Por Sofía Collante Zárate, Catherine Rodríguez Orgales, Fabio Sánchez Torres
Verguet et al. (2020) reportan que al menos 117 países en el mundo están implementando programas de alimentación escolar, proporcionando a cerca de 370 millones de niños, niñas y jóvenes algún tipo de comida diaria. Estos programas buscan atraer a individuos en edad escolar al sistema educativo suministrando comidas y/o refrigerios nutritivos que de otra forma serían difíciles de proveer por sus familiares en sus propios hogares. Colombia ha seguido esta tendencia y desde hace más de una década el Ministerio de Educación ha venido implementando el Programa de Alimentación Escolar (PAE). El PAE es una estrategia del gobierno colombiano que busca contribuir al acceso y permanencia escolar de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes en edad escolar en el sistema educativo público.
La teoría de cambio sugiere que los programas de alimentación escolar, además de incrementar la asistencia escolar, pueden también impulsar el aprendizaje y el desarrollo cognitivo al mejorar la nutrición y con ello la capacidad de atención (Adelman et al., 2008; Nikiema, 2019). Aunque trabajos anteriores han estudiado el impacto de la alimentación escolar en términos educativos y de salud, los resultados dependen del contexto en el que se encuentran los niños y en las condiciones específicas de cada programa. Para la región latinoamericana, tan solo un número pequeño de estudios analizan los impactos de la alimentación escolar. En Chile, McEwan (2013), evidencia que ofrecer almuerzos ricos en calorías no impacta el desempeño, la inscripción o la asistencia a colegios públicos rurales. En Perú, Chinen y Cueto (2001), encuentra resultados positivos en memoria de corto plazo, tasa de deserción escolar y asistencia diaria a la escuela, pero no encuentran efectos en las pruebas de rendimiento escolar posiblemente explicado por la reducción en la deserción. En Colombia, Velasquez et al. (2016) y Ariza y Rojas (2020) evalúan el Programa de Alimentación Escolar (PAE) utilizando la metodología de propensity score matching (PSM) encontrando que reduce la deserción intra-anual pero no tiene ningún impacto sobre el desempeño académico de los estudiantes medido con la Prueba Saber 11.
Aprovechando la expansión en el tiempo del PAE, así como la riqueza de los datos administrativos del país, en un estudio reciente contribuimos a la literatura y analizamos el impacto del PAE en la permanencia en el sistema educativo y en los resultados de aprendizaje para estudiantes de colegios públicos en Colombia. A través de la entrega de un complemento alimentario durante la jornada escolar, este programa tiene como objetivo fomentar el desarrollo integral, los estilos de vida más saludables y en últimas, el mejoramiento de la capacidad de aprendizaje. El programa se ha expandido en el tiempo de manera significativa. Como se observa en la Gráfica 1, mientras que en 2012 tan solo el 23% (10,425) de las sedes educativas tenían por lo menos un estudiante que recibía algún tipo de alimentación escolar, en 2019 este porcentaje alcanzó 96% (42,773). Asimismo, los datos administrativos indican que el número de alumnos beneficiados entre el 2012 y 2019 pasó de cerca de 810 mil alumnos (10%) a 5,6 millones (73%).
Gráfica 1. Evolución de la cobertura de la alimentación escolar 2012-2019
Fuente: SIMAT, cálculo de los autores, 2021.
De acuerdo con la reglamentación del programa, la selección de los alumnos beneficiarios se lleva a cabo en dos etapas: priorización de sedes a cargo de los Secretarías de Educación y la focalización de estudiantes dentro de esas sedes a cargo de los rectores. En la primera fase, los criterios de priorización incluyen si la sede ofrece jornada única, pertenece a una zona rural y, para aquellas ubicadas en zonas urbanas, si atiende a población vulnerable. En la segunda fase, una vez las sedes fueron elegidas, la normatividad del PAE indica que la focalización de alumnos inicia por los grados más bajos y avanza a los siguientes grados según la disponibilidad de las raciones. Los datos demuestran que efectivamente se cumple con los criterios de focalización. La proporción de beneficiarios respecto al total de estudiantes de la sede es mayor para los estudiantes en primaria, para los de jornada única y para los que están registrados como víctimas del conflicto. Dentro de las escuelas, los datos demuestran que al momento de focalización se da prioridad al grado más que a las características de los estudiantes ya que la proporción de beneficiarios por grado se acumula en cero (ningún estudiante del grado es beneficiario) y en uno (todos los estudiantes del grado son beneficiarios). El hecho que un curso tenga cobertura del 0% o cercana al 100% no depende de las características de los estudiantes existentes en cada curso, sino de la disponibilidad de las raciones, empezando por los grados más pequeños.
Una primera aproximación al impacto del programa se observa en la Gráfica 2. En ella se presentan las tasas de ausencia, deserción y repitencia, respectivamente, para alumnos que reciben o no algún tipo de alimentación escolar en cada uno de los años. Aunque la diferencia pareciera disminuir en el tiempo, sin duda los alumnos focalizados por la alimentación escolar parecen tener mayores tasas de permanencia en el sistema educativo público.
Gráfica 2. Tasas de ausencia, deserción y repitencia según focalización de la alimentación escolar
Fuente: SIMAT, cálculo de los autores, 2021.
Por supuesto, la comparación de la gráfica es ingenua y contiene sin duda problemas de endogeneidad. Para solucionarlos, la estrategia de identificación aprovecha el aumento paulatino de la cobertura del programa, así como el hecho de que, aunque la escogencia de una sede en particular para participar en el programa no es ortogonal a las características de esta o de sus estudiantes, dentro de una misma escuela la determinación de qué porcentaje de estudiantes cubrir en cada grado si lo es. Partiendo del supuesto de identificación plausible de que el año en que un estudiante empieza a ser beneficiario del PAE es exógeno para los hogares, comparamos los indicadores educativos entre hermanos dentro de un mismo hogar con diferente exposición al programa (los hermanos mayores tuvieron una menor exposición al programa que los menores). Específicamente, a través de un modelo de regresión con efectos fijos de hogar y de sede educativa, se estima el efecto del PAE sobre la probabilidad de ausentarse (dejar de asistir a la escuela un año) y de desertar (dejar de asistir a la escuela durante dos años consecutivos o más) del sistema educativo, de repetir un grado escolar, así como sobre el desempeño en pruebas estandarizadas que evalúan los conocimientos en grado 11, último grado del ciclo escolar en Colombia.
Para ello, utilizamos información administrativa de tres bases de datos a nivel nacional. Primero, con la información del Sistema Integrado de Matrícula (SIMAT), se construyó la trayectoria educativa de 2012 a 2019 de cada uno de los individuos que alguna vez estuvieron matriculados en el sistema educativo colombiano durante esos años. Esto permitió establecer los estados educativos de ausencia, deserción y repitencia para cada uno de los cerca de 14 millones de estudiantes únicos en este periodo. Segundo, utilizando la información del Sisbén III a corte de 2019, que contiene información de cerca de seis millones de hogares y sus principales características socioeconómicas, fue posible identificar los hermanos y hermanas que hacen parte de un mismo hogar dentro del SIMAT. Finalmente, para estimar los impactos en el aprendizaje, se usa la información de la Prueba Saber 11, que mide el logro académico de estudiantes que finalizan la educación básica y media del país, cruzada con las dos bases anteriores.
Los resultados muestran el poder de un refrigerio y cómo, a través de estos, el programa ha mejorado los indicadores de eficiencia y calidad en el sistema educativo colombiano. Para los estudiantes beneficiarios del PAE la probabilidad de ausentarse disminuye 0.4 puntos porcentuales, lo que constituye una disminución del 10% en la tasa de ausencia promedio de los hermanos no beneficiarios (4.2%). Asimismo, la probabilidad de desertar del sistema educativo disminuye en 0.2 puntos porcentuales, lo que corresponde a una caída del 10% en la tasa de deserción promedio de los no beneficiarios (2.1%). Respecto a la repitencia, la disminución es de 0.6 puntos porcentuales, que representa una caída del 5% respecto al promedio de los no beneficiarios (12%). Los efectos en ausencia y deserción son mayores para los estudiantes de zonas rurales y que están en nivel secundaria, contrario a lo que sucede en repitencia. Además, en repitencia se evidencia un efecto marginal adicional para los estudiantes que son elegibles para el programa de transferencias monetarias condicionadas -Familias en Acción- aunque no se evidencia impactos diferenciados en ausencia y deserción. Los resultados son robustos para los estudiantes que no se cambian de colegio, descartando la hipótesis de una ubicación estratégica de los estudiantes para ser beneficiarios del PAE.
En cuanto al logro escolar, medido con la prueba Saber 11, el análisis parte del hecho de que los estudiantes que presentan esa prueba estandarizada son aquellos que culminan la educación secundaria. Dado que el programa disminuye la probabilidad que los estudiantes deserten del sistema educativo, es posible afirmar que, como consecuencia de la alimentación escolar, no desertaron del sistema escolar estudiantes que de lo contrario lo hubieran hecho, y quienes, posiblemente, tendrían un bajo desempeño en las pruebas. Efectivamente, en primera instancia se encuentra que, para las cohortes que cursaron grado sexto en 2012 o 2013, aquellos estudiantes que recibieron alimentación escolar tienen una probabilidad 13 puntos porcentuales mayor – 25% con respecto a los controles- de presentar la prueba. Posteriormente, para corregir el sesgo de selección negativo, siguiendo a Angrist et al. (2006), se utilizan modelos paramétricos y no paramétricos de manera que las distribuciones de los tratados y no tratados sean comparables. Los resultados varían según la especificación del modelo, pero indican que los hermanos y hermanas que tuvieron alimentación escolar durante la secundaria tienen mejor desempeño educativo medido a través de la prueba Saber 11. Los efectos del PAE en las pruebas son mayores para los estudiantes de menores puntajes en las pruebas SABER 11 y disminuyen a medida que el puntaje aumenta.
El análisis presentado en este artículo permite concluir que el PAE aumenta la permanencia de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes en el sistema escolar colombiano y contribuye a mejorar el aprendizaje de los estudiantes. Se percibe como un incentivo para que los estudiantes asistan más a la escuela, al tiempo que se aumenta el aprendizaje tanto por la mayor asistencia como por la mejor la calidad de la dieta. Así, el PAE, además de servir como un apoyo vital para las familias en contextos de vulnerables, podría también disminuir la deserción y permitir recuperar algo de todo los que los alumnos en el país dejaron de aprender a causa de los cierres escolares como consecuencia de la pandemia.
Referencias
Adelman, S. W., Gilligan, D. O., & Lehrer, K. (2008). How Effective are Food for Education Programs? A Critical Assessment of the Evidence from Developing CountriesHow Effective are Food for Education Programs? A Critical Assessment of the Evidence from Developing Countries. Washington, D.C., U.S.A: International Food Policy Research Institute.
Angrist, J., Bettinger, E., & Kremer, M. (2006). Long-Term Educational Consequences of Secondary School Vouchers: Evidence from Administrative Records in Colombia. The American Economic Review, 847-862.
Ariza, J., & Rojas, S. (2020). ¿Mejora el Programa de Alimentación Escolar (PAE) el desempeño académico de los estudiantes en Ibagué? Revista Facultad de Ciencias Económicas: Investigación y Reflexión, 28(2), 143-160.
Chinen, M., y Cueto, S. (2001). Impacto educativo de un programa de desayunos escolares en escuelas rurales del Perú. Lima, Perú: GRADE, Grupo de Análisis para el Desarrollo.
McEwan, P. J. (2013). The impact of Chile’s school feeding program on education outcomes. Economics of Education Review, 32, 22-139.
Nikiema, P. R. (7 de Marzo de 2019). The Impact of School Feeding Programmes on Educational Outcomes: Evidence from Burkina Faso. Journal of African Economies, 28(3), 323-341.
Velasquez, M., Andrado, M., Daza, C., Camargo, V., & Loaiza, V. (2016). Evaluación del programa de alimentación escolar PAE 2016. Contraloría General de la Nación.
Verguet, S., P. Limasalle, A. Chakrabarti, A. Husain, C. Burbano, L. Drake, D. Bundy (2021). The Briader Economic Value of school feeding programs in low and middle income countries: estimating the multisectorial returns to public health, human capital, social protection and the local economy.