Publicado en El Mercurio el miércoles 25 de Abril
«…Nuestro sistema tributario comienza a adolecer de una creciente sensación de abuso. ¿Boleta o factura? es una pregunta que se hace con más frecuencia en las tiendas de La Dehesa que en las de Quilicura, donde hay más empresas…».
La primera necesidad en materia tributaria es allegarle recursos duraderos al fisco. Que no sea como el cambio tributario posterremoto, en que se anunció un alza de impuestos, pero se terminó aprobando una rebaja. Al cabo de esta administración el fisco perderá 750 millones de dólares al año como resultado de esa rebaja. Y el Gobierno hasta el momento ha comprometido una cifra similar en gastos permanentes que no estaban en su programa. Es decir, hay un hoyo de aproximadamente 1.500 millones de dólares que llenar.
Y eso es antes de emprender la madre de las reformas: nivelar la cancha en la educación. Para lograr un salto de calidad y equidad educacional se necesitan recursos mayores y una mejor gestión en educación. Una reforma tributaria de verdad debe recaudar mucho más que los 700 millones que ha indicado el Gobierno.
¿Cómo lograr una mayor recaudación tributaria? En primer lugar, aumentando la tributación efectiva de los contribuyentes de más altos ingresos. Hoy las rentas del capital terminan pagando en los hechos una tasa de impuesto mucho menor a las rentas provenientes del trabajo. En simple: los dueños de las empresas demasiadas veces pagan una menor tasa de impuestos que sus trabajadores. Esto es regresivo y al mismo tiempo reduce la recaudación fiscal. La solución pasa por incrementar el impuesto a las empresas.
Para aumentar la recaudación y la equidad del sistema tributario, también debemos eliminar o restringir regímenes especiales de tributación que se crearon con buenas intenciones, pero que en la práctica han permitido la elusión. Uno de ellos es el de los fondos de inversión privados, que tratamos de modificar el año 2009, pero en el Congreso no estuvieron los votos. Otro es el sistema de renta presunta en el transporte, la minería y la agricultura. Además, hay empresas grandes que se acogen abusivamente a postergaciones de impuestos diseñadas para ayudar a las pymes, con lo que no pagan impuesto alguno hasta que retiran los dineros. Cuando tratamos de corregir esto en la administración anterior, la Alianza negó los votos.
Hoy nuestro sistema tributario permite que las personas de mayores ingresos ahorren su dinero en el extranjero, a través de sociedades constituidas en otros países, muchas veces paraísos tributarios, sin tener la obligación legal de pagar ningún peso de impuestos en Chile. La OCDE recomienda impedir que esto ocurra y promueve la adopción de un sistema que cobre los impuestos no obstante la interposición de cascarones societarios de cualquier tipo.
Nuestro sistema tributario comienza a adolecer de una creciente sensación de abuso. ¿Boleta o factura? es una pregunta que se hace con más frecuencia en las tiendas de La Dehesa que en las de Quilicura, donde hay más empresas. Como las empresas descuentan sus gastos del pago de impuestos, consumir todo lo que se pueda vía la empresa reduce en los hechos el pago de impuestos personales.
¿Cómo enfrentar esta situación y otras similares? Entregando mayores atribuciones de fiscalización al Servicio de Impuestos Internos. A fines del gobierno pasado logramos aprobar en el Congreso una norma que le permite al SII tener acceso a la información de cuentas corrientes de los contribuyentes para poder fiscalizar bien.
Hay que seguir avanzando. Debemos aumentar las penas a los que evaden usando facturas falsas o descontando gastos
personales en la contabilidad de sus empresas y debemos introducir una norma antiabuso que permita atacar las simulaciones y otras maniobras orientadas a eludir tributos. La existencia de tribunales tributarios independientes, creados en el gobierno anterior, es una garantía de que están aplicadas con imparcialidad e independencia.
Nuestro sistema tributario no sólo no debe ser más justo, sino que también debe ser más verde. Las demandas por eliminar los impuestos a los combustibles son demagogia pura y van en la dirección equivocada. ¿Cómo proceder? La equidad debe ser nuevamente el principio básico. Quienes contaminen de manera similar deben pagar lo mismo. Debemos avanzar hacia un impuesto al uso de combustibles fósiles en todos los sectores. En el caso de transporte, esto permitiría acercar las tasas de bencina y diésel, terminando con dieselización del parque automotor.
Recaudar impuestos no es un fin en sí mismo ni existe una receta teóricamente perfecta para hacerlo. Cada país debe diseñar un sistema tributario que resuelva sus necesidades en cada etapa de su desarrollo. Chile tiene hoy la oportunidad de diseñar un sistema tributario más justo, que permita recaudar los recursos necesarios para la construcción de un país mejor. Aprovechemos esa oportunidad.
El diseño de un sistema tributario y la generación de mecanismos que permitan una buena cultura tributaria no son tareas sencillas. Aumentar la recaudación muchas veces nos significa aumentar las alícuotas sino también tener cuenta otros aspectos relacionados con la estructura de la economía y la eficiencia de los impuestos. En el artículo se brinda una explicación completa de los aspectos relevantes a considerar en el caso de Chile y se pueden apreciar posibles líneas de actuación en muchos sentidos.
Quisiera presentar una consulta, desde el desconocimiento del tema pero que se me ocurrió como estudiante de economía, en proceso de formación:
La primer política que se propone para aumentar la recaudación es aumentando la tributación efectiva de los contribuyentes de más altos ingresos. Al incrementar el impuesto a las empresas y suponiendo que se cumple la relación de la curva de Laffer para la recaudación impositiva, ¿Cuál es el margen que se posee para incrementar el impuesto? O, reformulando la pregunta, ¿en qué posición se está en la curva y de qué magnitud debe ser el incremento para no caer en una recaudación menor?
Muchas gracias, me interesó mucho el artículo y fue muy claro.