Salario mínimo: Necesidad de reforma institucional

Casi una década demoró en recuperarse el empleo luego de la recesión que sufrió Chile a fines de los noventa, producto de la crisis del sudeste asiático. La caída en el empleo fue mucho mayor de lo que era inevitable, y la recuperación posterior mucho más lenta, porque el Congreso aprobó incrementos sustanciales del salario mínimo justo antes de que estallara la crisis. Es sumamente preocupante que en un escenario internacional similar al de aquel entonces estemos a punto de cometer el mismo error.

En la crisis del año 1998-99 la caída del empleo y del producto fue amplificada por la política seguida entre 1998 y 2001 de aumentar el salario mínimo en 20% en términos reales, muy por sobre los aumentos de productividad. Esto, unido a una equivocada política cambiaria del Banco Central, que llevó a un aumento desmesurado de la tasa de interés en el corto plazo, tuvo consecuencias nefastas sobre la pyme, que genera la mayor parte del empleo del país.

Sin duda que se aprendió de dicha crisis, al usar políticas de tipo de cambio flexibles junto a estabilizadores del gasto público, con reglas de déficit estructural. También se avanzó con los ajustes del salario mínimo, introduciendo conceptos como inflación esperada y aumentos de productividad laboral. No obstante, el mecanismo de aprobación parlamentaria deja un campo fértil para repetir los errores del pasado. La propuesta de Renovación Nacional, como partido de gobierno, de subir el salario mínimo en más de 10% es incomprensible. La inflación esperada según el Banco Central se ha reducido a 2,7% y el crecimiento de la productividad laboral de largo plazo de Chile no supera el 1,5%. Por si lo anterior no bastara, es bien sabido que la productividad laboral tiene un comportamiento pro cíclico; es decir, en períodos recesivos cae por debajo de su valor promedio. Por tanto, la propuesta del Gobierno, de 5%, ya es excesiva. En el momento actual de enorme incertidumbre en la economía mundial, en que Chile a diferencia de la crisis del 2008-2009, no tiene las holguras fiscales que le permitieron desarrollar de manera responsable un gran programa de gasto público para enfrentar la caída del empleo privado, es importante ser muy cuidadoso con incrementos populistas del salario mínimo. De otro modo caeríamos en una irresponsabilidad imperdonable, en que el ajuste frente a una eventual recesión mundial se haría fundamentalmente a través de la pérdida de empleo de los más vulnerables y el deterioro de la competitividad de las pymes.

Aumentar el salario mínimo a los niveles que proponen parlamentarios de gobierno y oposición puede ser muy regresivo si se produce una recesión global, ya que se afectará en mayor medida el empleo de los más pobres. Un libro reciente de Velasco y Huneeus demuestra que el gran factor que explica la extrema disparidad de ingresos en Chile es la baja tasa de empleo en los hogares más pobres. En consecuencia, la fijación del salario mínimo debería sacarse del juego político de corto plazo, creando un Consejo Independiente, de carácter técnico, que lo fije, tal como se hace con las variables estructurales del presupuesto. El mandato legal de dicho consejo debería plantear que se fije de acuerdo con la inflación futura esperada y el aumento proyectado de productividad laboral, más un factor de ajuste que dependa del ciclo económico. El salario mínimo subiría más en términos reales en los períodos de bonanza y menos en los de crisis.

Aprovechando la elevada tasa de empleo, es el momento para legislar sobre adaptabilidad laboral, creando un instrumento que permita reducir la jornada laboral en períodos de crisis, compensando la reducción de ingresos, al menos parcialmente, con el subsidio de cesantía. La vigencia de estas normas especiales podría ser determinada por el mismo consejo del salario mínimo. Desafortunadamente, el Gobierno desistió de dicha iniciativa.

Es urgente hacer reformas en la institucionalidad laboral para evitar que el costo de los ajustes se realice principalmente por desempleo que lo pagan los más pobres y las pymes. Sería imperdonable repetir los errores que se cometieron a fines de los noventa.

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