En declaraciones recientes, el presidente Juan Manuel Santos, anunció un gran “revolcón” a la salud, refiriéndose a la universalización e igualación de los planes de beneficios que reciben los afiliados al Sistema de Salud colombiano, entre otros temas. Esta política coincide con el mandato de la Corte Constitucional emitido en la Sentencia T-760 de 2008 donde se establece la salud como un derecho fundamental de los colombianos. El mandato de la Corte y el planteamiento del Gobierno resumido en la siguiente frase del Presidente: “Todos los colombianos serán atendidos sin importar qué enfermedad tengan” resulta ideal y perfectamente justo, pero debe estar acompañado de una propuesta acerca del mecanismo de financiación y el diseño que acompañe a esta política para que no genere distorsiones e incentivos perversos en el mercado laboral colombiano, específicamente en el sector informal.
Continúo con una breve explicación del contexto del Sistema de Salud Colombiano para entender por qué, el sistema actual y el planteamiento de universalización e igualación de planes pueden generar incentivos perversos en el mercado laboral si no existen cambios en los mecanismos de financiación.. En diciembre de 1993 se dio una gran reforma encaminada a lograr una cobertura universal de seguro de salud mediante la creación de dos regímenes: uno Contributivo y otro Subsidiado. El Régimen Contributivo hace obligatoria la cotización a salud por parte de empleado y empleador, quienes comparten el costo del 12.5% del salario. Por su parte, el Régimen Subsidiado es asignado de forma gratuita a cualquier persona que cumpla con el criterio de elegibilidad a través del puntaje del Sisben (índice de pobreza), independientemente de si una persona esta empleada o no. Es importante destacar dos diferencias claves entre estos dos Regímenes, por una parte, el Contributivo cuenta con un paquete de servicios más amplio, y por otro lado, el Subsidiado cubre a un grupo más amplio de personas en un hogar. El objetivo de la reforma era tener dos terceras partes de la población en el Régimen Contributivo y una tercera parte en el Régimen Subsidiado, esta composición es inversa hoy en día. A mi juicio, esta composición inesperada se debe específicamente a que existen incentivos de no participar en el sector formal, si se es elegible para tener servicios de salud gratuitos.
Un estudio reciente, realizado por Camacho, Conover y Hoyos (2010), utiliza datos de la Encuesta Nacional de Hogares desde 1984 hasta 2004, capturando periodos antes y después de la introducción del Régimen Subsidiado, y encuentra que la introducción del Régimen Subsidiado incrementó la tasa de informalidad[1] alrededor de 4 puntos porcentuales para la población total y entre 7 y 8 puntos porcentuales dentro del grupo de personas elegibles para recibir el subsidio de salud. Específicamente, este trabajo utiliza la variación en la fecha de inicio de las encuestas del Sisben entre municipios, como proxy de la introducción del Régimen Subsidiado, logrando separar los efectos de otras reformas del mercado laboral que ocurrieron a nivel nacional en este mismo período de tiempo.
Adicionalmente, este estudio encuentra efectos heterogéneos en términos de las preferencias por ser informal de acuerdo con las características del hogar. Primero se estudian los hogares que incluyen familias extendidas, estos hogares pueden tener un cubrimiento mayor dentro del Régimen Subsidiado, dado que el que el Régimen Contributivo solamente cubre al núcleo familiar (trabajador, conyugue, hijos). El estudio encuentra que personas con familias extendidas incrementan su probabilidad de ser informales entre 6.5 y 8.3 puntos porcentuales. A su vez, se estudian hogares con miembros vulnerables, definidos como personas menores a 5 y mayores a 65 años, quienes tienen mayor probabilidad de uso de los servicios médicos. En este caso, no se encuentran resultados muy robustos en diferentes especificaciones econométricas, pero los resultados siempre indican que este tipo de hogares tiende a reducir su probabilidad de ser informal. De lo anterior se puede concluir que hogares con niños y adultos mayores parecen preferir el Régimen Contributivo, el cual incluye un paquete más completo de servicios de salud.
Los resultados de este estudio sugieren que bajo el mismo esquema de financiación, la igualación de los beneficios en salud de los Regímenes Contributivo y Subsidiado podría llegar a generar una mayor tasa de informalidad, la cual se encuentra alrededor del 50% en Colombia. Considero de suma utilidad examinar cuidadosamente alternativas al esquema de financiamiento con el fin de ayudar a mitigar estas distorsiones del mercado laboral que pueden inducir a una economía menos productiva con una mayor cantidad de trabajadores desprotegidos por las leyes laborales.
Camacho, Adriana; Emily Conover y Alejandro Hoyos. (2009) «Effects of Colombia’s Social Protection System on Workers’ Choice between Formal and Informal Employment,» Documentos CEDE 2009-18.
[1] informalidad definida como los empleados que no contribuyen al seguro de salud a través del empleo.
Es sorprendente que se continúe afirmando con evidencia tan débil, que la informalidad en el mercado de trabajo es una elección de los individuos, como si ellos tuvieran efectivamente la posibilidad de rechazar un trabajo formal, que incluye no solo la cobertura de salud sino también los aportes necesarios para el momento de jubilarse. En Argentina se realizó una encuesta en conjunto con el Banco Mundial y fue clara y contundente la evidencia de que la informalidad no es una elección que realiza el individuo, sino la única opción alternativa que le queda dada su posición vulnerable en el mercado de trabajo. Además, con estudios cualitativos se evidenció que aún teniendo cobertura de salud (obra social, lo que vendría a ser una EPS en Colombia en el régimen contributivo, según entiendo) las familias acuden al servicio de los hospitales públicos porque no pueden incurrir en los costos de co-pago de medicamentos, consultas o exámenes médicos.
Paula, la evidencia de este estudio no es débil. No sé si miraste el working paper. Por el contrario, con una econometría impecable y usando micro datos de encuestas de hogares en Colombia, las autoras confirman lo que la mayoría de los economistas colombianos pensamos: que el sistema público de salud en Colombia tiene problemas de diseño que entregan incentivos incorrectos tanto a empleadores como a trabajadores. Un porcentaje muy alto de los trabajadores en Colombia son independientes. Con la igualación de beneficios de los regímenes subsidiado y contributivo, se profundizará lo que ya ocurre: que estos trabajadores independientes prefieren estar cubiertos bajo el régimen de salud que no les exige pago (es decir, eligen ser informales). Esta elección es producto de un ejercicio costo-beneficio individual muy sencillo, en el que el aporte pensional (el otro elemento del trabajo formal) no entra, porque no entra en el imaginario del trabajador, lamentablemente. Yo creo que hace falta un mayor conocimiento del mercado laboral en Colombia, para entender a donde apunta este ejercicio.
Marcela me ha sido mucho más clara su intervención, y agradezco la claridad y la precisión para comprender el debate. Decir que son los trabajadores independientes los que optan por la informalidad al no afiliarse por su cuenta al régimen contributivo de salud o de jubilación, es más comprensible y totalmente coherente. Personalmente, había hecho una mala lectura de la entrada al blog, pensando que se referían al individuo que rechaza deliberadamente un trabajo formal (entendido como aquel trabajo asalariado en el que se realizan aportes conjuntos con el empleador al sistema de salud y jubilaciones) para optar por un trabajo asalariado en la informalidad. Que bueno poder marcar y conocer las especificidades de los mercados laborales y de los sistemas de protección social en los países de América Latina. Ahora comprendo hacia dónde apunta el ejercicio de ustedes. Saludos!
Paula,
Para complementar un poco la dirección de los resultados discutidos en el blog, quisiera mencionar dos puntos:
1. La Encuesta Social de Fedesarrollo en Colombia hace la pregunta : “¿Trabajaría de manera formal aunque perdiera los beneficios del régimen subsidiado?”. En 2007 el 49% de las personas en la encuesta reportan que NO, para el 2008 esta respuesta es de 38%.
2. El artículo de Maloney(2004) presenta evidencia para México, Argentina y Brasil sobre la informalidad como una forma de de sector no regulado de microempresarios y no como un residuo desaventajado de la segmentación del mercado laboral. (traducción de parte del abstract de este paper)
Moloney, William. (2004). “Informality Revisited”. World Development Vol. 32, No. 7, pp. 1159–1178
Por otra parte utilizando información de DHS2010, se encuentra que solo el 5% de las personas reportan el no uso del servicio médico por la razón “el servicio es muy costoso”. Realmente parece que el Sistema Colombiano difiere bastante respecto a los puntos mencionados para el caso de Argentina.
Hola! El estudio no restringe el análisis sólo a independientes. Lamentablemente la gratuidad de la cobertura en salud parece ser un incentivo perverso también en el caso de los empleados, que temen perder su derecho a la gratuidad en salud si cambian oficialmente de estatus. Tal vez Adriana nos pueda contar un poco más en detalle lo que está encontrando.
Excelente!!
Tener o no tener SISBEN en la realidad es una cuestión meramente de ingresos (ojo). Ser informal, de acuerdo a la abundante literatura existente de segmentación laboral, tiene a cuestas un deterioro en los ingresos. Es lógico que haya una relación significativa entre estas variables, lo ilógico es interpretar la relación en el sentido: el individuo elije ser informal (reducir sus ingresos) para caer en la población más pobre candidata para acceder al SISBEN y no en el sentido: el hecho de ver personas en el SISBEN es una consecuencia de tener bajos ingresos y mala calidad de un empelo informal.