La alibertad de los niños argentinos

 

La libertad es central para el desarrollo tanto de los individuos como de las sociedades en su conjunto. Amartya Sen (premio nobel de economia, 1998) concibe el desarrollo como un proceso de expansión de las libertades que poseen los individuos para elegir lo que valoran.

La concepción del desarrollo como libertad de Amartya Sen exige la eliminación de las principales fuentes de alibertad-–falta de libertad. Estas son la pobreza y la escasez de oportunidades económicas, la tiranía, la intolerancia y la represión estatal arbitraria. A pesar de la enorme riqueza del mundo contemporáneo, un vasto número de personas, la mayoría, carece de libertades elementales. A veces, la pobreza niega la libertad de satisfacer el hambre o de obtener remedios para curar enfermedades tratables. Otras veces, las alibertades surgen de la ausencia del estado en la provisión de bienes públicos como programas epidemiológicos,  instituciones de seguridad ciudadana, o arreglos de seguridad social que garanticen oportunidades adecuadas de crecimiento y elección a todos los niños.

Las libertades no sólo son el objetivo del desarrollo sino uno de los principales medios para lograrlo. Existe una conexión empírica que vincula las libertades de distintos tipos.

  • Las libertades políticas en la forma de elecciones libres y libertad de expresión promueven la seguridad económica.
  • Las oportunidades sociales en la forma del acceso a la salud y a la educación facilitan la participación en los mercados.
  • Las oportunidades económicas de comerciar y producir generan abundancia y recursos públicos para mejorar las oportunidades sociales.

Estas libertades son instrumentos para el desarrollo, mejoran directamente la capacidad de los individuos, y también se complementan y se refuerzan mutuamente.

La historia nos brinda ejemplos en los que estos encadenamientos de libertades mejoran el bienestar de los pueblos. Desde la Escocia de fines del siglo XVIII (la de Adam Ferguson, David Hume, y Adam Smith) a las experiencias recientes del este asiático. Amartya Sen sostiene que la lección fundamental del desarrollo del este asiático es la combustión provocada por la interacción entre la expansión de oportunidades sociales y las libertades económicas. Cuando Japón, Taiwan y Corea del Sur liberaron sus economías fueron capaces de utilizar el mercado mucho más que otros países porque una gran parte de su población, sobre todo la juvenil, ya tenía acceso a buenos servicios educativos. En cambio en Chile o en la India la liberación de las relaciones económicas no tuvo un efecto transformador tan significativo porque amplias franjas de la población aún no tienen acceso a una educación de calidad.

La teoría del desarrollo económico tradicional explica cómo la libertad de la gente para aplicar sus esfuerzos a satisfacer sus ambiciones personales lleva a la expansión de la riqueza de un país. También juzga la educación, la salud y la nutrición en función de su tasa de retorno para aumentar el capital humano y producir más bienes. El enfoque del desarrollo como libertad propuesto por Amartya Sen nos dice que esta manera de pensar ignora el hecho fundamental que estas libertades son los componentes constitutivos del desarrollo, no sólo un medio para expandir la riqueza.

Profundicemos esta idea centrándonos en las instituciones del mercado. La habilidad del mercado para generar progreso económico es innegable. Sin embargo, es un error pensar en el mercado sólo como en un instrumento para asignar bien recursos. La libertad de intercambiar y realizar transacciones es en sí misma una libertad fundamental que la gente valora.  Oponerse al comercio es casi tan extraño como oponerse al diálogo. La libertad para intercambiar bienes o palabras no necesita una justificación en términos de efectos distantes; son parte de la esencia de cómo viven los seres humanos en la sociedad.

La libertad a participar en el mercado de trabajo es un claro ejemplo. Nos importa no sólo desde el punto de vista de la eficiencia sino porque creemos que una sociedad libre de esclavitud es algo intrínsecamente deseable. La libertad del contrato de trabajo y la erradicación de exclusiones a grupos o a personas del mercado de trabajo son objetivos primarios del desarrollo.

Similarmente, la negación del acceso al mercado de productos es una privación a la que estaban sometidos pequeños campesinos en sociedades tradicionales o las colonias del rio de la plata bajo el imperio español. Estas restricciones al comercio además de generar ineficiencias constituyen un costo social directo en tanto restringen nuestra libertad.

La defensa del comercio y de los mercados no niega el rol fundamental del estado en su regulación. Sobre este punto Adam Ferguson (un Escocés del s. XVIII) dice “La libertad no es, como podría inferirlo el origen del nombre, la libertad de toda restricción, sino la aplicación efectiva de restricciones justas a todos los miembros del estado libre […]. El establecimiento de un estado justo […] es de todas las circunstancias que se dan en la sociedad civil la más esencial para la libertad; cada persona es libre en la proporción que el gobierno de su país es lo suficientemente fuerte para protegerla y lo suficientemente limitado y prudente para no abusar de su poder.

Repensar en el desarrollo como la expansión de libertades tiene implicancias fuertes para el caso argentino. Por ejemplo, repasando la última década algunos priorizarán la libertad otorgada por la ley de matrimonio igualitario o las pensiones no contributivas, mientras otros se focalizarán en la degradación de la justicia, en las restricciones a la libertad de comerciar, o en la expansión de la alibertad generada por el aumento en la inseguridad.

La imagen del desarrollo argentino que quiero destacar en esta nota es la de las libertades de los niños argentinos. Según la encuesta permanente de hogares de 2012 el cuarenta y cinco porciento de la población urbana menor a  cinco años vive en hogares que se encuentran en el quintil inferior de la distribución del ingreso con un ingreso per cápita del hogar menor a tres dólares diarios. Un cuarto de los niños se encuentran en el quintil siguiente con un ingreso de seis dólares diarios. En otras palabras, el setenta por ciento de los niños argentinos crecen en hogares de bajos ingresos. Otra característica de estos hogares es el bajo nivel educativo de sus mayores que apenas supera la educación primaria. Dado que los ingresos del hogar y los logros educativos de los padres son importantes factores en el rendimiento cognitivo de los niños estas estadísticas son muy preocupantes. No sólo condicionan el capital humano del mañana sino que imponen importantes alibertades a estos niños.

La expansión de las libertades de los niños argentinos por medio de un estado lo suficientemente fuerte para protegerlos, facilitando su desarrollo humano no sólo es un fin en sí mismo sino que está conectada y es complementaria a la adquisición de otras libertades.  Dotar a todos los niños del país con la oportunidad de desarrollarse expandirá la riqueza nacional, elevará la calidad de nuestra democracia y afianzará nuestras libertades políticas.

Hoy, en un momento trascendental para el país es importante que la sociedad se plantee cómo expandir las libertades de todos los argentinos para hacer posible que en nuestra sociedad todos tengamos la capacidad de ser los agentes de cambio en nuestras vidas y de alcanzar las cosas que valoramos, individual y colectivamente.