El financiamiento de la educación en el Perú. Es hora de la verdadera apuesta

 

Un periodo de transición gubernamental implica la necesidad de hacer balances. Si hubiera que hacer uno en educación, bien podría resumirse con la pregunta: Después de décadas de crecimiento, ¿dónde está la apuesta por la educación?

Entre el 2000 y el 2012 el monto total de la inversión educativa en el Perú creció poco más de 60%, casi 5% anual. Si bien esto puede parecer un esfuerzo interesante, la realidad es que las inversiones que se han hecho en el mundo han sido mucho más altas. Así, nuestra “apuesta por la educación” se configura como un esfuerzo simplemente modesto desde una perspectiva global. Seguimos rezagados.

Esto se desprende de analizar los indicadores de desarrollo del Banco Mundial. Allí es posible encontrar información sobre la inversión pública en educación para 129 países. De ellos, el casi 60% logrado por el Perú ocupa el lugar 49 en el ranking de crecimiento de la inversión pública en educación. Entre los 48 que consiguieron expansiones por encima de la peruana podemos encontrar países de todos los continentes y de todos los niveles de ingresos. Hay una ligera preponderancia de los del África Subsahariana de bajos ingresos, que al inicio del periodo tenían niveles de inversión extremadamente bajos. Vale la pena anotar también que varios de los que más aumentaron su inversión educativa son países latinoamericanos con ingresos iguales o superiores al peruano.

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Si analizamos la fuente del crecimiento de la inversión educativa encontramos que en Perú hemos descansado solo en el crecimiento de la economía. Si el Producto Bruto Interno (PBI) del país no hubiese crecido, la inversión educativa se hubiera estancado, o incluso, caído ligeramente. Esto es lo que se concluye a partir de un ejercicio de descomposición del crecimiento de la inversión educativa a partir de los mismos datos.

Para esto, el crecimiento de la inversión educativa se puede expresar como la suma de: (i) el crecimiento de la economía (PBI), (ii) el crecimiento del tamaño del Estado (como fracción del PBI), y (iii) el crecimiento de la participación del sector educación dentro del presupuesto público (como fracción del tamaño del estado).

El siguiente gráfico muestra el ejercicio para una muestra seleccionada de 12 países y el Perú. Como puede notarse, todo el crecimiento de la inversión educativa en Perú está explicado por el crecimiento de la economía. Es más, los componentes del aumento de la inversión debido al crecimiento del tamaño del Estado y de la participación relativa del sector educación son negativos.

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Varios de los países que consiguieron aumentos considerables en su inversión educativa lo hicieron combinando el crecimiento de sus economías con el crecimiento de la participación relativa del sector educación o del tamaño del Estado. Solamente Perú, y en menor medida Paraguay, lo hicieron únicamente sobre la base del crecimiento de sus economías. No hemos visto una “apuesta por la educación”.

Nuestra inversión educativa al 2012 alcanzaba 3.1% del PBI. Según este indicador, al 2012 éramos el país 99 de 129 en inversión educativa. Al 2016, con los notables incrementos de los últimos tres años, gastamos 3.7% del PBI. Asumiendo que los demás países no han aumentado sus inversiones esto pondría al Perú en el lugar 84. Celebremos los avances, pero notemos también que estamos aún muy rezagados, no solo frente a los demás países sino también frente a la meta de inversión del 6% del PBI establecida en el Acuerdo Nacional. Necesitamos hacer una verdadera apuesta por la educación, mas allá de lo que ha permitido nuestro crecimiento económico. Especialmente porque las necesidades son gigantescas.

Como he señalado en un artículo anterior, se necesita un mega shock de por lo menos 11% del PIB para poner al día la infraestructura educativa que ha estado abandonada durante décadas. Adicionalmente, llevar los salarios de los docentes a niveles competitivos que permitan atraer a los mejores a la profesión requiere una inversión adicional de por lo menos 3% del PBI cada año. La desproporción entre el gasto actual y las necesidades es muy grande y eso no es sostenible.

¿Cómo puede aumentarse la inversión educativa? Descansar únicamente en el crecimiento de la economía, como hemos hecho durante la década pasada, ya no es una buena idea. Las proyecciones de crecimiento no son muy auspiciosas. Por otro lado, aumentar la participación del sector educación dentro del presupuesto público tampoco parece ser una opción. Las necesidades de salud, seguridad, combate a la pobreza y otros, tampoco están en condiciones de reducirse para dar espacio a una priorización de la educación.

El aumento de la inversión educativa requiere de un aumento considerable del tamaño del Estado. Para esto se requiere mayor recaudación. Esto seguramente es muy impopular pero necesario. Es momento de asumir de verdad el compromiso por la educación, el compromiso por el futuro.