En una entrada anterior (Matices…) argumenté que, a diferencia de lo que surgía del tenor imperante tanto en los principales medios de comunicación como de los observadores más respetados, la opinión pública no registraba por lo menos hasta comienzos de febrero el mismo grado de insatisfacción y crítica respecto de la situación económica imperante en el país. Se trataba de una foto de un contexto muy volátil y que, sobre todo, no registraba el eventual impacto de la devaluación del 23/1 y el posterior incremento de la tasa de interés. Los lectores de Foco Económico advirtieron sagazmente que había que esperar los datos de los meses siguientes para entender más cabalmente la reacción de la sociedad. Sin duda estaban en lo cierto, fundamentalmente en referencia a las variables económicas. Curiosamente, el desgaste político que experimenta la administración K es más acotado.
Por eso, en esta oportunidad me propongo sugerir nuevos matices a aquellos matices: observando los datos de la encuesta sistematicamente elaborada por Poliarquía correspondientes a mediados de febrero, efectivamente se registra un descontento más significativo respecto de la situación económica. En algunos indicadores, como la confianza del consumidor, la caída registrada en los últimos meses fue tan profunda que perfora incluso los umbrales de los años 2008/2009 y se acerca a la situación imperante en el 2003.
Sin embargo, los indicadores políticos sugieren al menos hasta ahora un desgaste más acotado. Evidentemente esto podría modificarse cuando la sociedad argentina advierta mejor las consecuencias recesivas de las medidas tomadas por el gobierno, sobre todo en términos del empleo y los salarios reales. Sin embargo, CFK sigue conservando una imagen positiva en un tercio de los argentinos y un 40% aprueba su gestión presidencial. De este modo, si bien se trata de niveles muy inferiores a los del 2011, superan largamente los pisos registrados durante 2008/2009. Pareciera entonces que las principales fortalezas relativas del gobierno de CFK no se encuentran ahora principalmente en aspectos económicos sino en otros de naturaleza político-ideológica.
Una hipótesis alternativa, que desarrollaremos en una próxima reflexión, es que ese apoyo político surge de las políticas de ingreso implementadas por el gobierno, focalizadas generalmente en el tercio más pobre de la población. Si bien la clase media está ahora mayoritariamente en contra del gobierno debido al cepo cambiario, la escalada inflacionaria, la devaluación, la suba de tasa de interés y la recesión, todavía el gobierno registra un apoyo no menor en los segmentos más dependientes del gasto público.
A continuación presentaré algunos datos de opinión pública que ponen de manifiesto nuevos matices.
Los datos de opinión pública
Algo más de la mitad de la población considera que la situación general del país es buena o regular. El pesimismo se ha venido incrementando últimamente, aunque con un registro aún inferior del que imperaba luego del conflicto con el campo y en el contexto de la crisis financiera internacional (2008-2009). Los datos del mes de febrero, sin embargo, manifiestan una aceleración del deterioro.
El Índice de Confianza del Consumidor de la UTDT experimentó en febrero de 2014 un caída histórica que manifiesta el impacto de la devaluación, principalmente el rubro durables e inmuebles.
Los indicadores de inflación también experimentaron un salto importante en el contexto de los aumentos registrados en los últimos meses, señalando nuevos picos máximos en la serie histórica de Poliarquía Consultores.
A pesar de ello, a nivel personal, los entrevistados siguen considerando que su situación económica es relativamente estable. De hecho un 82% de los entrevistados califica su situación personal como positiva o regular. Pese a la devaluación del peso, el porcentaje de personas que evalúa de forma negativa su situación económica se mantiene muy por debajo de las otras categorías (aunque aumentó en términos relativos). El gráfico siguiente permite analizar en detalle esta cuestión.
A la hora de analizar los indicadores sobre la situación laboral, también deben señalarse matices importantes. La preocupación por la eventual pérdida del empleo por parte de los entrevistados o de su núcleo familiar registra valores similares en relación con las últimas mediciones. La población se divide en mitades prácticamente iguales entre quienes están muy o bastante preocupados por quedarse sin trabajo y aquellos a quienes esta posibilidad les preocupa poco o nada. Sí se percibe, en cambio, el temor a la pérdida del poder adquisitivo debido al avance del fenómeno inflacionario.
Estos datos parecen desmentir, al menos en parte, los diagnósticos recientes de la prensa internacional de una crisis profunda, inevitable y de consecuencias desastrosas. Sobre todo cuando se tienen en cuenta la imagen positiva y el nivel de aprobación de la gestión de CFK. Vale la pena observar detenidamente los gráficos siguientes:
En síntesis, hasta ahora el desgaste político del gobierno de Cristina parece menos importante que el registrado en términos económicos. Si llegara a ratificarse esto en el futuro, deberían revisarse dos principios hasta ahora muy aceptados: «es la economía, estúpido» (de raiz clintoniana) y «gobierno que devalúa, gobierno devaluado» (atribuída al presidente mexicano López Portillo).