Publish and perish? El caso peruano

 

Este artículo está motivado por dos hechos. Primero: el innegable interés de los últimos años en la investigación científica entre jóvenes estudiantes y profesores universitarios peruanos viviendo en el Perú. Cada año se van rompiendo récords de participación en los pocos congresos científicos sobre economía que tenemos en Lima (que no agota el Perú pero sí aglutina bastante de él). Segundo: la ley universitaria peruana – introducida en una nueva versión en el 2014 – menciona repetidamente a la investigación como algo requerido de las universidades, detallando una serie de dimensiones mínimas exigibles.

Aunque de distinta proveniencia, estos dos hechos simplemente caracterizan la oferta. En concreto, si más jóvenes y más profesores participan en congresos, significa que están ofreciendo más investigación. Por otro lado, si el Estado peruano exige que las universidades provean más actividades de investigación, ello impone estímulos (positivos y negativos) a su curva de oferta de investigación.

Pero, ¿y la demanda? ¿Acaso no es importante, antes de proveer un bien, averiguar si habrá alguien que lo “compre”?

Para responder a esta pregunta, resumo de mi experiencia de aproximadamente tres años viviendo y trabajando en Lima como profesor de economía en una universidad privada algunas ideas sobre cómo aspirar a que algunas revistas internacionales presten atención a la investigación hecha en el Perú y desde el Perú, con miras a su publicación.

Retos (y errores) de enviar manuscritos a journals selectivos

Veo cuatro barreras en el camino hacia la publicación exitosa de artículos en journals internacionales selectivos. Primero, que la cuestión de investigación no sea interesante. El hecho de que un investigador piense que su idea es interesante no significa que los editores y árbitros la verán así. Por ejemplo, el sesgo natural de un economista académico es hacia lo nuevo y desconocido: lo antiguo conocido ya no es interesante. Es prioritario para un autor peruano, por tanto, conocer la literatura en detalle y pensar cuál es la cuestión de investigación interesante que no se ha abordado aún y que quizás podría atacarse con un nuevo proyecto. Gracias a Google Scholar, conocer la literatura simplemente toma tiempo y criterio (asumiendo que se puede acceder a los links en el campus universitario). Como decía mi consejero de tesis, Tony Bernardo, “cualquiera puede leer la literatura”. A leerla entonces antes de siquiera pensar en un proyecto propio. Y, luego de haberla leído, a pensar con ingenio: ¿dónde hay un espacio que yo puedo llenar?

Segunda barrera: que la cuestión de investigación sea interesante pero mal ejecutada. Típicamente, la buena ejecución se hace más viable luego de tener estudios de doctorado y tesis doctoral defendida. Esto no es esnobismo. Es simple lógica de la ventaja: alguien que sufrió todos y cada uno de los pasos del proceso de elaborar una tesis doctoral conoce lo que implica ejecutar un paper. Pero la experiencia en la tesis doctoral es solamente un ingrediente inicial. También ayuda la concentración grande o total de energías, recursos y tiempo al proyecto en cuestión. Aquí entra el argumento de que en países como el Perú “no hay recursos”. Estoy de acuerdo parcialmente con ese argumento – luego de casi tres años viviendo aquí, no he tenido la buena fortuna de recibir ninguna grant de investigación académica, a pesar de haberlo intentado. Pero, ¿y la energía? ¿Y el tiempo? Esos factores son endógenos al investigador, y nuevamente con ingenio podrían sustituir la falta de recursos materiales que nos rodea en países como el Perú. Por tanto, la investigación estará mejor ejecutada si se aplica más energía y más tiempo a los proyectos, dejando otras ocupaciones de lado. Admito que es difícil pedir esto al multifacético investigador peruano que es atraído por la consultoría, la asesoría, los puestos de gobierno y otras ocupaciones, remuneradas o no. De hecho, toda la generación de talentosos economistas peruanos que me instruyeron en el pregrado en economía hace 20 años en general no se dedicaba a la publicación científica, quizás porque tenía otras ocupaciones. Sé que la nueva generación está disciplinándose más para concentrarse más, y eso es un cambio positivo para el ambiente académico.

Un tercer obstáculo: la subjetividad de los editores de las revistas científicas internacionales puede jugar un poco en contra de la probabilidad de aceptación de un autor basado en el Perú. Las revistas no son del todo ciegas a la proveniencia del autor. Si ven a un autor de New York University, las revistas internacionales forman un supuesto de calidad distinto del que tienen si ven a un autor de la Universidad Peruana XYZ. Pero ante problemas de sesgo, hay soluciones de reversión de sesgo. ¿Acaso no pueden los autores peruanos establecer lazos de coproducción (co-autoría) de artículos con investigadores de EE.UU., Canadá, Europa, o Chile? Lógicamente, esos lazos no pueden asumir el estándar peruano: deberán asumir el estándar norteamericano, o canadiense, o europeo de trabajo. Para producir algo para las revistas sofisticadas, el estándar de dedicación y trabajo está bastante por encima del estándar nacional. Por tanto, antes de plantear esas alianzas, el investigador peruano debe intentar cerrar un poco la brecha cultural y de estilo en su propio ambiente local. Quizás sea una brecha de virtudes. La investigación toma horas largas, 6-7 días por semana, todas las semanas. Implica manejo cuidadoso del tiempo. Atención a los detalles. Cuidado extremo de las relaciones interpersonales. Seriedad. Disciplina. Honestidad en los compromisos y en el respeto a la propiedad intelectual. En resumen, las virtudes del investigador deben ser cultivadas antes de pensar en dar el salto a un proyecto internacional.

Y la cuarta barrera es la competencia mundial. Si Perú es el país número 55 en promedio en diversos indicadores de bienestar, hay que asumir que investigadores de otros 54 países con mayor bienestar tienen algo de ventaja en publicar. (El bienestar facilita dedicarse a una ocupación liberal como la investigación). Mi visión es que, si las tres barreras mencionadas arriba están bien manejadas, esta cuarta barrera se reduce significativamente.

“Es que en países como el nuestro no se valora la investigación”

Ecos de una voz nos repiten que quizás debamos ser más realistas. En el Perú, dice esa voz, no hay fondos estatales de investigación académica para economía. No hay concursos de investigación económica significativos. Las universidades se distinguen por su diferenciación horizontal (preferencias subjetivas) y no por una diferenciación vertical (calidad). No hay exámenes universales de admisión ni puntajes como el del S.A.T. en EEUU o la P.S.U. en Chile. No hay cátedras con fondos. No hay donaciones privadas. No hay institutos de investigación con dinero de empresas. No hay más que dos series de seminarios de investigación económica en todo el país. No hay masa crítica de alumnos talentosos que deseen estudiar el doctorado en economía en el extranjero. Y de los pocos que estudian el doctorado afuera, menos regresan. Los sueldos universitarios son demasiado bajos comparados con los del sector financiero, lo cual reduce los incentivos a entrar a esta carrera. Y los incentivos no monetarios van por otro lado: los economistas peruanos famosos aquí escriben artículos en periódicos y aparecen en TV.

Todo eso puede ser verdad, pero creo que debemos tener esperanza. Si la investigación académica es la búsqueda sistemática de la verdad con libertad, entonces, a pesar de tantos factores en contra, veo completamente posible que algo de buena investigación académica se pueda hacer hoy mismo en el Perú y desde el Perú. Cuánto, cómo y por qué, dependerá de estrategias privadas y públicas que pensemos hoy y ejecutemos cuanto antes.

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