¿Cómo afecta la cobertura de violencia las percepciones de inseguridad y el consumo de lujo? Lecciones del ACIV en México

Por Aurora A. Ramírez-Álvarez (El Colegio de México) aurora.ramirez@colmex.mx

Como en muchos países Latinoamericanos, la inseguridad es una gran preocupación en México. De acuerdo a la última Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) 2020, el 68.2% de la población mexicana de 18 años y más considera la inseguridad como el problema más importante del país, seguido del desempleo con 36.4% y la salud con 36.2%.

Por otro lado, los medios de comunicación son una fuente fundamental para enterarse sobre la seguridad pública del país. Debido a esto, los hacedores de política pública en México han manifestado su preocupación por la presentación frecuente de noticias violentas y la posibilidad de que éstas aumenten la relevancia del crimen en la vida de las personas.

En parte en respuesta a estas preocupaciones, en marzo de 2011, los principales grupos de medios en México firmaron el Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia en México (ACIV), con el propósito de proponer criterios editoriales comunes para que la cobertura de la violencia que generaba la delincuencia organizada no sirviera para propagar el terror entre la población.  En un artículo de investigación publicado recientemente en la revista Journal of Law, Economics, and Organization, analizo el efecto de este Acuerdo en la cobertura de noticias violentas, las percepciones nacionales y locales de inseguridad y el consumo visible.

En la primera parte del artículo, investigo si efectivamente el Acuerdo reduce la cobertura de noticias violentas en los periódicos, la radio y los canales de televisión de mayor circulación nacional. Una de las medidas de cobertura de noticias violentas que utilizo es el número total de noticias mensuales en un canal / periódico utilizando cualquiera de las palabras que los criterios editoriales del Acuerdo sugirieron evitar (“levantón”, “plaza”, “sicario”, “narcofosa”, “narcomanta” o palabras con el prefijo narco, “encobijado”, “capo”, “pase”, “comando armado”, etc.). Con base en esta medida, encuentro que los periódicos, la radio y los canales de televisión reducen su cobertura del crimen en relación con la tasa nacional de homicidios después de la política. Esta reducción es grande: entre el 17 \% y el 66 \% de la cantidad media de noticias sobre delitos en el período previo a la política.

Posteriormente, en el artículo investigo si este cambio en el contenido de noticias violentas tiene un efecto sobre las percepciones de inseguridad nacionales y locales. Utilizando la frecuencia del consumo de noticias de las personas (previo al acuerdo), pronostico una «intensidad de tratamiento» basada en características socioeconómicas individuales. Al comparar las percepciones de inseguridad entre individuos más expuestos al tratamiento versus individuos menos expuestos antes y después del Acuerdo encuentro que las percepciones de inseguridad cambian debido al Acuerdo. Después de éste las personas más expuestas a los medios de comunicación tienen menos probabilidades de informar que se sienten inseguras, que su país es inseguro y que su estado o municipio es inseguro, en comparación con las personas menos expuestas. Mis estimaciones puntuales preferidas indican que un aumento de la desviación estándar de 1,00 en la intensidad del tratamiento produce una disminución de la desviación estándar de 0,66 en el índice de percepción de inseguridad personal y una disminución de la desviación estándar de 0,42 en el índice de percepción de inseguridad del país después del Acuerdo.

Finalmente investigo si estos cambios en las percepciones se traducen en cambios en el consumo de bienes visibles o de lujo. ¿Por qué este cambio en las percepciones del crimen podría traducirse en un cambio en el consumo conspicuo? Mejía y Restrepo (2016) estudian cómo el crimen contra la propiedad distorsiona las decisiones de consumo. En su modelo, los individuos tienen preocupaciones por el estatus y señalizan su riqueza mediante el consumo de bienes visibles. Estas señales son observadas por los delincuentes con cierta probabilidad, por lo tanto, al escoger a sus víctimas se enfocan en aquellas que señalizan más riqueza. Los individuos al decidir su consumo conspicuo deciden entre señalizar más estatus o el costo que implica ser víctimas de un delito. Su modelo predice que un aumento en la probabilidad de ser víctima del crimen reduce el consumo de bienes visibles. Dado que las organizaciones de tráfico de drogas en México se involucran en una serie de actividades ilícitas que van desde el contrabando de personas, el robo de combustible, el secuestro, la extorsión y el robo de vehículos (Guerrero-Gutiérrez (2011)), podemos pensar que las percepciones de violencia relacionadas con el crimen organizado están muy relacionadas con las percepciones de delitos patrimoniales. Dichos delitos forman parte de las actividades de los cárteles, generando la percepción de que el crimen organizado opera en el país o en un área geográfica dada.

Con este mecanismo en mente, en el artículo muestro que cambios menores en el consumo conspicuo y los alimentos consumidos fuera del hogar acompañan a estos cambios en las percepciones de inseguridad; mientras que no encuentro efectos en el margen extensivo en comportamientos como el no salir por la noche por temor a ser víctima de un delito. Un aumento de la desviación estándar de 1.00 en la intensidad del tratamiento produce un aumento de la desviación estándar de 0.28 y 0.38 en el consumo altamente visible (es decir, ropa, joyas, relojes y automóviles) y alimentos consumidos fuera del hogar, respectivamente. El aumento en el consumo altamente visible podría explicarse por un menor miedo a la victimización de las personas más expuestas a los medios, mientras que el aumento en la comida consumida en los restaurantes podría estar capturando un menor miedo general a salir como respuesta a un menor nivel de delincuencia percibido.

En conjunto, estos resultados demuestran que la presentación frecuente de violencia en los medios de comunicación provoca que las personas sean más temerosas y tiene un efecto sobre las decisiones de consumo.

 

Referencias

  • Guerrero-Gutiérrez, E. 2011. Security, Drugs, and Violence in Mexico: A Survey. Washington, DC: 7th North American Forum.
  • Mejia, D., and P. Restrepo. 2016. “Crime and Conspicuous Consumption,” 135 Journal of Public Economics 1–14.
  • Ramírez-Álvarez, Aurora Alejandra. “Media and Crime Perceptions: Evidence from Mexico”, The Journal of Law, Economics, and Organization, Volume 37, Issue 1, March 2021, Pages 68–133, https://doi.org/10.1093/jleo/ewaa010
  • Ramírez-Álvarez, Aurora Alejandra. «Las percepciones de inseguridad y los medios de comunicación», Otros Diálogos No. 6, diciembre 2018, El Colegio de México.