[1] Por Paula Cerutti, Ángel Melguizo y Sebastian Nieto-Parra, Centro de Desarrollo de la OCDE
Argentina ha iniciado finalmente un proceso de recuperación económica, pero ésta es aún débil, y enfrenta desafíos para lograr un crecimiento más incluyente y sostenible. La previsión de la OCDE (2017) es que Argentina crecerá alrededor de 3% en 2017 y 2018, cifra superior al promedio de los países OCDE (2.1% en 2017 y 2018) y de América Latina (en torno a 1% en 2017 y 2% en 2018), pero aún por debajo del ritmo necesario para cerrar en el medio plazo la brecha con las economías de ingreso alto. Por ello, además de seguir robusteciendo su marco macroeconómico, Argentina debería adoptar políticas para mejorar el desempeño de la productividad laboral, el empleo formal y la inclusión de todos los argentinos.
No hay duda de que la desaceleración de la economía argentina desde 2009 puso en riesgo los logros sociales de principios de milenio. Así, el ingreso familiar per cápita anual promedio se contrajo para la mayoría de la población. Según nuestro análisis basado en la incidencia del crecimiento, solo el 5% más pobre vio mejoras en su ingreso, y éstas mejoras apenas superaron el 2% anual. La reducción de la pobreza entre 2009 y 2016 fue una de las más bajas de la región (CEDLAS, 2017a). Ello contrasta con lo observado entre 2003 y 2008, cuando el fuerte crecimiento del ingreso, en especial de los tres primeros quintiles de renta, impulsó la reducción de la pobreza y desigualdad en Argentina (Gráfico 1).
Gráfico 1. Curva de incidencia del crecimiento en Argentina
Notas: Los datos son representativos de centros urbanos de más de 100.000 habitantes. Las líneas punteadas reflejan el intervalo de confianza.
Fuente: OCDE (2017), Estudio Económico Multidimensional de Argentina 2017 con base en la Encuesta Permanente de Hogares (INDEC, 2017).
Es así que hoy, un tercio de los argentinos vive en situación de pobreza y un quinto son vulnerables a caer en ella, en buena medida por trabajar en empleos informales (Gráfico 2). La mayoría de las familias argentinas que salieron de la pobreza en los años 2000 no se unieron a la clase media, sino a un grupo intermedio entre los pobres y esa clase media consolidada a la que aspiraban denominado “vulnerable” (Ferreira et al., 2013, Tornarolli, 2014; Bussolo et al., 2014). Estimamos que este grupo en riesgo de caer en la pobreza en Argentina está compuesto por personas que viven en hogares con ingresos per cápita diarios de entre USD 9.8 PPA (equivalentes a la Línea Nacional de Pobreza según CEDLAS, 2017b) y USD 15 PPA. Son vulnerabless dado que la mayoría trabajan en empleos informales (en 2016 un 43% de los trabajadores de este grupo socio-económico son informales, significativamente por encima del 23% de la clase media consolidada) y no tiene acceso a servicios públicos de calidad, en especial educación (solo el 51% de los adultos mayores de 25 años que viven en hogares vulnerables se graduó de la escuela secundaria, frente al 70% de sus pares de clase media consolidada terminó la secundaria; además solo el 9% tiene un título terciario comparado con el 24% en clase media consolidada).
Gráfico 2. Población en Argentina por grupo socioeconómico, 2016
Nota: Los datos son representativos de los centros urbanos de más de 100.000 habitantes. Las clases socioeconómicas se definen utilizando la siguiente clasificación: “Pobre” = individuos con un ingreso diario per cápita de USD 9.8 o menos. “Vulnerable” = individuos con un ingreso diario per cápita de USD 9.8-15. “Clase media” = individuos con un ingreso diario per cápita de USD 15-50. “Ingreso alto”: individuos con un ingreso per cápita diario superior a USD 50. Las líneas de pobreza y los ingresos se expresan en USD PPA por día.
Fuente: OCDE (2017), Estudio Económico Multidimensional de Argentina 2017 con base en la Encuesta Permanente de Hogares 2016 (INDEC, 2017).
La elevada informalidad laboral está, por tanto, en la raíz de los problemas de Argentina para reducir la pobreza y la desigualdad e impulsar un crecimiento inclusivo. Cuatro de cada diez trabajadores de familias pobres o vulnerables (en riesgo de caer en la pobreza) lo hace de forma informal, el doble que en la clase media. Además, si bien hay quien sostiene que la informalidad es una fuente de empleo y subsistencia para muchos, lo es solo en el corto plazo. A medio y largo plazo dificulta la productividad, el crecimiento y la equidad (Levy, 2008; Tornarolli et al, 2014). De hecho, según nuestros cálculos hoy en Argentina los trabajadores formales ganan 35% más que los trabajadores informales con iguales características familiares e individuales. Y, lejos de ser un “escalón”, la entrada al mercado de trabajo con un empleo informal supone una “trampa”, dado que pocos trabajadores informales consiguen un empleo formal cada año (apenas dos de cada diez hombres y una de cada diez mujeres transitan de la informalidad a la formalidad) (Gráfico 3).
Gráfico 3. Flujos entre formalidad e informalidad por género en Argentina
Nota: Se muestra la tasa de transición anuales dentro y fuera de la informalidad en 2005-2015. Las tasas de transición se calculan como la relación entre el número de personas que transitaron del estado 1 al estado 2 cada año, y la población total que se encontraba en el estado 1 en el momento 0. Las transiciones se consideran de un año a otro. Los datos son representativos de centros urbanos de más de 100.000 habitantes.
Fuente: OCDE (2017), Estudio Económico Multidimensional de Argentina 2017 con base en la Base de Datos Laborales para América Latina y el Caribe (LABLAC, por sus siglas en inglés) (CEDLAS y Banco Mundial).
Que se puede hacer?
Reducir la pobreza y apoyar a la población vulnerable exige una política fiscal sostenible y progresiva, incentivos al empleo formal e inversiones efectivas en capital humano.
Una medida a explorar para reducir la informalidad laboral es la reducción temporal de las cotizaciones de la seguridad social de quienes se formalicen, al tiempo que se aumentan los límites máximos de aportes para mitigar las pérdidas de ingresos. Los impuestos sobre los ingresos laborales de un trabajador promedio de Argentina se elevan al 34.6% del salario, muy por encima del promedio de América Latina (21.7%) y similares al promedio de los países de la OCDE (35.9%) (OCDE/CIAT/BID, 2016). Al mismo tiempo, los segundos perceptores de ingreso en los hogares enfrentan las mismas altas tasas impositivas que los trabajadores principales, en contraste con la experiencia en Latinoamérica y en los países de la OCDE donde son mucho menores.
En el ámbito del empleo y la formación se han de fomentar iniciativas de empleo específicas para jóvenes y mujeres, en especial para aquellos que viven en hogares pobres o vulnerables. Si bien Argentina tiene experiencia en programas de capacitación laboral, en especial de formación para jóvenes vulnerables inspirados en el modelo dual alemán, los resultados son modestos (Alzúa, Cruces, y López Erazo, 2015; Alzúa y Brassolio, 2006; Aedo y Núñez, 2004). Para mejorar estos programas es importante i) reforzar los vínculos con el sector privado para fortalecer el componente de formación dual en actividades de alta demanda en cada provincia/municipio; ii) fortalecer la capacidad de los centros locales de formación para mejorar la calidad a lo largo del país; iii) evaluar los programas de forma rigurosa y periódica para mejorar su diseño y adaptarlo a los cambios de las necesidades del sector productivo, y vi) alinear los programas de capacitación con las actividades productivas del país (OCDE/CAF/CEPAL, 2016). En todos estos ámbitos los programas de formación y empleo han de alinearse con los objetivos de desarrollo productivo del Plan Productivo Nacional para mejorar la inserción de los productos argentinos en las cadenas globales de valor de servicios, agro-industria y manufacturas como los programas de capacitación, apoyo financiro y beneficios impositivos para pymes, el programas de subsidios en forma de fondos concursables del Fondo Tecnológico Argentino (FONTAR) o el programa Desarrollo Productivo Local.
Sin lugar a dudas son programas ambiciosos, que requieren de recursos públicos, capital político y de una gran coordinación con el sector privado y los actores locales. Pero merecen la pena.
Referencias
Aedo, C. y S. Núñez (2004), “The Impact of Training Policies in Latin America and the Caribbean: The Case of Programa Joven”, Working Paper (Research Network) R-483, Banco Interamericano de Desarrollo, Departamento de Investigación, Washington, DC.
Alzúa, M.L. y P. Brassiolo (2006), The Impact of Training Policies in Argentina: An Evaluation of Proyecto Joven, Office of Evaluation and Oversight, Banco Interamericano de Desarrollo, Washington, DC.
Alzúa, M.L., G. Cruces y C.L. Erazo (2015), “Youth training program beyond employment. Evidence from a randomized controlled trial”, CEDLAS Working Paper Series, No. 177, Universidad Nacional de La Plata, La Plata.
Bussolo, M., M. Maliszewska y E. Murard (2014), “The long-awaited rise of the middle class in Latin America is finally happening”, World Bank Policy Research Working Paper 6912.
CEDLAS (2017a), “La pobreza en Argentina: el contexto regional”, Boletin CEDLAS, La Plata.
CEDLAS (2017b), “La pobreza en Argentina: recuperando la comparabilidad”, Boletin CEDLAS, La Plata.
CEDLAS and World Bank (2014), LABLAC, Labor Database for Latin America And The Caribbean (database), (accedido 1 de abril de 2016).
Ferreira, F., Messina, J., Rigolini, J., López-Calva, L., Lugo, M. y R. Vakis (2013), “Economic mobility and the rise of the Latin American middle class”, in Latin America and Caribbean Studies, World Bank, Washington, DC.
Levy, S. (2008), Good intentions, bad outcomes. Social policy, informality and economic growth in Mexico.Brookings Institution Press, Washington, DC.
INDEC (2017), National Household Survey [Encuesta Permanente de Hogares] (base de datos), Argentina (accedido 1 de abril de 2017).
OECD (2017), OECD Economic Surveys: Argentina 2017: Multi-dimensional Economic Survey.
OECD/CAF/ECLAC (2016), Latin American Economic Outlook 2017: Youth, Skills and Entrepreneurship.
OECD/IDB/CIAT (2016), Taxing Wages in Latin America and the Caribbean 2016.
SEDLAC (2016), Sedlac – Socio-Economic Database for Latin America and the Caribbean, (base de datos), CEDLAS, La Plata, (accedido 1 de marzo de 2017).
Tornarolli, L. (2014), “The evolution of the middle class in Latin America”, Working Paper 128, Centre for Inclusive Growth, UNDP.
Tornarolli, L., D. Battistón, L. Gasparini y P. Gluzmannet (2014), “Exploring trends in labor informality in Latin America, 1990-2010”, CEDLAS Working Papers 0159, CEDLAS, Universidad Nacional de La Plata.
[1] Este blog se basa en parte de los análisis realizados para OCDE (2017), Estudio Económico Multidimensional de Argentina 2017.