Año tras año, The Economist Intelligence Unit analiza información de más de cincuenta países en desarrollo para medir donde existe un mejor entorno de negocios para las microfinanzas[1]. En el último ranking, Perú, Colombia, Chile, Bolivia y México se encuentran entre los ocho mejores lugares–siendo el Perú el que año con año se ubica en el mejor lugar, con 90 de los 100 posibles puntos.
El reconocimiento a estos países pudiera sugerir que la inclusión financiera en ellos es alta. Sin embargo, los datos del Banco Mudial muestran una realidad muy distinta. En el caso del Perú, sólo el 18 por ciento del 40% mas pobre posee una cuenta en una institucion financiera y para el caso de México –que ocupa la octava posición en el ranking mencionado- la cifra es del 29 por ciento. Mas aún, es probable que dichas cifras sobreestimen la verdadera inclusión pues hay una práctica gubernamental cada vez mas extendida de obligar a los beneficiarios de programas públicos de abrir una cuenta bancaria. Si bien tal práctica pudiera ser útil para reducir costos y minimizar actos de corrupción, no es claro si la forzada inclusion implica un uso efectivo de los productos y servicios que ofrecen las entidades financieras.
En cualquier caso, sin embargo, las cifras antes mencionadas sugieren que la posibilidad de suavizar el gasto privado, impulsar proyectos productivos y en general atenuar los problemas que derivan de una falta de sincronizacion y/o desequilibrio temporal entre los ingresos y los egresos, es limitada para el cuarenta por ciento mas pobre de dichos países.
Considerando los beneficios que acarrea un mayor uso de los productos y servicios que ofrece el sistema financiero formal, es necesaria una estrategia que: i) potencie las vías y puntos de acceso a la oferta de productos y servicios, ii) adecue productos y procesos a las necesidades y posibilidades de la población objetivo ; y iii) alienee el marco regulatorio. El uso de nuevas tecnologías y el fomento a la educcion financiera son piezas claves. Sin embargo, ademas de ello es necesario -haciendo un paralelo con la adopción de nuevas tecnologias en el sector agrícola tradicional-, que la población que se busca incluir tenga la suficiente confianza para utilizar estos canales financieros y que los oferentes de los productos conozcan las necesidades y estrategias financieras de las poblaciones que se busca incluir. Sobre sto último, es necesario más estudios sobre dos fuentes de financiamiento muy frecuentemente olvidados: el crédito de proveedores y las casas de empeño.
De acuerdo con Petersen y Rajan (1997), el credito de proveedores es la principal fuente de financiamiento a corto plazo en los Estados Unidos y representó –según Rajan y Zingales (1997)- entre el once y quince por ciento de los activos totales de las empresas no financieras de los siete países mas desarrollados. Para el caso de México, las encuestas crediticias que trimestralmente levanta el Banco Central sugieren que el crédito de proveedores es la fuente de financiamiento más utilizada por las empresas. Mas aun, según encuestas hechas en el 2010 por el Banco Mundial, el crédito de proveedores financió un poco más del diez por ciento de la inversion privada en México y en el Perú.
En lo que se refiere al crédito prendario, para los Estados Unidos se estima que aproximadamente el 10% de la población hacía uso de dicho financiamiento. Para el caso de México la encuesta de inclusión financiera del 2012 reporta que el doce por ciento de todas las personas que solicitaron financiamiento -formal ó informal-, recurrió al credíto prendario.
Conocer quiénes participan en estos dos mercados y cómo funcionan; qué tanta competencia hay; qué porcentaje de la población se financia de fuentes formales e informales y cuáles son los fundamentos para ello, puede ser útil para lograr un mejor entendimiento de qué factores determinan una participación efectiva en el sistema financiero formal. En este sentido, es importante que las autoridades responsables de alcanzar una mayor inclusión financiera impulsen investigaciones para entender mejor la naturelza de estos dos mercados muy frecuentemente olvidados.
Pablo Cotler, Director del Departamento de Economia de la Universidad Iberoamericana, Cd de México, pablo.cotler@ibero.mx
[1] http://idbdocs.iadb.org/wsdocs/getDocument.aspx?DOCNUM=40024155