La huella de carbono de los hogares colombianos

[1]Por Darwin Cortés, Universidad del Rosario, Andrés Gallegos, Universidad del Rosario, Enrique Gilles, CESA, y Fabio Monsalve, UCLM

La temperatura del planeta Tierra ha aumentado en los últimos 50 años alrededor de 1,2 grados más que antes de que los humanos empezaran a causar un impacto en el clima. Ahora estamos en una era llamada Antropoceno, donde las acciones humanas son la causa principal del cambio climático. Tenemos que prepararnos para enfrentar esta crisis climática. Los países se han reunido en Conferencias de las Partes (COP) para llegar a acuerdos, y uno de los más importantes fue en la COP21 de París en 2015, donde los países acordaron que debemos hacer esfuerzos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) para que la temperatura global no aumente más de 1,5 grados. Pero si vemos cómo los países han actuado para cumplir este objetivo, es muy desalentador. Las emisiones globales siguen aumentando y los únicos eventos que han disminuido temporalmente esta tendencia han sido la crisis financiera internacional de 2008 y la pandemia del Covid-19.

En las negociaciones climáticas, los países son responsables de las emisiones que generan dentro de sus fronteras. Sin embargo, en la actualidad, con la globalización y las cadenas de valor internacionales, este criterio no es el mejor para asignar responsabilidades, ya que muchos países aumentan sus emisiones para satisfacer la demanda de otros países. Esto se llama «fugas de carbono». Por lo tanto, algunos estudios han comenzado a analizar la asignación de responsabilidades desde el punto de vista de la demanda final, es decir, la responsabilidad generada por los consumidores. Por ejemplo, cuando compramos un celular, estamos siendo responsables de los impactos económicos, ambientales y sociales que se producen en otras partes del mundo debido a nuestra decisión de compra. Se llaman «huellas antropogénicas». Algunos países son exportadores netos de emisiones (p.e. China), mientras que otros importan emisiones (p.e. Estados Unidos y Europa). Por lo tanto, es importante tener en cuenta el ajuste por consumo al afirmar que un país es «carbono-neutral», ya que podrían estar sustentando su estilo de vida mediante las fugas de carbón (Global Carbon Project, 2022).

En esta entrada se presentan los primeros resultados descriptivos de una investigación que estamos realizando sobre la huella de carbono que genera el consumo de los hogares colombianos. El consumo representa la mayor parte de la demanda final y, por lo tanto, tiene una gran influencia en la actividad económica y en los impactos ambientales y sociales. Según estudios recientes, el consumo es responsable de alrededor del 72% de las emisiones globales (Dubois et al., 2019), lo que resalta la necesidad de implementar políticas que fomenten decisiones de consumo más sostenibles en los hogares. Sin embargo, el consumo no es uniforme en toda la población, y esto es especialmente cierto en las economías latinoamericanas, donde hay importantes diferencias en la distribución del ingreso.

En esta investigación, utilizamos datos de la Encuesta Nacional de Presupuestos de los Hogares (ENPH) del DANE, que cuenta con más de 80,000 registros y se realizó entre 2016 y 2017. Calculamos la huella de carbono de cada hogar mediante un modelo insumo-producto multirregional que considera 66 países y 34 sectores de actividad, alimentado con datos de la OCDE. Este modelo nos permite rastrear los efectos directos e indirectos del consumo de los hogares en las cadenas globales de valor, incorporando datos de emisiones de CO2 proporcionados por la Agencia Internacional de Energía (IEA).

Una vez calculadas las huellas de carbono, utilizamos esta información para analizar la distribución de la misma a lo largo de la distribución del ingreso y del gasto de dichos hogares. Los resultados indican que el hogar promedio colombiano (cuyo tamaño promedio es de entre 3 y 4 personas) genera una huella de 1.1 toneladas de CO2, y que dicho impacto se produce dos tercios en suelo colombiano y el restante tercio en el resto del mundo, principalmente en China (11%) y Estados Unidos (7%). Al contar con la foto de la huella de todos los hogares, también es posible analizar qué tan diferente son esos impactos. El individuo promedio del decil 10 de ingreso per cápita genera una huella de carbono de 0.82 toneladas de CO2, lo cual representa un impacto 5.7 veces superior al del individuo promedio del decil 1, como se puede ver en la Figura 1[2].

Figura 1. Emisiones per cápita por decil de ingreso per cápita. Fuente: ENPH y cálculos de los autores.

 

 

Otra estadística interesante es la forma en la que se distribuye la cantidad de dióxido de carbono emitido entre los colombianos. Frente a un Gini de ingreso de 0.51 y de gasto total de 0.49, obtenemos un Gini de emisiones de CO2 de 0.66, significativamente más alto que el de las otras variables. Esto se puede corroborar en la Figura 2, que muestra las curvas de Lorenz de las tres variables para Colombia. Sin embargo, al estudiar la intensidad en carbono del gasto de los hogares, no encontramos una tendencia significativa entre los deciles de ingreso per cápita. Lo que encontramos es que, en promedio, por cada 1000 pesos que un hogar gasta de más, emite alrededor de 0.5 Kg de dióxido de carbono. Esta proporción es bastante estable entre deciles de ingreso per cápita.

Figura 2. Curvas de Lorenz de las variables estudiadas.

Fuente: ENPH y cálculos de los autores.

La relación entre emisiones, ingreso y gasto se estudia en la literatura económica utilizando el concepto de elasticidad-gasto y elasticidad-ingreso de las emisiones. Pottier (2021) realizó una revisión de la literatura que estima estas elasticidades para distintos países del mundo (principalmente países industrializados) y encuentra que las elasticidades-gasto suelen estar entre 0,7 y 1, mientras que las elasticidades-ingreso suelen estar entre 0,3 y 0,7. Para el caso colombiano encontramos que por cada 1% que aumente el gasto total, las emisiones de CO2 aumentan un 1,15%, mientras que por cada 1% que aumente el ingreso del hogar, sus emisiones aumentan en 0,85%. Esto significa que nuestros estimados rondan el límite superior de los valores reportados por Pottier (2021) pero tienen sentido teniendo en cuenta que Colombia es un país de ingresos medios. Es de esperarse que a medida que Colombia se desarrolle y sus ciudadanos disfruten de mayores ingresos, estas elasticidades deberían reducirse.

También es importante ver la dispersión espacial de la huella de carbono de los hogares colombianos. La Figura 3 muestra la huella de carbono promedio de los hogares urbanos de la ENPH con información de ciudad disponible, agregados a nivel de departamento. Como es de esperarse, los hogares con nivel de emisiones promedio más altos se ubican en Bogotá (2.05 tCO2), Medellín (1.3 tCO2) y las ciudades del Valle del Cauca: Cali, Yumbo y Buenaventura (0.71 tCO2). Al otro lado de la distribución se encuentran ciudades como Leticia, Mitú, Puerto Carreño e Inírida, cuyos hogares emiten en promedio menos de 0,01 tCO2 al año.

Para concluir, queremos destacar que Colombia, junto con otros países de América Latina y del mundo, está comprometida en reducir la pobreza y la desigualdad, y en aumentar el nivel de ingreso de sus ciudadanos. Sin embargo, esto implica que necesariamente aumentarán las emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero. Por lo tanto, es importante reducir la intensidad carbónica del consumo y disminuir los efectos negativos en el planeta. Estimar las elasticidades es fundamental para discutir la aplicación de impuestos al carbono y poder crecer de manera sostenible, controlando nuestra huella de carbono.

Figura 3. Emisiones de CO2 promedio por hogar, para la población urbana. Fuente: ENPH y cálculos de los autores.
Notas: Para cada departamento se tomó la población urbana de su ciudad capital y área metropolitana si tiene, excepto para los siguientes departamentos, que también contienen otras cabeceras municipales importantes: Antioquia: Incluye Rionegro. Atlántico: Incluye Soledad. Nariño: Incluye Tumaco. Santander: Incluye Barrancabermeja. Valle del Cauca: Incluye Yumbo y Buenaventura.

 

 

Referencias

Dubois, G., Sovacool, B., Aall, C., Nilsson, M., Barbier, C., Herrmann, A., Bruyère, S., Andersson, C., Skold, B., Nadaud, F., Dorner, F., Richardsen Moberg, K., Ceron, J-P., Fischer, H., Amelung, D., Baltruszewicz, M., Fischer, J., Benevise, F., Louis, V., and Sauerborn, R. (2019). «It starts at home? Climate policies targeting household consumption and behavioral decisions are key to low-carbon futures.» Energy Research & Social Science. Volume 52, pp 144-158.

Global Carbon Project (2022). Global Carbon Budget, 2022. https://www.globalcarbonproject.org/

Pottier, A., (2021). «Expenditure-elasticity and income-elasticity of GHG emissions: A survey of literature on household carbon footprint» Working Papers 2021.01, FAERE – French Association of Environmental and Resource Economists.

Ritchie, H., (2019) – «How do CO2 emissions compare when we adjust for trade?». Publicado online en OurWorldInData.org. Extraído de: https://ourworldindata.org/consumption-based-co2′

 

[1] Esta entrada está basada en una investigación sobre huella de carbono y gasto de los hogares colombianos que están realizando los autores.

[2] Los valores de emisiones per cápita obtenidos son menores a los registrados a nivel macro por varias razones: en primer lugar, las encuestas de consumo suelen tener problemas de subreporte y no recogen con detalle las colas extremas de la distribución de ingreso, en particular los hogares que más consumen y emiten dióxido de carbono. En segundo lugar, sólo estamos teniendo en cuenta emisiones debido al consumo final de los hogares, por lo que los otros componentes de la demanda final no se incluyen en este caso.