Desarrollo y Distribución de Vacunas: Retos para el mundo y América Latina

Según las cifras más recientes de la OMS en el momento que escribimos esta entrada, se calculaban alrededor de 110 millones de casos de covid-19 en el mundo, y 2.5 millones de muertes, de las cuales 47% han ocurrido en el continente americano. Además, se estima que la pandemia ha reducido el PIB global alrededor de $500 billones al mes,[1] y eso es sin tener en cuenta los significativos costos que ha tenido en términos de salud mental y capital humano. Dados estos enormes costos, es imprescindible acelerar el desarrollo y acceso a las vacunas para el covid-19. Más aún, dado el panorama optimista con respecto a la efectividad de las vacunas. Según un artículo de The Economist, el 65% de la población mayor de 60 años en Israel ha recibido las dos dosis de la vacunación, y para esta población los casos de covid-19 y hospitalizaciones han disminuido consistentemente desde haber alcanzado su pico a mediados de enero.

Sin embargo, el rezago observado entre el inicio de la pandemia y la distribución inicial de las vacunas, resalta un problema general que se observa en términos de los incentivos que existen en ámbitos de investigación y desarrollo de vacunas. Por lo tanto es importante pensar en mecanismos más efectivos que incentiven la inversión en esta tecnología. En un artículo reciente, Michael Kremer y Christopher Snyder discuten algunos de los retos y ofrecen ideas para estar mejor preparados en términos de inversión en ciencia y tecnología para situaciones similares a la actual pandemia. En esta entrada resumimos sus puntos principales y discutimos los principales retos que enfrentaría América Latina para llevar a cabo un plan similar al propuesto por los autores.

El primer punto que discuten Kremer y Snyder es que el desarrollo de vacunas no es tan lucrativo como el desarrollo de otras medicinas. Esto es explicado por dos razones principales. Primero, las vacunas no son solamente un bien privado, sino también un bien público. Al aumentar el número de personas vacunadas, el riesgo de infección disminuye y así mismo la voluntad de pago para ser vacunado. Este es el conocido problema del free rider, y en el contexto de las vacunas afecta los incentivos de las farmacéuticas de invertir en el desarrollo de vacunas frente a otras medicinas. Las farmacéuticas tienen más incentivos de desarrollar algunas medicinas en comparación a vacunas, porque medicinas que ayuden con síntomas de enfermedades sin reducir la transmisión no presentan el problema del  free rider, y por lo tanto no afectan la voluntad de pago del consumidor. Segundo, los consumidores pueden tener mayor disponibilidad de pago cuando se trata de una medicina por la que tienen que pagar periódicamente, en vez de un solo pago. Además, hay una amplia literatura que describe menos voluntad de pago por medicina preventiva (como las vacunas) en comparación a medicina curativa (como otras medicinas).

Al problema del free rider en este contexto se suma que existe un rezago importante en la distribución de vacunas en países más y menos desarrollados, además de menos inversión en desarrollar vacunas de enfermedades concentradas en países más pobres. Como parte de un proyecto de investigación Kremer junto a otros economistas, epidemiólogos y expertos en política pública, explican algunos de estos retos y proponen ideas concretas en el contexto de covid-19.

Uno de los retos más importantes que explican los autores es la urgencia de desarrollar la vacuna a una velocidad mucho mayor que en casos normales. En una entrevista con EconoFact, Kremer explica que normalmente el desarrollo de una vacuna toma alrededor de tres a cuatro años, con la producción a escala realizándose solamente después de que todos los ensayos de la vacuna hayan sido completados. Pero esto quiere decir que hay un rezago importante entre el momento que la vacuna es aprobada y el momento de distribución masiva.

La propuesta de los autores, y que de hecho algunos gobiernos y organizaciones internacionales siguieron durante esta pandemia, es un modelo en el que los compradores de las vacunas invierten directamente en capacidad manufacturera y asumen la mayor parte del riesgo en caso de que la vacuna no sea exitosa, a cambio de poder comprar dosis de vacunas exitosas a un precio cercano al costo marginal de producción. Este modelo incentiva así la producción de un portafolio más amplio de posibles vacunas. Como parte del proyecto arriba citado, los autores encuentran el portafolio óptimo de vacunas para cada país, donde el tamaño del portafolio está relacionado con el PIB de cada país, y donde incluso países más pobres se beneficiarán de invertir en dichos portafolios. Una conclusión importante de este estudio, es que sin duda es importante estar preparados para situaciones como la que estamos viviendo en este momento, por medio de mayor inversión para expandir la capacidad manufacturera para un portafolio de potenciales vacunas más amplio.

Colombia, y América Latina en general, enfrentan un reto aún mayor que el enfrentado por países como Estados Unidos o los países europeos. Dado el número de casos y muertes por cada cien mil habitantes el país y la región son de los más afectados por la pandemia, así que el valor de inmunizar a los habitantes es muy alto. Según el estudio del The Accelerating Technologies Group publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo, adelantar en solamente tres meses el final de la pandemia le traería a la región una ganancia de al menos $35.000 millones, sólo en beneficios económicos. Pero, a la vez, la región cuenta con menos recursos para comprar vacunas y hacer contratos de compra a riesgo con las farmacéuticas, los años de poca inversión en ciencia y tecnología la hacen más dependiente de las farmacéuticas extranjeras, y se enfrenta a los posibles problemas políticos en la implementación de los planes de vacunación.

En la entrevista citada anteriormente Kremer recomienda que los países inviertan en capacidad manufacturera y asuman parte del riesgo en la producción de las vacunas, sin embargo, para el caso de Colombia esto es muy difícil, ya que, aunque por décadas produjo y hasta exportó vacunas a otros países, en este momento no posee la capacidad técnica ni el nivel de inversión necesarios para hacerlo. Hasta finales de los años 90 Colombia producía vacunas para la fiebre amarilla, toxoide tetánico, tuberculosis, difteria y tétano, entre otras, y otros productos básicos farmacéuticos, y exportaba a alrededor de 20 países[2].

A finales de la década la OMS promovió la adopción de nuevos estándares para la producción de vacunas, los cuales requerirían una gran inversión en el país, en parte porque no se habían hecho las actualizaciones necesarias en las décadas anteriores, y dada la crisis económica del momento y la posibilidad de conseguir vacunas de buena calidad a buen precio en el exterior, el gobierno decidió dejar de producirlas[3]. Esto, sumado a la poca inversión en ciencia y tecnología (alrededor del 1% del PIB, frente al 4% en promedio en países de la OCDE) hace muy difícil pensar que Colombia pueda retomar rápidamente la producción de vacunas, pero es algo que se debe tomar en cuenta para estar preparados para futuras pandemias. Dado que el país en este momento no puede producir vacunas ni contribuir en ninguna parte del proceso de producción, debe salir al mercado a comprarlas a las farmacéuticas y competir con los demás países. Países como Argentina, Brasil y México, aunque no desarrollan vacunas, sí tienen la infraestructura para recibir transferencias tecnológicas y contribuir al proceso de producción, lo que les da ventaja para conseguir más vacunas o conseguirlas más pronto.

Por otra parte, Colombia también enfrenta retos de tipo político, como posible corrupción o influencias indebidas en la asignación de vacunas, que ya se han hecho evidentes en otros países como Perú y Argentina, así como el efecto de las elecciones de 2022 en la arena política. En el primero está el escándalo Vacunagate con las vacunas de Sinopharm a finales de 2020. Perú hizo parte de la fase 3 del estudio de la vacuna de Sinopharm, por lo cual recibió un lote de vacunas para aplicarlas a los voluntarios del estudio. Además de este lote, para 12,000 voluntarios, los encargados del estudio también recibieron un lote adicional de 3,200 vacunas. En los últimos días se hizo público que casi 500 personas, entre esas el antiguo presidente, ministros, rectores de universidades, consultores, familiares de estos, entre otros, recibieron la vacuna durante la fase 3 del estudio, meses antes de que Perú recibiera vacunas para la población general[4]. En Argentina hay en este momento un escándalo similar, conocido como Vacunas VIP, protagonizado por el ministro de Sanidad, Ginés González García, quien se reservó 3.000 dosis de la vacuna rusa Sputnik V para su uso discrecional, gracias a las cuales se vacunaron políticos, periodistas, políticos, dirigentes sociales y amigos del ministro, quien tuvo que renunciar tras el escándalo[5].

Para el caso de Colombia preocupa que se le de un manejo político a las vacunas. Con las primeras 50.000 dosis que llegaron y se repartieron a diferentes regiones del país abundaron las fotos y eventos de representantes del gobierno nacional y de los gobiernos locales en la primera vacunación de cada ciudad. Esta posible utilización política puede estar influida por las elecciones de congreso y presidente que tendrán lugar en 2022. Por ejemplo, el gobernador del Magdalena Carlos Caicedo se quejó ante el Ministerio de Salud por el número de vacunas asignadas al departamento, inferior al de regiones de similar tamaño, y sostuvo que se había reducido el número de dosis para su departamento por la influencia de dos políticos del Centro Democrático, quienes querían perjudicar su imagen[6]. Más allá de que esto en efecto se haya dado o no, el gran valor para la sociedad de las vacunas, la posibilidad de hacer política con ellas, y la relativa cercanía de las elecciones de 2022 crean un escenario difícil que puede complicar la implementación del programa de vacunación y la confianza de la sociedad en este.

Las vacunas representan una herramienta fundamental para superar la actual pandemia. Afortunadamente ya se han aprobado más de seis vacunas efectivas y seguras contra el covid-19, y hay algo de evidencia de que además sirven para prevenir la transmisión a otros. Una de las lecciones que nos deja esta pandemia es que es importante estar mejor preparados para futuras pandemias, para lo cual es importante invertir en capacidad manufacturera y en investigación, e incentivar a las empresas farmacéuticas a que produzcan vacunas al nivel que necesita la sociedad. El reto para Colombia es mayor, el país no está en la capacidad de producir vacunas, no se hace suficiente inversión en ciencia y tecnología, y está el riesgo de la utilización política de la implementación de planes de vacunación.

[1] Ahuja, Amrita, Susan Athey, Arthur Baker, Eric Budish, Juan Camilo Castillo, Rachel Glennerster, Scott Duke Kominers et al. «Preparing for a Pandemic: Accelerating Vaccine Availability.»  AEA Papers and Proceedings. Forthcoming, May 2021.

[2] https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/gabriel-cifuentes-ghidini/dependencia-farmaceutica-columna-de-gabriel-cifuentes-ghidini-566801#

[3] https://www.elespectador.com/noticias/salud/colombia-fabrico-y-exporto-vacunas-volvera-a-hacerlo/

[4] https://saludconlupa.com/noticias/vacunagate-los-487-que-se-beneficiaron-en-secreto-de-las-dosis-de-sinopharm/

[5] https://elpais.com/internacional/2021-02-20/las-vacunas-vip-abren-una-crisis-politica-en-argentina.html

[6] https://www.eltiempo.com/colombia/otras-ciudades/vacuna-contra-covid-19-en-magdalena-566855