La brecha de productividad en Colombia: ¿interna o externa a la empresa?

Como otros países latinoamericanos, Colombia se caracteriza por una amplísima y persistente brecha de productividad con respecto a  los países desarrollados, en particular Estados Unidos. En el caso colombiano, esta brecha se acentuó entre 1980 y 2000 para finalmente estabilizarse en los últimos quince años en un preocupante nivel de 1:5. Es decir, en Colombia se necesitan cinco veces más trabajadores y equipo que en Estados Unidos para producir el mismo valor (Gráfica 1). La enorme brecha de productividad preocupa, pues la productividad es el valor que se produce con un cierto nivel de insumos productivos (trabajo, capital, por ejemplo) y por tanto el valor disponible para remunerar esos insumos. Trabajadores y empresarios sólo pueden aspirar a un mayor ingreso si hay una mayor productividad.

Figura 1. Productividad total de los factores en relación con la de Estados Unidos

Fuente: “Productividad: la clave del crecimiento para Colombia”, con base en reporte del BID “La era de la productividad” (2010).

Desde una perspectiva contable, hay tres posibles orígenes, no mutuamente excluyentes, para este rezago: 1) la empresa colombiana típica es mucho menos productiva que el típico productor del mismo sector en Estados Unidos; 2) la actividad económica al interior de cada sector no está suficientemente concentrada en las empresas más productivas de ese grupo; 3) la actividad económica no está suficientemente concentrada en sectores de alta productividad. En un reciente análisis auspiciado por el Consejo Privado de Competitividad y recogido en el libro “Productividad: la clave del crecimiento para Colombia”, que ese Consejo lanza en esta semana, un grupo de investigadores de la Universidad de Los Andes nos hemos dado a la tarea de identificar la medida en que el problema de productividad en Colombia tiene su origen en empresas menos productivas vs. una pobre capacidad de la economía para asignar sus recursos productivos a los mejores usos.

Los resultados se resumen en los siguientes puntos:

  • A pesar de que los establecimientos más productivos de cada sector logran mayores participaciones en el respectivo mercado que aquellos de menor productividad, como se requiere para que la actividad económica esté distribuida de manera proclive al crecimiento productivo, hay alguna evidencia de que en Colombia esto sucede en menor grado que en países desarrollados.

Por ejemplo la brecha de productividad entre establecimientos en el 10% de mayor productividad y aquellos en el 10% de menor productividad es 40% más alta que la misma brecha en Estados Unidos. La dispersión de productividad es usualmente interpretada como un signo de ineficiente asignación de los recursos productivos, pues en presencia de competencia los establecimientos menos productivos adoptan mejores prácticas para incrementar su productividad o eventualmente se retiran del mercado.

Adicionalmente, en Colombia es mucho más probable que un establecimiento manufacturero se mantenga en el mercado por décadas sin mostrar una dinámica de crecimiento.  La fracción de empleo representado por Pymes de más de 15 años  en Colombia casi duplica a la de Estados Unidos, aunque en ambos países el peso de establecimientos en este rango de edad es muy similar (Figura 2). Como ya se señalaba en el reporte “La era de la productividad” del BID, la concentración de la actividad en empresas pequeñas, complementada por esta evidencia de que muchas de ellas llevan un largo tiempo en el mercado, no parece respaldar la tesis de que el problema de productividad en América Latina se debe a que las Pymes enfrentan condiciones desfavorables para competir.

Figura 2. Fracción de empleo por categoría de tamaño: establecimientos con más de 15 años en el mercado


Fuente: “Productividad: la clave del crecimiento para Colombia”, con base en Encuesta Anual Manufacturera
 

  • El crecimiento agregado de productividad al interior de un subsector manufacturero, y también el crecimiento agregado total de la industria manufacturera, se mueven principalmente al compás del crecimiento de productividad interno a las empresas. Este crecimiento interno es, con frecuencia, negativo (Figura 3). La reasignación de actividad económica hacia establecimientos productivos hace una contribución positiva al crecimiento total de la productividad, pero apenas suficiente para compensar la contribución negativa del crecimiento interno a las empresas.

Figura 3. Descomposición del crecimiento de la productividad agregada del sector promedio a tres dígitos (promedios móviles de tres años)

Fuente: “Productividad: la clave del crecimiento para Colombia”, con base en Encuesta Anual Manufacturera

  • Aunque los cambios en participación de mercado a través de establecimientos responden principalmente a cambios en productividad, como resulta necesario para impulsar a los productores a invertir en un crecimiento sostenido de productividad, una fracción no despreciable (la cuarta parte) está explicada por otros factores, que representan distorsiones a la asignación eficiente de mercado.
  • El crecimiento de productividad al interior de las empresas se explica principalmente por un crecimiento del valor por unidad de producto, más que por un crecimiento del número de unidades de producto por unidad de insumo. Es decir, puede estar más asociado a innovaciones de producto o mercadeo, que a innovaciones de proceso.

En su conjunto, estos resultados sugieren que el ambiente institucional y la cultura empresarial no son suficientemente propicias para impulsar un dinámico crecimiento de la productividad. Es claro que existen frenos a la tendencia natural de crecimiento de los establecimientos más productivos y de contracción de los que son menos prometedores. En presencia de estas barreras, además, los productores pueden darse el lujo de hacer esfuerzos sólo modestos para mejorar su productividad individual. Los resultados plantean un cuestionamiento de la focalización de políticas de desarrollo productivo de largo plazo hacia Mipymes y sectores de baja productividad, y sugieren más bien la necesidad de fortalecer ambientes competitivos que propicien el crecimiento de productividad.