendario electoral. De acuerdo con la legislación actual, ninguno de los tres políticos más importantes del país -la Presidenta Fernández, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, y Mauricio Macri, el jefe del gobierno de la ciudad de Buenos Aires- pueden reelegirse. Vale decir que para seguir en política y teniendo poder tienen que buscar otro puesto o tienen que cambiar las reglas para lograr la reelección. Este es un panorama que, por definición, crea una enorme inestabilidad.
Entre tanta barbarie brilla la civilización.
Todo lo anterior es cierto. Pero también es verdad que detrás de esa barbarie política hay una nación de seres extraordinariamente civilizados, cultos, amables, creativos, llenos de bondad y sentido del humor.
En una visita reciente a Buenos Aires volví a maravillarme por la calidez de la gente. Me perdí durante horas en librerías atiborradas de compradores y repletas de novedades que uno ni sueña con encontrar en Chile. Comí en restaurantes de calidad, con un nivel de servicio extraordinario. Me alojé en dos hoteles que están, sin duda, entre de los cinco mejores del continente. El profesionalismo de los que ahí trabajan contrasta con la improvisación chilena en todo lo que tenga que ver con turismo y la industria de la hospitalidad.
En tan sólo dos días vi tres exposiciones maravillosas. La que más me impresionó fue una, en el Museo de Bellas Artes, sobre arte cinético argentino de los años 1960. En una muestra muy bien curada y pulcramente presentada, pude volver a constatar la originalidad de Julio Le Parc y la delicadeza de la obra de Eduardo Mac Entyre.
Pero lo que más me impresionó fue el nivel de hastío de la gente con los políticos. Taxistas, dependientes de tiendas, mozos de restaurantes -los más cultos del planeta, sin lugar a dudas-, estudiantes, y pensionados coincidieron en decir que estaban hartos con la corrupción, el desorden, y el abuso. Lo escuché en distintos barrios, y de muchísimas personas que se autodefinían como progresistas e, incluso, como peronistas. Cada vez más gente reconoce que el modelo K está agotado. Algo, dicen, tiene que pasar.
La tragedia Argentina siempre ha sido que el todo sea menos que la suma de las partes; que tanta gente civilizada sea gobernada por tanto político bárbaro. Si el nivel de hastío sigue subiendo, y el gobierno insiste en su populismo autoritario -ambas cosas muy probables-, es posible que las fuerzas de la civilización se unan y que ejerciendo sus derechos le pongan atajo a la barbarie.
En forma barbara, falto agregar creo yo, y estimo, aunque deseo lo contrario ,no va ser muy lindo. Lo que probablemente de lugar a otro autoritario, suma y sigue. (triste el destino de mi patria, pero asi se esta dando).
Saludos.
No voy a perder el tiempo en discutir la caracterizacion que se hace del gobierno porque no creo que valga la pena. Pero hay un par de detalles que me parecen directamente grotescos.
Sorprende que el apartado llamado «una mirada historica» constituya un anacronismo brutal al trasladar los conceptos de sarmiento al presente.
Decir que las librerias estan atiborradas de gente es el colmo de la superficialidad, porque en la mayoria de los casos la gente no suele pasar de la tapa de esos libros que compra, la feria del libro ejemplo palmario de esto, donde va a parar cuanto personaje mediatico e ignorante puede haber (Guillermo Coppola el ex-representante de Maradona a la cabeza con su libro «Guillote»).
En lo que hay una secuencia logica perfectamente distinguible es cuando se considera que hay un hastio generalizado de «la gente», cuando solo se visito Buenos Aires… Igual a Sarmiento!
El dato es que de los 40 millones de habitantes de Argentina, 3 millones viven en Bs As, los porcentajes electorales de la presidenta en las ultimas elecciones fueron de 55% para el total del pais y 35% para la ciudad de Buenos Aires.
Fijarse un poco que paso en el Interior en estos años podria servir para explicar un poco mas la realidad desde los hechos y menos desde los juicios (y prejuicios) de Sarmiento, personaje polemico y fascinante como pocos.
Sebastián: Aún a riesgo de recomendarte un ejemplo más de nuestra barbarie política, creo que deberías leer el artículo de un tal Andrés Neumeyer (https://dev.focoeconomico.org/2012/06/10/decifrando-nuestra-macro-hacia-un-nuevo-rodrigazo/) en un ignoto blog de economía latinoamericana. Y una apostilla final: mis amigos de Bariloche me dicen que los hospitales patagónicos reciben a muchísimos chilenos que cruzan los Andes para recibir servicios gratuitos, sobre todo en odontología. Pero no me pareció detectar que me lo contaban con pena, sino con orgullo.
La barbarie descrita por Sarmiento encontró en Juan Perón una herramienta maravillosa para institucionalizarse y perpetuarse.
Por eso el debate sigue abierto.
Salvo que el debate hoy en día es entre barbarie y barbarie. Entre barbarie con mal olor vs. barbarie con mal sabor.
Esa gente educada con la que se encontró el autor son reflejos de una Argentina que ya no es así. O son personas autistas que reniegan de la cultura de masas con la que se intenta adoctrinar….
Adicional a esto se ha generado en Buenos Aires, un lumpen subproletariat de, aprox, 2 millones de personas que viven en villas miseria.Son 2 millones de un total de 12-13 millones de personas en CAP+GBA. Esto crece y se ha vuelto inmanejable y tiene su efecto en el consumo de droga y aumento de violencia.
Y, si, hay gente honesta y trabajadora en la villas, pero quienes las controlan lucran con ellos y con el crimen que pueden generar dentro y fuera de la villa.
La provincia de Buenos Aires tiene 550.000 empleados públicos. Con razonables y modernos mecanismos de gestión pública se podría hacer todo mejor y mas agradablemente con un 60% de esa gente, sino menos.
No incluyo en los 550.000 empleados públicos a todos los empleados municipales de los centenares de municipios de la provincia.
Al final del día todos estos empleados públicos actúan como frente para quienes manejan dineros y contratos que son casi siempre corruptos.
Al pueblo argentino le falta la capacidad para discernir entre el bien y el mal, entre la buena y la mala gestión, entre la honestidad y la corrupción. Entre el bien público y la ventaja individual. Entre lo fantasioso y lo razonable elijen con seguridad lo fantasioso.
De allí la forma de hablar «a la Evita» de Cristina. De allí la exaltación del modelo. En los tiempos de Menem era que ya estábamos en la puerta del 1er mundo. En los 70’s peronistas eramos «Argentina potencia» .
Reaccionar AHORA ante la corrupción kirchnerista se da solamente porque la actividad económica se ha enfriado y los «indignados ciudadanos» sienten malestar en sus bolsillos.
Los últimos presidentes, civiles, honestos que tuvimos en Argentina ejercieron el poder en la década del 60: Frondizi, Guido e Illia. Todos ya olvidados.
Los argentinos, de lo que fue la clase media, no buscan buen gobierno. Buscan un nuevo encantador/a de serpientes que los vuelva a meter en una burbuja narcotizada.
Sin ser peyorativo, veo en el post a un chileno de clase media/alta que se sintió a gusto e identificado con la misma clase porteña.
La barbarie política a la que se refiere fue elegida libremente por una gran mayoría. De eso se desprende que el malestar que nota en algunos habitantes de Buenos Aires es la expresión de una minoría, aun dando un margen a gente que pudo haber cambiado de pensamiento luego de las elecciones.
La vida acá no es completamente impredecible y el crecimiento argentino no se basa únicamente en el precio de los commodities. Esa es una visión simplista que se quiere instalar desde varios medios de comunicación que están siendo afectados por políticas de gobierno.
Obviamente se trata de mi opinión y puedo estar equivocado, pero la mirada que se supone objetiva de las políticas que se llevan adelante en la Argentina tiene detrás un fuerte contenido ideológico y una oposición (entendible, pero para mí no justificable) a un modelo redistributivo que «toca» sectores con grandes intereses económicos que solían ser intocables.
No digo que esté todo bien hecho ni que haya que estar de acuerdo, pero sí pido un poco de objetividad a la hora de juzgar los pros y los contras de las políticas que se llevan y se llevaron a cabo.
Saludos
Manuel
Tanto para entender la historia del país como para entender semejanzas y diferencias con sus vecinos se necesita una buena aproximación analítica a los sistemas políticos, jurídicos y económicos que Argentina y sus vecinos podrían haber optado en sus 200 años de historia. Me consta que Sebastián no tiene esa aproximación y no tengo constancia que alguien la tenga. Por esto, ensayos –cortos, largos o intermedios– basados en ensamblar ideas vagas salpicadas con anécdotas o en extrapolar el legado de un intelectual o político respetado (ambas cosas en el caso de Sarmiento) poco o nada aportan a entender lo que ha estado pasando –y menos aún lo que puede pasar– en Argentina.
La esperanza en Argentina comienza el 1ro de enero y termina el 31 de Diciembre ante los discursos de esta se~ora muchos aplauden antes de que el mismo finalize que le espera a un pais como este?.
Jose Maria Guido… un presidente intachable, democratico y respetuoso de la ley a tal punto que disolvio el congreso por apriete de los milicos. Alberto que historia leiste? la de Aguinis?
Hello!
Lo he confesado infinidad de veces tengo tolerancia cero a opiniones foráneas para problemas argentinos… cuando son como en este caso sólo para marcar las terribles deficiencias sin aportar un destello de esperanza en ningún punto.
En este caso lo leí como de quien viene, un catedrático que reside hace muchos años fuera de su país, ha educado a sus hijos en el exterior y continúan residiendo afuera.
Nos sería de utilidad que desde su dilatada carrera como ex economista nos sugiriera estrategias para combatir la
evasión de impuestos, inflación y por qué no la corrupción.
Pero claro, hay que escribir un artículo de efecto para un periódico y ha quedado muy claro en este caso.
Los Norteamericanos con formación acádemica tienen una postura totalmente diferente. Ellos relatan sus pasadas
crisis «compartiendo el know how» el cómo salieron de esa o esta, la actual crisis, en este caso queda también muy
claro que por sus venas corre formación universitaria desde 1636.
Se estudia y trabaja para engrandecer el propio país mirando hacia el propio país a muchos esta cualidad les parece
pedantería pero no, es patriotismo!
Me encantaría poder preguntarle al Profesor Edwards cuál es el aporte significativo qué a logrado hacer para la pacificación en su propio país, dónde aún se realizan festejos para conmemorar a un Dictador?
Y sí es de su conocimiento qué el puesto número uno de residentes extranjeros en la Argentina lo ocupan los Chilenos? Los cuáles disfrutan de los beneficios de educación y salud gratuita.
Como él mismo lo expresa siempre son Chilenos comparándose con Argentinos y hasta se denota un destello de
soberbia al afirmar qué son mejores: eso, no se enseña en claustros norteamericanos, dónde hasta en los
ascensores hay carteles advirtiendo que la discriminación está penada por ley…
Profesor Edwards éxitos totales en su nueva etapa de novelista para eso queda en evidencia que es de buena madera!
Además, ese ‘relato’ de Chile es el mismo que se vende sin fisuras desde la dictadura.
Este señor debe ser un gran economista, pero como estratega es un colosal ignorante. No tiene la menor idea de como impactó la miseria en nuestro sistema político.
No comprende/acepta que los principios de la civilización se han degradado hasta el cuestionamiento «ético» , y que el colapso educativo aumentó el poder relativo de la demagogia y de quienes nada tienen que perder de forma materialmente incontenible.
Con todo respeto, haga votos para que «las fuerzas de la civilización se unan y que ejerciendo sus derechos le pongan atajo a la barbarie»; pero simultaneamente preparese para asistir al surgimiento del Estado totalitario… ¡pronto!.
La Argentina va conjurando los temores: pudo juzgar a las cúpulas militares, pudo ensayar la privatización de empresas estatales más extrema desde el propio peronismo (Menem). pudo disparar su crecimiento en los años 2000 desde recetas heterodoxas. Cambió cuatro grupos muy distintos en el poder y lo más probable, pese a los temores de «cristinismo eterno», es que cambie de nuevo. Su ciudadanía es exigente y los gobiernos que fallan son enviados al destierro rápido: nada como la adoración chavista funciona en la Argentina actual. Un año de recesión y las encuestas se le van al diablo a cualquier gobierno. Tenazmente las camadas políticas quieren aferrarse a esquemas del pasado y fundar dinastías : vienen fallando todas. La gente los toma y despide como gerentes temporales de la cosa pública.
.. esto causa desconfianza en una visión chilena porque, en el fondo, allí se ve el buen gobierno como el resultado de una elite inteligente y patriótica. En la Argentina, recuperada la democracia, el gobierno bueno o malo es el resultado del zarandeo que su clase media aplica al escuadrón de políticos mediocres. Para medir de verdad hay que mirar los números de los último veinte años de Brasil, Chile y Argentina.
Los argentinos somos incapaces de ponernos de acuerdo en absolutamente nada. Menos aún en cuestiones de política.
La actual situación económica es «rara». Lo que es muy preocupante es la situación política, ahora bien…. que la alternativa a los K sean las ideas de Sarmiento (personaje controvertido en la historia como pocos) me parece patético.
Somos incapaces de vivir sin plantear dicotomías… A quién querés más
a tu mamá o a tu papá? Quién es mejor Messi o Maradona? Sos de Boca o de River? Sos peronista o Antiperonista? Izquierda o Derecha?
Pregunto: Y los que queremos ir por el medio, que hacemos? Los que creemos que las cosas no son solo blancas o negras porque el gris existe y es un color hermoso y que encima combina casi con cualquier otro, que hacemos? Y ojo que esto seguramente arranca con un: Saavedra o Moreno? Así las cosas estamos navegando estas aguas de una dualidad aparentemente irreconciliable desde 1810.
Les informo que éste, lamentablemente, no va a ser NUNCA un país grande. Tendremos épocas mejores y otras peores según el paladar de cada uno pero vamos a ir de un costado al otro….. Adelante?…. No…. Eso es para los gorilas, o para los oligarcas, o para los terroristas, o para los comunistas, o para los dictadores o para los subversivos. Eso es para los giles…. nosotros que somos más vivos que cualquiera vamos de una punta a la otra en un santiamén…