El 30 de enero de 2020, los residentes del distrito de Jungnang, en el noreste de Seúl, recibieron el siguiente mensaje de texto acerca de la segunda persona en Corea del Sur que dio positivo a COVID-19: “Hombre coreano, nacido en 1987, residente del distrito de Jungnang. Caso confirmado el 30 de enero. Hospitalizado en el Centro Medico de Seúl”. El mensaje de texto también incluía detalles de todos los lugares que esta persona visitó en los últimos días, los nombres de los supermercados, restaurantes y hasta salones de masaje que esta persona visitó. El mensaje también detallaba las fechas en las que estos lugares fueron visitados, los horarios y los métodos de transporte que la persona utilizó. Durante las siguientes semanas, a medida que mas personas se hicieron las pruebas de COVID-19, los surcoreanos recibieron mensajes de texto similares por cada paciente que dio positivo. Esta información se difundió ampliamente en el internet y se incorporó en diversas aplicaciones móviles.
La divulgación de los casos confirmados de COVID-19, puede ser una herramienta importante para combatir la propagación del virus. Dado que el número de pruebas en muchas ocasiones es limitado y solo captura una fracción pequeña de las personas infectadas, la divulgación de la ubicación de las personas que dieron positivo puede ayudar a las personas no infectadas a evitar los lugares donde es más probable que estén en contacto con personas infectadas.
De hecho, datos proporcionados por los operadores nacionales de telefonía móvil en Corea del Sur indican que los flujos diarios de personas a lugares que fueron visitados por personas que dieron positivo se redujeron considerablemente después de que la información se hizo publica.
Para determinar si el aislamiento social dirigido ha disminuido la trasmisión del virus en Seúl, en una investigación reciente realizada en colaboración con Chang-Tai Hsieh y Munseb Lee, usamos un modelo epidemiológico SIR (Susceptible, Infectada y Recuperada) donde el virus se propaga cuando las personas susceptibles de un vecindario se trasladan y entran en contacto con personas infectadas de otros vecindarios.
Mostramos que los cambios en los flujos de personas, que obtuvimos de datos de teléfonos móviles, predicen con mucha precisión la trasmisión del virus a través de los vecindarios de Seúl. En nuestro modelo cada persona elige óptimamente su lugar de trabajo y su lugar favorito para disfrutar su tiempo libre. Cuando estimamos el efecto de la divulgación de información en el número de casos de COVID-19 encontramos que en los próximos dos años esta política puede llegar a evitar más de 200 mil casos en la ciudad.
La divulgación de los casos de COVID-19 también tiene costos económicos. Estos surgen debido a que la información ocasiona que las personas alteren sus traslados y en ocasiones decidan permanecer en casa. Sin embargo, estos costos son 4 veces menores a los costos de las políticas de aislamiento social implementadas en la mayoría de los países. Bajo la política de aislamiento social implementada en muchos países de América Latina, todos los lugares públicos cierran, no solo los que son visitados por personas que dieron positivo en la prueba de COVID-19, es decir, el aislamiento social no distingue entre lugares de bajo y alto riesgo. Además, el aislamiento social obliga a todos a quedarse en casa independientemente del costo que les pueda imponer el encierro. La divulgación de información permite que las persona elijan si desean quedarse en casa, basándose en su propia percepción de los riesgos y en los costos del confinamiento. Como resultado, los traslados “óptimos” de las personas no son tan gravemente alterados, como si lo son bajo una política de aislamiento social generalizada.
Hay lecciones que nuestros países latinoamericanos pueden aprender de la experiencia en Corea del Sur. La ciudad de Seúl tiene casi 10 millones de habitantes y fue de las primeras ciudades en el mundo que tuvo un brote del virus. Sin embargo, hasta el día de hoy solo han reportado 32 personas fallecidas a causa del COVID-19 y lo ha hecho sin implementar una política de aislamiento social estricta. Su éxito hasta el momento en el combate al COVID-19 se ha basado en la activa colaboración del gobierno con la población y la comunidad científica, el número de pruebas que han realizado y el uso extensivo de las tecnologías de información no solo para comunicarse con la población sino para el rastreo de casos positivos. Su experiencia previa con MERS (Síndrome Respiratorio de Oriente Medio) permitió poner las bases legales para que el país pudiera usar datos de tarjetas de crédito y celulares para vigilar los movimientos de las personas que dieron positivo al COVID-19.
Nuestra investigación no mide los costos que provienen de la perdida de privacidad para las personas que dieron positivo; cuando esas medidas estén disponibles, se podrán comparar con los beneficios de la divulgación de los casos que estimamos. El mensaje principal de nuestra investigación es que, en la ausencia de una vacuna, el distanciamiento social dirigido puede ser una forma eficaz de reducir la transmisión de la enfermedad minimizando el costo económico del aislamiento social. La divulgación de la información de los casos positivos es una forma de lograrlo, pero, claramente, puede que no sea la única.