Publicado por El Mercurio el 3 de Abril de 2012
Hasta 2009, tener oficialmente un empleo era equivalente a haber trabajado la mayor parte del tiempo de la semana anterior. Hoy basta con haber trabajado al menos una hora en igual período.Por cada punto adicional de crecimiento económico, se genera medio punto más de empleo.
Con la nueva Ley de Alcoholes, los niveles de consumo que eran aceptables antes hoy clasifican a los conductores como bajo la influencia del alcohol. En otras palabras, si la nueva ley no genera cambios en el comportamiento, ahora hay más conductores ebrios sólo por el cambio legal y no porque las personas beban más. Esta modificación de la Ley de Alcoholes es un símil de lo que hoy sucede en el mercado laboral.
Una de las exigencias para el ingreso de Chile a la OCDE fue modificar la forma en que se recopila información sobre el mercado laboral. Desde inicios de 2010, las cifras oficiales se miden con la Nueva Encuesta de Empleo, NENE, en reemplazo de la antigua Encuesta de Empleo, ENE. Existen varias diferencias metodológicas, la más relevante es la definición de empleo. Hasta 2009, tener oficialmente un empleo era equivalente a haber trabajado la mayor parte del tiempo de la semana previa a la aplicación de la encuesta. Hoy, una persona es clasificada como empleada si al menos trabajó una hora la semana anterior. Como trabajar la mayor parte del tiempo es mucho más exigente que trabajar una hora, no es sorpresa que la encuesta estime mayores tasas de empleo que la antigua.
Así como por la Ley de Alcoholes habría más personas ebrias, por el cambio de encuesta hay más empleo. De hecho, durante los meses en que ambas encuestas se levantaron a la vez, se crearon 145 mil empleos según la vieja encuesta y 398 mil en la nueva, una diferencia de 2,7 veces.
Este cambio tiene implicancias relevantes para el análisis del mercado laboral. La más evidente es que el número de empleos creados durante este gobierno, los espectaculares más de 700 mil en dos años medidos con la NENE, no son comparables con el promedio habitual de unos 125 mil al año, estimados por la ENE entre 1987 y 2009, mientras ésta fue levantada. Si fuera válido dividir por 2,7, uno podría estimar que desde que se inició este gobierno, la antigua encuesta habría registrado una creación de 132 mil empleos al año, apenas por sobre la media histórica.
Un segundo efecto es que la forma de medición tiene una incidencia particularmente relevante en el empleo femenino. Las muchas mujeres que tienen empleos precarios, de unas pocas horas a la semana cuando acceden a éstos, aparecían antes no sólo como sin empleo, sino también como inactivas. De hecho, dos puntos del alza en la tasa de empleo femenino se explican sólo por el cambio metodológico, al igual que tres puntos de su participación. Ello tiene una implicancia adicional: en una fase positiva de ciclo como la actual, el desempleo que estima la NENE es más alto.
A pesar de estas diferencias, en el corto período de tiempo que se ha levantado la NENE, la sensibilidad del empleo al crecimiento económico ha sido prácticamente la misma que con el método anterior: por cada punto adicional de crecimiento económico, se genera medio punto más de empleo.
En resumen, el empleo está creciendo, qué duda cabe, pero lo hace a tasas normales. No habría por qué esperar otra cosa si el mercado laboral no ha cambiado. Dada la fase del ciclo en la que estamos es natural que haya mayor ocupación. Una discusión distinta es qué nos llevó a este ciclo -si el terremoto, la respuesta fiscal y monetaria a la crisis internacional, políticas del actual gobierno, o incluso la confianza empresarial que puede generar un gobierno de centro-derecha- y cuánto va a durar.
¿Basta con crecer? ¿Está apretado el mercado laboral? La preocupación de que una baja tasa de desempleo genere otras presiones es una discusión de corto plazo que es válida para la política macroeconómica, pero que no es igualmente válida para la discusión de largo plazo respecto de las políticas laborales. Los rezagos en Chile son enormes, aunque la nueva encuesta los esconda, en parte.
Si nos dejamos llevar por la borrachera de la NENE, corremos el riesgo de seguir atrasando las reformas laborales que el país necesita.