En Colombia, los altos costos de matrícula de las instituciones de educación superior (IES) y la escasez de apoyo financiero excluyen a los estudiantes de bajos ingresos de las IES privadas y selectivas. Esto ha generado una aguda segregación a nivel socioeconómico en las IES en el país. A la luz de esto, el programa del Presidente Santos, llamado Ser Pilo Paga (SPP), ha ofrecido 10.000 becas-crédito anuales a jóvenes de bajos ingresos con alto desempeño en el examen de Estado para estudiar en IES acreditadas en alta calidad.
Este artículo busca discutir el impacto que ha tenido este programa en las universidades “de élite” en Colombia. No busca apoyar ni desaprobar el programa SPP. Válida puede ser la crítica de que los recursos requeridos para financiar el programa bien podrían ser invertidos para mejorar la calidad y expandir los cupos en las universidades públicas – el clásico debate entre subsidios a la demanda versus a la oferta. Lo que sí busca el presente artículo, en cambio, es estudiar las consecuencias “no intencionadas” que este programa ha tenido en la educación superior. En particular, busca mostrar cómo SPP promovió exitosamente la diversidad de clase y generó un incremento sin precedentes en la presencia de estudiantes de bajos ingresos en las universidades de élite en el país. Así, pretende estudiar las consecuencias de este programa en un contexto social que tradicionalmente se ha catalogado por una alta desigualdad de ingresos y una segregación de clase en la educación superior.
La segregación en la educación superior en Colombia y el programa SPP
Todos los indicadores apuntan a que Colombia tiene una altísima desigualdad de ingresos. Su coeficiente de Gini de 0.54 – uno de los índices más usados para medir la desigualdad – sitúa al país entre las 10 naciones más desiguales del mundo. Además, el 1% de las personas más ricas del país tienen más del 20% del ingreso total (Alvaredo y Londoño, 2013), lo que representa el nivel de concentración de ingresos más alto de la World Wealth and Income Database, la base de datos creada por un grupo de académicos para hacerle seguimiento a la evolución de la desigualdad de ingresos y patrimonios en el mundo.
Además, 7 de las 10 IES de mejor desempeño, según el Ministerio de Educación Nacional, son privadas. Las universidades privadas en Colombia son costosas: el costo promedio de su matrícula es 6 veces el de una universidad pública. Incluso, las universidades privadas son más costosas en Colombia que en la mayoría de países del mundo: su matrícula promedio representa el 55% del ingreso nacional bruto per cápita, comparado con 32% en Chile y 42% en los Estados Unidos (OCDE y Banco Mundial, 2012). Por último, menos del 10% de la población estudiantil tiene préstamos del ICETEX, comparado con 35% en los Estados Unidos y 45% en Canadá. El resultado de lo anterior es una aguda segregación de clase en las IES en el país.
El gobierno de Santos anunció en octubre de 2014 el programa SPP. Este programa ofrece becas-crédito (es decir, préstamos que son condonables al finalizar los estudios) a unos 10.000 jóvenes al año, para llegar a 40.000 al final del cuatrienio. SPP funciona como un voucher focalizado para la educación superior: primero, cubre la totalidad del costo de la matrícula, sin importar su valor, y provee un subsidio de mantenimiento, cuyo monto varía entre 1 y 4 salarios mínimos legales mensuales vigentes (USD 225-900) por semestre, dependiendo de si el becario se debe desplazar para realizar sus estudios. El Departamento Nacional de Planeación ofrece incentivos monetarios adicionales si el becario obtiene buenos resultados académicos durante sus estudios. Además, algunas IES han suplementado esto con subsidios en especie, como fotocopias o almuerzos en la cafetería universitaria. Segundo, el programa otorga libre escogencia de universidad y programa. En esto se diferencia del programa Beca 18 en el Perú, que condiciona a los beneficiarios a estudiar ciertas carreras que, considera el gobierno, están asociadas a las necesidades del sector productivo de la región a la que pertenecen los estudiantes.
Para ser beneficiario de una beca-crédito SPP, el estudiante debe cumplir tres requisitos fundamentales. Primero, debe ser “pilo”, modismo colombiano que describe a una persona inteligente, recursiva o hábil; para efectos de este programa, ser “pilo” implica obtener un resultado igual o superior a un puntaje de corte en el examen de estado de la educación media, llamado SABER 11 (específicamente, 310/500 en el 2015 y 318/500 en el 2016). Segundo, el estudiante debe provenir de un hogar de bajos ingresos, es decir, tener el puntaje SISBEN (que identifica los potenciales beneficiarios de programas sociales) por debajo de un corte, que a su vez varía con la localización geográfica. Finalmente, el estudiante debe haber sido admitido en una de las universidades acreditadas en alta calidad por el Ministerio de Educación Nacional. En octubre de 2014, había 33 universidades acreditadas en Colombia. Un año después, este número había subido a 39.
SPP pasó rápidamente de la promesa a la ejecución. El 3 de agosto de 2014, más de medio millón de bachilleres presentaron el examen SABER 11 en Colombia (ver Figura 1). Dos meses después, el gobierno anunció la creación del programa SPP y los requisitos para ser beneficiario del mismo; en ese momento, los estudiantes no podían regresar en el tiempo y modificar su desempeño en el SABER 11 para cumplir el primer requisito de obtener 310/500. Una vez informados sobre si cumplían las primeras dos condiciones para ser elegibles, los estudiantes tenían un par de semanas para aplicar a las universidades acreditadas en el país (de hecho, la fecha límite para presentar el examen de admisión en la Universidad Nacional ya había pasado). En caso de haber sido admitidos, tendrían un mes más para legalizar la condición de beneficiarios de SPP ante el ICETEX, la entidad estatal encargada de la administración de este programa. Dos meses después, hacia finales de enero de 2015, comenzarían sus estudios terciarios en una de las universidades más prestigiosas del país.
Vale la pena aquí resaltar algunas particularidades del programa. Primero, no hubo una decisión de “participar” por parte de las IES: todas las universidades acreditadas del país automáticamente podrían recibir “Pilos”. Segundo, los “Pilos” no recibieron ningún trato preferencial en el proceso de admisiones de las universidades; este no es un programa de discriminación positiva. Tercero, al no permitir separar a estudiantes beneficiarios y no-beneficiarios del programa, hizo que estudiantes de estratos altos y bajos estudiaran juntos (para muchos, por primera vez) en un mismo salón de clase. Cuarto, SPP sólo aplica a nuevas admisiones (es decir, estudiantes de primer semestre a partir del 2015). Finalmente, SPP fue anunciado antes del cierre de admisiones de la mayoría de universidades, pero después de que los estudiantes presentaran el SABER 11.
Figura 1: Cronograma
El impacto de SPP en una universidad de élite
Una universidad en Bogotá, que llamaremos Universidad X, es privada, selectiva y costosa. El valor anual de la matrícula supera los 28 millones de pesos colombianos, es decir, representa casi el doble del PIB per cápita colombiano. Sin embargo, inscribirse no implica ningún costo monetario: los aspirantes envían su solicitud de admisión de manera completamente gratuita. Además, el proceso de admisión es virtualmente ciego al nivel socioeconómico, pues sólo considera el puntaje de la prueba SABER 11. La Universidad genera puntos de corte específicos para cada programa, los cuales son desconocidos por el aspirante al momento de aplicar.
SPP cambió las características de los estudiantes que ingresan en esta universidad de élite de dos maneras importantes. Primero, el programa promovió exitosamente la diversidad de clase, generando una entrada significativa y sin precedentes de estudiantes de bajos ingresos en esta institución. Dos meses después de haber sido anunciado SPP, el 30% de los estudiantes de primer año en esta universidad eran “Pilos”; un año después, esta cifra subió a casi el 40%. Así, el porcentaje de estudiantes entrantes pertenecientes a los dos estratos socioeconómicos más bajos del país se cuadruplicó entre 2014-1 y 2015-1 (de 7.1% en barras blancas a 27.3% en barras azules) e incluso se quintuplicó un año después (33.3% en barras negras) (ver Figura 2).
Figura 2: SPP generó diversidad de clase en una universidad de élite
¿Por qué tuvo SPP este efecto tan marcado en la presencia de estudiantes de hogares de bajos ingresos en esta universidad de élite? Antes del programa, el valor de la matrícula resultaba prohibitivamente costoso para muchos estudiantes de bajos ingresos e incluso para aquellos que se inscribían y era admitidos por esta universidad: mientras el 42% de los admitidos de estratos altos se matriculan, tan sólo el 20% de los estudiantes de estratos bajos lo hacía (ver Figura 3). Al suavizar las restricciones financieras y permitirle costear la matrícula a quienes antes tenían pocas oportunidades de hacerlo, SPP redujo en casi dos terceras partes la brecha entre estudiantes de estratos altos y bajos en el porcentaje de estudiantes admitidos matriculados en esta universidad, y todo esto en el corto período de tan sólo dos años.
Figura 3: SPP redujo la brecha en la tasa de matrícula
Además, es importante mencionar que el porcentaje de estudiantes entrantes “Pilos” varió sustancialmente entre programas de pregrado. Mientras que los programas de Historia del Arte, Administración, Música y Economía casi no recibieron “Pilos”, más de la mitad de los estudiantes entrantes en los programas de Filosofía, Lenguajes, Psicología y Medicina resultaron siendo becarios de este programa (ver Figura 4). Esta variación en el porcentaje de Pilos por programa refleja una combinación de gustos personales (por ej., por estudiar la carrera tradicional de Medicina) y diferencias en cuán selectivos son los programas en esta institución.
Figura 4: El porcentaje de Pilos varía sustancialmente entre programas
El aumento generalizado en la habilidad cognitiva de los estudiantes admitidos (entendida como el desempeño en el SABER 11) constituye la segunda forma en la que SPP transformó el cuerpo estudiantil en esta universidad de élite. En efecto, la posibilidad de estudiar en una universidad acreditada sin pagar el alto precio de su matrícula disparó el número de solicitantes de bajos ingresos. En particular, el número de aspirantes de estratos 1, 2 y 3 casi se duplicó entre el 2014 y el 2015, y aún siguió aumentando en el 2016 (ver Figura 5). Sin embargo, el número de aspirantes admitidos por esta institución no tuvo esta misma subida, por lo que el tamaño de la cohorte permaneció casi constante durante el mismo período (ver Figura 6). Con ello, la tasa de admisión se desplomó a la mitad tan sólo 2 años: desde 57% en 2014-1 (antes de SPP) hasta 44% en 2015-1 y aún 29% en 2016.
Figura 5: SPP disparó el número de inscritos de bajos ingresos
Figura 6: El tamaño de la cohorte permaneció casi constante
Al volverse esta universidad más selectiva en el proceso de admisiones, el puntaje de corte de admisión aumentó. La Figura 7 presenta la distribución de puntajes z del SABER 11 para el universo de aspirantes en esta universidad entre 2013 y 2016. Las líneas verticales representan el puntaje mínimo requerido para ser admitido en uno de los programas en esta universidad (se tomó Ingeniería Industrial como ejemplo del caso promedio). La Figura muestra cómo ni la distribución de inscritos ni el puntaje mínimo requerido de SABER 11 cambiaron entre el 2013-1 (línea gris) y el 2014-1 (línea verde). Con la implementación de SPP, muchos “Pilos” potenciales se inscribieron, transformando así la distribución de puntajes cambió y desplazando el corte hacia la derecha (línea roja). Al año siguiente, la frecuencia de inscritos siguió al alza, desplazando aún más el puntaje mínimo para ser admitido (línea azul). En efecto, los picos en la distribución justo después del requisito de SPP muestran que este impacto fue liderado por los cambios la población de inscritos a raíz de este programa. En otras palabras, sin ser la intención inicial del programa, SPP aumentó el nivel de selectividad de esta universidad de élite en el país.
Figura 7: SPP elevó los puntos de corte de admisión
El aumento generalizado en la calidad de los estudiantes explica por qué SPP no ha tenido efectos perversos en el desempeño académico de la población no-becaria en esta universidad. En efecto, ni las tasas de deserción ni las notas de los estudiantes de estratos más altos han sufrido con la entrada masiva de estudiantes “Pilos” (si acaso, el desempeño de las cohortes más recientes ha sido superior al de las anteriores). Este resultado contrasta con los temores que algunos expresan sobre los programas que promueven la diversidad de clase o de raza a través de políticas de discriminación afirmativa. Por ejemplo, un estudio reciente muestra cómo una política de discriminación afirmativa en los colegios privados en Delhi tuvo resultados levemente negativos en algunos cursos entre los estudiantes no beneficiarios del programa.
Por último, el contexto único del caso colombiano – que generó diversidad de clase sin privilegiar a la población minoritaria (es decir, de bajos ingresos) en el proceso de admisiones de universidades privadas y selectivas – permite identificar el efecto causal que la diversidad tiene en la población no-beneficiaria. Por ejemplo, mis resultados iniciales muestran que SPP ha generado interacciones entre estudiantes de diferentes niveles socioeconómicos: seis meses después de haber comenzado su pregrado, el 29% de los estudiantes de estratos 4 a 6 que entraron en 2015-1 tiene al menos un “Pilo” entre sus 5 amigos más cercanos, y el 34% tiene al menos un “Pilo” entre sus 5 compañeros de estudio. Al interactuar con pares provenientes de hogares más humildes, los grupos de compañeros se vuelven más heterogéneos y aquello impacta las percepciones y preferencias que los estudiantes de estratos altos tienen sobre varios temas. Por ejemplo, estar expuestos a estudiantes de ingresos más bajos aumenta su percepción de la desigualdad en la distribución del ingreso y de la pobreza en el país. También aumenta su apoyo a las políticas redistributivas, es decir, aquellas que gravan a los ricos para subsidiar a los pobres, y su probabilidad de donar a organizaciones dedicadas a la lucha contra la pobreza. Por otra parte, las cohortes más recientes perciben un mayor nivel de meritocracia en el proceso de admisiones de las universidades en el país: un aumento de 1% en el porcentaje de sus compañeros de clase que son “Pilos” aumenta en 1% su percepción de que los más talentosos entran a las mejores universidades en el país (error estándar de 0.003). Finalmente, hay alguna evidencia de que, al volverse más competitivo el proceso de admisiones, los jóvenes han respondido preparándose más para el examen de Estado (por ejemplo, invirtiendo en cursos particulares y cuadernillos de ejercicios).
Conclusiones
En suma, los efectos de SPP van más allá de la población beneficiaria del programa de ayuda financiera. SPP democratizó el acceso y generó diversidad de clase en las universidades de élite, históricamente reservadas para estudiantes de estratos altos, sin tener efectos perversos sobre las notas ni la tasa de deserción de estos últimos. En efecto, el programa ha transformado las características socioeconómicas del cuerpo estudiantil en esta universidad, con casi dos quintas partes de los nuevos estudiantes pertenecientes a hogares de muy bajos ingresos. Además, la caída en la tasa de admisión ha producido un aumento generalizado en la habilidad cognitiva de los estudiantes en esta universidad. Por último, las nuevas interacciones entre pares de niveles socioeconómicos diversos está afectando cómo los estudiantes de estratos altos piensan sobre temas de justicia social, como por ejemplo la desigualdad y la meritocracia. Así, la nueva élite académica será pronto un grupo más hábil y diverso y por lo tanto, quizás, mejor preparado para enfrentar los nuevos retos del país.
Juliana Londoño Vélez
Candidata a Doctorado en Economía
Universidad de California, Berkeley
Referencias:
Alvaredo, F. y J. Londoño-Vélez (2013), “High incomes and personal taxation in a developing economy: Colombia 1993–2010,” Commitment to Equity Working Paper No. 12.
Londoño-Vélez, J. (2016) “Diversity and Redistributive Preference: Evidence from a Quasi-Experiment in Colombia”, Working Paper
OCDE y el Banco Mundial (2012) Reviews of National Policies for Education: Tertiary Education in Colombia, París: Publicaciones OCDE.
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