Varias entradas recientes en este blog se abocaron al problema de la inflación (Andy Neumeyer, Martín Uribe, Juan Pablo Nicolini). En los comentarios a dichas entradas hay varias referencias a la dificultad de bajar la inflación. Se habla de inercia inflacionaria y de los costos recesivos de reducir la tasa de expansión de la oferta de dinero. En estas líneas voy a argumentar que a pesar que la reducción de la inflación es uno de los problemas económicos más fáciles de resolver, es improbable que la inflación baje en la Argentina hasta que asuma un nuevo gobierno. La clave para bajar la inflación es una buena administración de las expectativas de inflación, algo gratis y que sabemos como hacer, pero que es muy difícil en el contexto actual.
La mayoría de los países del mundo tiene una inflación baja. En un ranking de países por su tasa de inflación, Argentina tiene la tercera inflación más alta del mundo. Casi el 60% de los países tiene una inflación menor al 6%. Esto es porque tener una inflación baja es relativamente fácil: sabemos como se hace y es una de las pocas cosas que son gratis en este mundo (con el perdón de nuestros amigos de Nada es Gratis). Para bajar la inflación solo necesitamos imprimir poco dinero, para lo cual solo necesitamos tener un presupuesto equilibrado (es decir, cobrar impuestos que no sean el impuesto inflacionario). Ningún otro problema económico que se me ocurra es tan fácil de resolver.
Como mencione anteriormente el tema de la inercia inflacionaria y de los costos de la desinflación es un tema que aparece mucho en la discusión sobre como bajar la inflación en Argentina y en los comentarios de este blog. La clave para entender el problema de los costos de la desinflación nos remite al viejo debate de los años 70 y 80 sobre expectativas adaptativas o racionales, brillantemente expuesto en dos artículos de Tom Sargent, que describen planes de estabilización en varios países ante diversas situaciones fiscales y políticas (Sargent (1981) y Sargent (1982)).
Muchos de nuestros lectores, periodistas y políticos sostienen que bajar la inflación con medidas monetarias tendría un gran costo en términos de desempleo. La lógica de esta posición es que dada la historia inflacionaria reciente cuando los agentes negocian contratos incorporan expectativas de inflación retrospectivas. Las negociaciones sobre aumentos salariales para 2011, por ejemplo, incorporan expectativas de inflación de entre el 25% y el 30% anual. Si la autoridad monetaria en esta situación, reduce la tasa de creación de dinero, los precios crecerían más lentamente, los salarios reales quedarían muy altos y habría desempleo. El costo social de este desempleo lleva a la autoridad monetaria a no reducir la tasa de creación de dinero y seguir con el status quo de la inflación alta (Kydland y Prescott (1977); Barro y Gordon, (1983)).
La visión contraria sostiene que no existe tal inercia inflacionaria y que un plan de estabilización creíble no tiene ningún costo en términos de empleo y producción. Si se anuncia e implementa un plan antiinflacionario creíble las expectativas de los agentes convergen rápidamente a la inflación objetivo y el costo de desempleo no existe. En algunos casos, los planes de estabilización incluso han sido seguidos por una expansión de la actividad económica y no por una contracción (nuestro ejemplo más reciente es el plan de convertibilidad de 1991). Ejemplos de esta visión de la desinflación son los casos de Francia (inflación moderada), Austria, Hungría, Alemania y Polonia (hiperinflaciones) en el período entre las dos guerras mundiales.
Implementar un plan de estabilización creíble, sin embargo, no es tan fácil como el mismo Sargent destaca al analizar la experiencia del gobierno de Margaret Thatcher. Implementar un régimen monetario consistente con precios estables requiere fuerzas intelectuales y políticas que una figura política individual puede influenciar sólo marginalmente. En el caso de la Señora Thatcher, se enfrentaba a una formidable oposición política de los partidos opositores y del suyo propio y a una oposición intelectual de muchos macroeconomistas ingleses. Esta falta de consenso político e intelectual a las políticas antiinflacionarias de la Señora Thatcher le restó credibilidad a sus acciones monetarias y resultó en una estabilización con un alto costo en términos de empleo y producto.
En palabras de Tom Sargent, “The rational expectations equilibrium view suggests that it is not in the power of a Prime Minister or even a united political party to create the circumstances required to bring about a quick and costless end to inflation. Whether or not the stage is set for successfully implementing a significant new policy regime is the result of intellectual and historical forces that individual political figures influence only marginally. Mrs. Thatcher comes to power against the background of over twenty years of «stop – go», or reversible government policy actions. – Her economic policy actions are vigorously opposed both by members of the Labor Party, and by a strong new party, the Social Democrats. Thus, the economic spokesman for the Labor Party, Mr. Peter Shore, advocates an immediate 40 percent devaluation and a larger government deficit. Mrs. Thatcher’s party now runs third in the political opinion polls. In addition, throughout her administration, speculation has waxed and waned about whether Mrs. Thatcher herself would be driven to implement a «u-turn» in macroeconomic policy actions, and whether her stringent monetary policy actions would be reversed by the Conservative Party itself, by choosing a new party leader. Furthermore, there is widespread dissent from Thatcher’s actions among British macroeconomic scholars, so that she cannot be regarded as implementing a widely agreed upon theory. For all of these reasons, it is difficult to interpret Thatcher’s policy actions in terms of the kind of once-and-for all, widely believed, uncontroversial, and irreversible regime change that rational expectations equilibrium theories assert can cure inflation at little or no cost in terms of real output.”
Que podemos concluir acerca del caso Argentino? A pesar que es posible reducir la inflación sin costos de desempleo con una buena administración de las expectativas inflacionarias, es difícil pensar que un gobierno con un discurso que niega la inflación y la validez de la teoría monetaria, que ha intervenido el INDEC y comprometido la independencia del BCRA pueda creíblemente convertirse en un paladín de la ortodoxia monetaria. Esto implica que es muy probable que un plan de estabilización implementado por este gobierno y banco central tenga altos costos recesivos y por ende jamás será implementado. Mientras tanto, todos nosotros sufriremos el flagelo de la inflación a pesar de que sabemos cómo frenarla y de que frenarla puede ser gratis.
Referencias:
Barro, Robert J & Gordon, David B, 1983. “A Positive Theory of Monetary Policy in a Natural Rate Model,” Journal of Political Economy, University of Chicago Press, vol. 91(4), pages 589-610, August.
Finn E. Kydland, Edward C. Prescott, 1977. Rules Rather than Discretion: The Inconsistency of Optimal Plans, The Journal of Political Economy, Vol. 85, No. 3 (Jun.), pp. 473-492
Thomas J. Sargent, 1981. «Stopping moderate inflations: the methods of Poincaré and Thatcher,» Working Paper, Federal Reserve Bank of Minneapolis.
Thomas J. Sargent, 1982. «The Ends of Four Big Inflations,» NBER Chapters, in Robert Hall (ed): Inflation: Causes and Effects, pages 41-98 National Bureau of Economic Research, Inc.
Andres,
No soy economista (estudio ingeniería). Hace un tiempo que estoy leyendo entradas en el blog.
Sinceramente no comparto el gratis que decís, Como el profesor de economía me dijo (tengo economía muy básica) el periodo de la convertibilidad fue revolucionario pero se extendió por demasiado tiempo.
A su vez creo que bajar la inflación es algo bueno pero no entiendo como bajarla como me decís va a ser gratis. No soy ni pro-gobierno ni anti. Pero también creo que todos los demás políticos no dan la seguridad que pedís como para que ese proceso sea gratis.
El modelo de la opción si en verdad tiene uno no creo que este acorde a lo que planteas, te pongo un ejemplo que se me ocurrió un día.
Como dijo recién «Hector M.» una baja significativa en los subsidios es una de las opciones de la opción. Vamos a un ejemplo concreto, «Subsidio al Pasaje de avión»: Supongamos que no esta mas dicho subsidio que a simple vista es innecesario, pero para mi los costos son fáciles de subir pero para bajarlos es otro tema. siguiendo con la idea, ese subsidio hacia que los viajes de negocios de cierta empresa X tengan menos costo. Al irse el subsidio suponiendo que esta empresa X tiene muchos viajes se ve afectado la suba de este subsidio afectando al costo del producto que dicha empresa tiene. Generando así nuevamente una escalada en el precio de dicha empresa, digamos que esta empresa es muy importante para otras empresas, con lo cual también hace subir los costos de las demás empresas que dependen de X directa o indirectamente, esto ara que suba el precio de determinados productos.
Es gratis sacar este subsidio?, para mi no. Toda decisión tomada va a traer un efecto, esperado o no. Pero nada es gratis.
Creo que lo importante es que para penar un plan antiInflacionario estudiar bien todas las variables que se van a ver afectadas por dicho plan. y como son muchas variables creo que no se puede asegurar que dicho plan va a ser gratis.
Saludos, Espero que se entienda mi punto, y lamento no tener el conocimiento suficiente de economía como para dar mas puntos importantes a mi pensamiento.
Estimados lectores. Les pedimos disculpas porque tuvimos un ataque de Spam y borramos comentario que no deberíamos haber borrado. Vamos a tratar de restaurarlos.
Andrés,
Me parece que hay un elemento muy importante, relacionado con la demanda de dinero, que están dejando de lado y puede explicar porqué los planes antiinflacionarios pueden (y suelen) ser recesivos.
Si el plan es creíble y logra bajar las expectativas de inflación, es muy probable que aumente la demanda de saldos reales de dinero (la demanda de dinero tiende a bajar con alta inflación y se revierte el efecto cuando la inflación o las expectativas de inflación bajan), pero justamente para ser creíble, el Banco Central no va a poder aumentar la oferta de dinero para satisfacer la demanda, sino que va a tener que cumplir su programa original. Por ello, lo más probable es que suba la tasa de interés, y esto es recesivo.
saludos
Antes que nada, felicitaciones por el blog. Necesitamos que cada día sean más los académicos y dirigentes que se vuelquen a dar este tipo de discusiones y debates. El país los necesita.
Soy alumno de Economía Empresarial. No me animé a la economía, lo admito. No fue el miedo lo que me detuvo, más que nada el nivel de abstracción. Así que algo de economía entiendo, pero tampoco demasiado. Por eso, tengo algunas preguntas:
Supongamos que en diciembre próximo asume un nuevo gobierno y se hace explicita la voluntad de bajar la inflación.
Que tan fácil será para el próximo gobierno cumplir con su objetivo sin generar problemas de desempleo o, en el peor de los casos, una recesion?
Realmente es TAN simple? Después de leer el post me da la impresión que sí, pero como no soy economista mantengo mis dudas. Acaso poseen su credibilidad completamente intacta como para no incurrir en costos económicos o políticos?
En caso de poder concretarse con costos casi nulos. Cual sería el piso de esa caída y en cuánto tiempo se podría llegar a concretar?
Muchas gracias!
Andy,
Siempre es bueno leer lo que escriben sobre el tema en Foco. En este caso me reconforta ver que compartís la afirmación que hice el año pasado en este post que si hay un plan para reducir la inflación que sea creíble se puede lograr una reducción a tasas razonables en el corto plazo (un año) sin costos. Y no creo que sea necesario tener un gobierno ilustrado para hacer una desinflación (no hay que traer a Lady Thatcher), porque en los ochenta era revolucionaria la visión de Sargent pero ya no. Saludos,
martín
Caro Andrés,
I find found it a bitvery surprising that you present the task of disinflation as a low hanging fruit (you actually call it ‘gratis’(!)). Using your own words: “Para bajar la inflación solo necesitamos imprimir poco dinero, para lo cual solo necesitamos tener un presupuesto equilibrado (es decir, cobrar impuestos que no sean el impuesto inflacionario).”
I find the argument silly.
You base your argument on the work of Sargent about the end of hyperinflations. It is no stretch to state that the evidence from the Sargent hyperinflations does not apply for Argentina today; while Argentina suffers with inefficiency wedges because of its high inflation, one would need to push the envelope to find parallels between Argentina in 2011 and Weimar Germany where the hyperinflation was extremely disruptive to the real economy.
Plus you seem to dismiss the difficulty of undertaking the fiscal reforms needed for a balanced budget (where I assume you meant balanced over the business cycle). Fiscal reforms in the real world are messy, as there are very little incentives to cooperate for the different prospective winners or losers from the fiscal reform.
I would also imagine that any Argentinean economist ought to grasp that a tight monetary framework – even one where the hands of the monetary policy makers are completely tied – is no guarantee of price stability.
Your argument is also a counterproductive.
Hopefully sooner instead of later, the K’s will be gone. If the next government chooses to fight inflation, the odds are that they will face an environment in many ways similar to the one facing Thatcher – and the eventual disinflation will be costly. To argue otherwise only harms the credibility of us economists.
O Anonimo,
Gracias por tus comentarios. El caso de Argentina es mas fácil que el de las grandes inflaciones de la entre guerra o que el de Poincaré porque Argentina hoy no tiene grandes desequilibrios fiscales. La raíz de la inflación que vivimos hoy en Argentina no es fiscal. El disparador de la inflación ha sido la combinación de una apreciación real del peso y un tipo de cambio fijo (ver ¿Por qué tenemos inflación? por Andrés Neumeyer y Sobre la Cura de la Actual Inflación por Martín Uribe). Eso facilita mucho implementar una política anti-inflacionaria.
Pensar que la credibilidad en Argentina pasa por un acto formal como la ley de convertibilidad o la independencia del Banco central sería naive porque despues de la experiencia de 2002 y de la estabilidad en el cargo de Pedro Pou y de Martin Redrado. La credibilidad como dije antes, requiere un gran consenso político, social e intelectual acerca del programa a adoptar. En este sentido, un programa económico-financiero consensuado entre el poder ejecutivo, el congreso, y el banco central; acompañado de acuerdos de precios y salarios por parte de sindicatos y agrupaciones empresarias, no tiene porque ser recesivo. Coincido con Martín Uribe en la importancia de un enunciado explicito de las metas de inflación por la autoridad monetaria, en la necesidad de transparencia en el programa monetario y en que la autoridad monetaria «rinda cuentas» a la sociedad acerca de su desempeño (por ejemplo en testimonios públicos en el congreso).
Un plan anti-inflacionario exitosos en bajar la inflación sin recesión es en gran medida una profecía auto cumplida. Ese es una forma de leer Barro y Gordon (1983).
Es posible, aunque no necesario, que el gobierno que asuma el 10 de diciembre enfrente un ambiente similar al de la Sra. Thatcher y no pueda bajar la inflación sin costos de recesión. Mucho dependerá de quien gana, de su discurso en la campaña electoral, del mandato popular y del contexto económico internacional. Veremos que pasa.
Caro Andrés,
What a pleasant surprise, we have more to agree than to disagree.
If I understand your argument correctly, the disinflation in Argentina nowadays would be relatively easy because the point of departure is an exchange rate artificially weak. Thus there is a dividend to be collected in the transition to a more market-determined peso. This is where we agree.
But I am less optimistic about the feasibility of the “gran consenso político, social e intelectual” that would coordinate all the expectations towards the good equilibrium.
If I were to guess (and actually I have to…), I would expect a few years of high interest rates if Argentina adopted an inflation targeting framework – if anything because that seems to be the pattern for adopters.
Cheers,
“O”
Rodrigo,
Antes que nada, muchas gracias por tu comentario. Nos encanta tener lectores no economistas y que aporten y enriquezcan el debate. En ese espíritu perimitime clarificar el concepto de gratis de mi entrada. Muchos economistas sostienen que bajar la inflación requiere una pérdida agregada de recursos, una recesión. Redistribuir recursos, por ejemplo sacando un subsidio es distinto porque no tiene un gran efecto en el agregado (en general). El punto de la entrada es que la implementación de políticas anti-inflacionarias creíbles como las recomendadas en las entradas mencionadas en el primer párrafo es gratis en el sentido que no es recesivo. En tal sentido la experiencia de los países estudiados por Sargent y la nuestra con la convertibilidad son buenos ejemplos.
Federico, gracias por tu comentario (de economista 🙂 ). Hay muchas maneras de diseñar un plan anti-inflacionario. Puede ser a través de un sistema de tipo de cambio administrado (los episodios de Sargent), Argentina 1991, Bolivia 1985 o de metas de inflación como Nueva Zelanda. En estos dos tipos de regímenes monetarios el problema que mencionas desaparece porque el dinero es endógeno.
Si le crees a Juan Pablo que la demanda de dinero es estable, también podés implementar el plan de estabilización con instrumentos monetarios. Se puede calcular la trayectoria de la cantidad de dinero que es consistente con la desinflación e ir ajustando la misma en cada período para satisfacer la demanda que surge de la tasa de inflación imperante. En este caso, la autoridad monetaria podría anunciar metas de inflación que se implementan con la cantidad de dinero (no la tasa de interés o el tipo de cambio) y la credibilidad se da por el cumplimiento de estas metas. Si lo manejas bien, no tiene porque haber recesión.
Diego, gracias por tus preguntas. Las experiencias mencionadas indican que la inflación se puede llevar a un número cercano a cero en poco tiempo (menos de un año) sin incurrir en una recesión. La clave es la credibilidad. Este es, un gran consenso social, político e intelectual acerca del método elegido para bajar la inflación; y su implementación por parte de funcionarios en los cuales la sociedad confía para la ejecución del plan.
Andrés,
No creo que loa demanda de dinero sea estable, justamente estaba señalando que sube con la estabilización de precios.
Si el plan anti-inflacionario es de metas de inflación, asumo que va a usar como instrumento operativo la tasa de interés. Si suben las tasas, hay un efecto negativo en la demanda agregada. ¡Justo es ese uno de los canales de trasmisión más importantes de la política monetaria! Probablemente también se aprecie el tipo de cambio, lo cual también tiene un efecto en la demanda agregada.
Coincido con O Anonimo que seguramente haya tasa de interés más altas y un impacto en la tasa de actividad. De hecho es lo que dice la evidencia empírica de los planes anti-inflacionarios.
saludos
Andrés,
Entiendo el punto en el cual te referís a la no recesión de las políticas anti-inflacionarias, pero ahora como opinaron muchos. al tener estas políticas no termina derivando en suba en la tasa de interés y derivando así en la recesión?. Entiendo que estas basándote en puntos teóricos pero en la practica no veo que sea tan feliz, sobretodo pensando en una economía politizada.
Lo que yo veo claro es que ningún gobierno en el 2011(actual) y 2012(el que venga) va a tomar el riesgo del costo político que puede traer un intento de baja de inflación.
Un amigo me dice que si esto no se para ahora nos vamos a una hiper. esto es posible cuando estábamos hablando de la hiper en la época donde se tenia un ipc del 200% anual o mas. yo creo que aun con las cifras privadas estamos lejos de llegar al mismo punto (no muy lejos pero si lejos.)
Solo es mi opinión con el poco conocimiento. porque para mi es mejor tomar la decisión de atacar la inflación cuando se tiene una capacidad instalada aun mejor que la de ahora. y se pueda afrontar las metas de inflación sin tanto riesgo como ahora.
Saludos.
Rodrigo.
Y después dicen que los economistas (opositores) son agoreros!
🙂
Lindo post, lo empece a leer y me acorde del de Martin. Great minds think alike, pero ELY segun recuerdo disentia…
Es cierto que «es improbable que la inflación baje en la Argentina hasta que asuma un nuevo gobierno». Pero asimismo veo difícil que disminuya en serio después de asumir el nuevo gobierno en diciembre de 2011. Si ese nuevo gobierno fuera el de un segundo período de Cristina seguiría con lo mismo, tal vez bajando los decibeles del gasto preelectoral de este año pero sin alterar los parámetros generales que generaron aprox 25% en 2010, antes de la campaña electoral. Si el nuevo gobierno fuese de alguno de los partidos con más chances, las posibilidades concretas de hacer los necesarios recortes de gastos (por ejemplo reducción sustancial de subsidios acompañado de suba de tarifas de servicios públicos, y política financiera con tasa real positiva y relativamente alta, tipo Brasil en el primer período de Lula, los llamados «costos recesivos» resultarían políticamente inmanejables, sea para un gobierno radical, macrista o duhaldista. Aparte de que ninguno de estos
tres tiene claras las ideas al respecto.
Por ello el pronóstico del 2012 se torna muy difícil, y en general se presenta más bien pesimista.
Andrés,
Para controlar la inflación de la manera que proponés (la única que hay) se necesitará un plazo más largo, más de un periodo de gobierno.
Michelle Bachelet nos pintó de cuerpo entero cuando dijo sobre Argentina: “su democracia no es robusta y sus intenciones no son fuertes. Tiende a vivir de crisis en crisis, en vez de perseguir políticas estables” (según un cable de la embajada de los EEUU en Santiago, publicado por Wikileaks). Y si, uno de nuestros equilibrios político-económicos es el populismo con inflación, y ahí estamos otra vez.
Como ya se enfatizó en posts anteriores, la estabilización requiere que se sigan de manera ininterrumpida ciertas reglas de política monetaria y fiscal, parar ello es necesario cierta estructura institucional y política que la Argentina no tiene.
Por eso, en las últimas décadas Argentina buscó atajos para combatir la inflación, en una especie de certamen de planes económicos surrealistas.
No soy economista. No soy periodista. No soy monetarista. No soy Morenista (aunque lo respeto muchísimo más que a la dirigencia empresaria tradicional). Estoy interesado en el tema, pero me parece que acá está siendo abordado desde una mirada muy pendiente del monetarismo. En un curso de economía me dijeron una vez que no era una ciencia exacta si no social, por lo que «el factor humano», ó sea las expectativas y temores colaboraban a modificar los resultados de las políticas aplicadas. Tanto gregre es para decir Gregorio: creo que no se puede sacar de la discusión al Grupo Clarín, que tiene un altísimo «poder de fuego» en la creación de discursos y expectativas, y viene martillando desde hace años con el tema INDEC, inflación y desmanejo. No siendo 678chista, creo que tampoco se puede dejar de lado ésto, sumado a que Goldman Sachs es uno de los dueños del Grupo, y que no tiene mucha tradición de «transparencia» y respeto por las instituciones nacionales. Recientemente pagó U$500 millones por engañar inversores acerca de la situación de los bonos de Grecia, y quizás también haya hecho «alguito de fuerza» para empujar el rendimiento de los bonos ajustados por CER (el control de esos bonos es, en teoría, el motivo por el cual el Gobierno empezó la intervención del INDEC). No digo que sea toda la explicación (jaja! Soy loquito pero no taanto!), pero creo que estos otros intereses y actores no pueden seguir siendo obviados en esta discusión. Clarín ya demostró que no le importa nada a la hora de hacer sus negocios (y lo veo de antes de que los K los denuncien, bastante antes) y hoy están bastante acorralados pero no han perdido la capacidad de crear agenda; habría que ver si no hay algo de cierto en lo de la estructura concentrada de la producción, y finalmente, cómo afecta la inflación internacional de materias primas en nuestros costos internos (toda vez que seguimos con retenciones FIJAS). Si la discusión sigue con una búsqueda en un camino tan lineal y acotado (a mi gusto), voy a terminar confirmando lo que postulaba un amigo: que el epicentro secreto de las Escuelas Mundiales de Economía se halla en Sgo del Estero. Abrazos!
Yo este año empiezo a estudiar economía y la verdad este es uno de los temas a mi gusto más interesante
A mi parecer un plan anti-inflacionario que no provoque una desaceleración del PBI es imposible porque uno de los principales factores de la inflación es que la economía esta recalentada, con la tasa de inversión que tenemos el producto debería crecer alrededor del 4% sin generar inflación por rígidez en la oferta.
El problema viene por el tipo de cambio, para sostenerlo era necesario un alto superávit fiscal y ahora en ausencia del último emisión monetaria que a su vez también financia el defícit fiscal. En cuestión hay que dejar apreciar el peso, aplicar una política fiscal no restrictiva sino bastante mas moderada o recuperar el superávit fiscal y con este financiar la compra de dólares. Si nos centramos en subir la tasa de interés para enfríar la economía podríamos tener problemas parecidos a los de Brasil por lo que es preferible atacar la inflación de forma combinada.
Volviendo al principio si la tasa de inversión sigue siendo baja va a ser imposible crecer al 7% con inflación baja y de nuevo si el gobierno es incapaz para dominar las expectativas de los empresarios y los sindicatos en materia de inflación será mucho más incapaz de crear expectativas positivas a los inversores