Por Iván Baumann Fonay[1]
Durante las últimas décadas, la economía argentina ha quedado rezagada del resto del mundo, y en particular respecto de sus pares de la región. Al analizar esta evolución, surgen dos preguntas inmediatamente: ¿Cuánto podemos crecer? y más fundamentalmente ¿por qué (no) crecemos?
En un documento que elaboramos en la Subsecretaría de Programación Macroeconómica[2] nos propusimos descomponer los factores que impulsaron el crecimiento del país a partir de 1993, utilizando la metodología propuesta por la OCDE (2001)[3]. Posteriormente, a partir de estos insumos se construyó una medida de PIB potencial para este período, de manera de poder estimar una frontera de crecimiento.
Aquí resulta conveniente detenernos un momento en cuestiones metodológicas, las cuales abordaremos resumidamente por simplicidad[4]. Partiendo de una función de producción Cobb Douglas, se propuso que el crecimiento del PIB se descompone entre las variaciones ponderadas de los factores capital y trabajo, más un término residual que puede entenderse como el crecimiento de la productividad. Para construir el stock de capital se continúo la serie 1993-2006 publicada por el INDEC a partir del Método de Inventario Permanente y para el empleo se tomaron horas totales trabajadas de la Distribución Funcional del Ingreso. Los ponderadores fueron construidos a partir de esta última publicación.
A su vez, debe tenerse cuidado con la medida que se usa para estimar los factores de producción. Dado que la productividad surge aquí como residuo, los errores de medición de los factores se trasladan directamente a su estimación. Por lo tanto, se utilizaron series de Utilización de Capacidad Instalada de la Industria como proxies de intensidad de uso para el total de la economía; para el factor trabajo, ya por construcción se comenzó utilizando horas totales trabajadas (y no el total de ocupados) para corregir por intensidad, y a la vez se lo volvió a corregir por el factor calidad, a través del salario relativo.
Gráfico 1 – PTF con y sin ajuste por utilización
Índice base Promedio 1990-2017=100
En el Gráfico 1 puede verse cómo estos ajustes por calidad e intensidad minimizan la prociclicidad de la productividad, algo que en los primeros trabajos de este tipo se encontraba frecuentemente. Esto tiene sentido, dado que es poco plausible que un país “se olvide” un proceso productivo de un año a otro, por ejemplo durante una recesión. La serie de la productividad debería mostrar variaciones mucho más suaves que las del PIB, e incluso no siempre con el mismo signo.
En el trabajo reconocimos tres dinámicas marcadamente distintas de crecimiento, tanto en su magnitud como en su composición: 1993-1998, 1999-2011 y 2012-2017. La elección de los períodos no fue caprichosa, sino que esta división coincide con momentos en que la economía alcanzó su nivel potencial.
En el primero de ellos se nota un crecimiento vigoroso hasta 1998, año reconocido como el pico de la Convertibilidad y momento en que Brasil depreció su moneda. En el segundo, una depresión severa hasta mitad de 2002 y una recuperación contundente interrumpida sólo en 2009, donde el país sufrió por los efectos de la crisis internacional, una sequía importante e inestabilidad generada en la política pública (conflicto con el campo, estatización de las AFJPs). El tercer período podría considerarse de estancamiento, ya que durante el mismo no se logró crecer dos años consecutivos y cuando se alcanzó a hacerlo, las tasas de crecimiento fueron magras y sólo atinaron a recuperar el terreno perdido del año anterior.
Gráfico 2 – Contribución de los factores al crecimiento
En cuanto a su descomposición, en los tres períodos se observa que la contribución del factor capital es similar, aunque algo más baja en el tercero. El factor trabajo aporta un poco más durante el segundo período que en el resto. Es interesante aquí aclarar que el ajuste por calidad del trabajo fue positivo prácticamente durante los 25 años del análisis, impulsado por el crecimiento relativo de las horas trabajadas de personas con universitario completo o incompleto.
Donde la diferencia es más marcada es en el aporte de la productividad. Casi la mitad del crecimiento del período 1993-1998 lo impulsó el avance de la productividad total de los factores. Este primer período estuvo caracterizado por una desregulación y liberalización generalizadas de la economía, de la minimización de la burocracia y de una mayor integración al mundo, las cuales probablemente estén detrás de este aporte de la productividad.
A su vez, la menor tasa promedio de crecimiento durante el período siguiente se explica en buena medida por el aporte nulo y marginalmente negativo de la productividad. Ya en el tercer período, donde la economía estuvo estancada, la productividad restó casi un punto de crecimiento por cada año. Fue justamente durante este período durante el cual se implementaron muchas medidas que socavaron la eficiencia de la economía como por ejemplo los controles de capitales (el “cepo”) y las Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación (DJAI).
La pregunta que surge luego de estas apreciaciones es entonces cuánto puede crecer la Argentina. Para ello, llevamos los grados de utilización de los factores de producción a niveles consistentes con el largo plazo y llegamos a una medida de PIB potencial, y por tanto también de brecha de producto.
Gráfico 3 – Crecimientos observado y potencial
En primer lugar, dado que los sub períodos de análisis se dividieron en base a picos de actividad, las tasas de crecimiento de los PIB observado y potencial para cada uno de ellos son similares por construcción. Segundo, se observa una marcada desaceleración del crecimiento potencial de la economía de un sub período al siguiente. Esto en principio estaría relacionado con el comportamiento de la productividad descrito anteriormente y le da un tinte pesimista a las prospectivas económicas.
Por otro lado, la evolución de la brecha del producto también permite extraer algunas conclusiones para contestar la pregunta del inicio. Entre 1993 y 1998 la brecha del producto se mantuvo en niveles relativamente bajos, aún cuando el crecimiento del PIB potencial fue el más alto, en promedio, de los tres períodos bajo análisis. Esto, en contraste con el párrafo anterior, permite ser optimista: en la medida en que se obtengan ganancias de productividad podría aumentarse el crecimiento potencial de la economía.
Gráfico 4 – PIB observado y potencial (en millones de pesos de 1993) y brecha del producto
La segunda observación se corresponde con el segundo período. En 2002 la brecha del producto alcanzó superó el 20%, un número altísimo tanto en la comparación histórica como en la internacional. Esto pone el crecimiento de los años siguientes en perspectiva: las llamadas “tasas chinas” de los años siguientes fueron posibles, al menos en parte, por los altos grados de subutilización de los factores de producción. En otras palabras, por los altos niveles de desempleo y la maquinaria parada, que posibilitaron expandir la demanda agregada sin sufrir fricciones.
Para el tercer período, la brecha vuelve a aparecer. Si bien el aporte negativo de la productividad redunda en tasas de crecimiento potencial bajas, el hecho de que en promedio la economía no haya crecido igualmente provocó una divergencia entre el PIB potencial y el observado.
En definitiva, las dos respuestas a las preguntas que nos hicimos al comienzo están relacionadas. Fue el impulso de la productividad lo que permitió elevar el crecimiento potencial de la economía (crecimiento del tipo “intensivo” en los factores). Tal como está medida en este trabajo, en el mejor de los casos la productividad ha estado estancada durante los últimos quince años, si no es que ha caído. Para poder lograr tasas de crecimiento altas y de manera sostenida, deben orientarse las políticas públicas en pos de reducir las pérdidas de eficiencia en los procesos productivos, eliminar costos innecesarios y minimizar la burocracia excesiva.
[1] Director de Sector Externo y Estudios Económicos, Ministerio de Hacienda
[2] en colaboración con Luciano Cohan, Ezequiel Eliano, Santiago Rossi y Fernando Toledo, “Crecimiento, PTF y PIB Potencial en Argentina” https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/crecimiento-economico-ptf-y-pib-potencial-en-argentina_0.pdf
[3] OCDE (2001). Measuring Productivity OECD Manual. Measurement of Aggregate and Industry-Level Productivity Growth..
[4] Para mayor detalle metodológico ver documento citado.