Por eso está listo el muleto, la doble candidatura, el fabuloso Parlasur. “En Brasil nadie habla de ese organismo”, aclaró esta semana un conocido intelectual paulista. Tal vez por ahora: si sigue el escándalo del Petrolão, la clase política brasileña estará, en breve, tan o más entusiasmada que sus idealistas colegas locales en los futuros debates que harán vibrar al Mercosur en la apacible y gentil Montevideo. Por lo menos en la Argentina constituye un negocio redondo: la inmunidad comienza desde el instante en que se oficializa la precandidatura (el 20 de junio próximo, cincuenta días antes de las PASO). En caso de resultar electo, el beneficiario se asegura protección por cuatro años. Queda descartada la hipótesis de un eventual desafuero dado que el cuerpo recién estará oficialmente conformado en 2020. Luego, el presidente del Parlasur debe informar de la solicitud de de-safuero al Plenario y derivarla a una comisión especial que, naturalmente, aún no existe. Cristina puede haber fracasado en su extraviado intento de convertirse en “eterna” y en su vocación de “ir por todo”. Pero debemos reconocer que, en el oficialismo, se tomaron bien en serio la necesidad de planificar una rigurosa estrategia de retirada. Lo bien que hacen.
80/20. Mirada en perspectiva, más allá de las calesitas, las montañas rusas y los trenes fantasma de todos los días, en los últimos comicios presidenciales la dinámica electoral argentina se descubre notablemente estable: los tres candidatos más importantes tienden a acaparar alrededor del 80% de los votos, y el resto se fragmenta en una multiplicidad de expresiones, donde siempre se destaca la izquierda más radicalizada, que crece de a milímetros, de forma muy acompasada. Eso se verificó en 2007, cuando entre CFK, Lilita y Lavagna obtuvieron el 85% de los sufragios. Algo parecido pasó en 2011 con Cristina, Binner y Alfonsín, sumando casi 82%. Ahora estamos frente a un escenario preelectoral bastante similar, con Macri, Scioli y Massa predominando desde fines de 2013.
La gran diferencia es que la distancia ideológica entre ellos como líderes es mínima, mientras que en los casos anteriores había matices más significativos. La sociedad argentina está buscando un cambio en las formas y en los contenidos de las políticas, un nuevo estilo de liderazgo caracterizado por la moderación y la propensión al diálogo. Otro rasgo contrastante resulta del hecho de que en las dos últimas elecciones presidenciales el oficialismo ganó con mucha comodidad, mientras que en ésta, al menos hasta ahora, no existe un dominio claro por parte de ninguno de los tres contendientes. Más aun, se han alternado en el último año y pico a la cabeza de los sondeos existentes. Finalmente, otra diferencia significativa es que se trata de una troika con vocación ejecutiva y discurso de gestión. Han desempeñado o tienen cargos parlamentarios, pero ponen énfasis en su capacidad para resolver problemas y en generar tranquilidad en términos de gobernabilidad.
Quienes sueñan con Máximo candidato a presidente, como el presuroso e incauto Juan Cabandié, deberían reflexionar respecto de estas macrotendencias, al margen de los muy mediocres niveles de popularidad e imagen positiva que tiene el jefe ídem de La Cámpora en la opinión pública, incluyendo curiosa y ostensiblemente la provincia de Santa Cruz y hasta su ciudad capital, Río Gallegos. Debería alcanzarle para ser diputado. Pero confirma el apotegma de Legui: nadie es profeta en su tierra.
¿Quién sos? ¡Qué bien que escribís!
Tanta descalificación y desprecio basados en que? Como siempre sos un tarado mas montado en un ruido que te aísla de la realidad y no pareces percibir (creo que en general esto te sucede a menudo pero con ambas realidad y ruido ni siquiera sos consiente de su existencia). Cegado completamente y orgulloso ignorante te regodeas en lugares comunes seguramente aun tengas la capacidad de mirar un poco en tu interior , realmente x favor inténtalo, percibiras lo obvio, llanamente , x dentro estas vacio , sos apenas una cascara, la nada….o en tu caso menos.
Besos y que te mejores,
Guillermo