Francesco Amodio (Universitat Pompeu Fabra) y Lucía Freira (LICIP)
Hace poco más de dos meses, la ministra de Seguridad de la Nación, Nilda Garré, declaraba que en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires “no hay aumento del delito” (enlace artículo La Nación). Si embargo, la “sensación de inseguridad” parecería ir en aumento. Según la encuesta de opinión pública Latinobarómetro[i] realizada en el 2011 el 34% de la población total del país piensa que la delincuencia y la seguridad pública son los problemas más importantes del país, en el 2008 este valor era del 21%.
Sin duda, el tema de la inseguridad y su verdadera evolución constituye uno de los temas más debatidos. La gran pregunta es si al aumento en la sensación de inseguridad le corresponde un aumento similar de la incidencia del delito. La falta de datos disponibles hace muy difícil contestar esta pregunta.
Según la encuesta publicada mensualmente por el Laboratorio de Investigación sobre Crimen, Instituciones y Políticas de la Universidad Torcuato Di Tella (LICIP), el número de hogares de la Ciudad de Buenos Aires afectados por el problema de la inseguridad parece haber aumentado en los últimos cuatro años. En el gráfico que presentamos a continuación podemos ver que en el año 2008 el porcentaje de hogares que declaraban haber sufrido por lo menos un delito en los últimos doce meses se ubicaba en 31%. Para el año 2012 el mismo indicador se ubica en 35%.
Intentaremos investigar como un crecimiento de algunos puntos porcentuales en el volumen de delitos se corresponde con un aumento aparentemente mayor de la percepción de inseguridad de la población en general. Analizaremos brevemente otras variables que podrían presentar un comportamiento similar al de esta última, como por ejemplo el volumen de noticias sobre la ocurrencia de delitos en los medios de comunicación y la falta de confianza en el sistema policial y judicial. Así mismo, veremos como el hecho de pertenecer a un hogar en el cual algún miembro ha sido victima de un delito genera cambios en la percepción respecto a la inseguridad.
Para lograr nuestro objetivo, vamos a utilizar los datos provenientes de una Encuesta Semestral que realiza el LICIP, en la cual además de indagar sobre hechos delictivos también se incluyen preguntas sobre percepción.
Esta encuesta fue realizada en ocho ocasiones diferentes entre noviembre 2006 y junio 2010. En cada oportunidad se relevó una muestra aleatoria de doscientos hogares ubicados en el área de la Ciudad de Buenos Aires. En el correr del análisis iremos comparando el comportamiento de las variables tomando dos períodos temporales, hasta mediados del 2008 y luego de mediados del 2008.
En cuanto a victimización, la muestra del primer período presenta un Índice de Victimización[ii] (IVI) igual a 35%, mientras que la muestra desde diciembre 2008 a junio 2010 presenta un IVI igual a 37%.
Por otro lado, los datos revelan una diferencia significativa en la percepción individual de la gravedad del problema del delito entre los dos grupos, el 65% de las personas encuestadas en el primer grupo consideró al problema del delito como un problema muy grave, porcentaje que sube al 71% para el caso del segundo grupo. Esta diferencia es acompañada de una caída comparable en la fracción de encuestados que considera al problema del delito como algo grave, sugiriendo un cambio en las percepciones en dirección a una mayor gravedad.
Así mismo, observamos la misma diferencia cuando se les pregunta a ambos grupos sobre la evolución del volumen de delitos en la ciudad, el porcentaje de personas que considera que el número de delitos aumentó pasa de 59% a 66%. Es interesante notar como éste incremento no se observa en los barrios de zona norte, por lo que podríamos intuir que son los hogares de clase media y baja los que perciben un mayor aumento del delito. Estos resultados resultan consistentes con la evidencia empírica relativa a la subida del delito a finales de los años noventa, que parecería haber afectado mayormente a los hogares de clase baja[iii].
Como es de esperar, aquellos hogares que sufrieron por lo menos un delito en los últimos 12 meses, presentan una visión más pesimista en relación al problema. El hecho de pertenecer a un hogar de este tipo incrementa la probabilidad de considerar que el problema del delito es un problema muy grave y que ha aumentado en los últimos tiempos. En términos económicos, se podría interpretar al hecho de ser victima como una señal del verdadero estado del mundo: la incidencia del delito. La exposición a la señal hace que se revisen las correspondientes expectativas.
Por otro lado, una idea recurrente es que la prensa es responsable de estos incrementos en la sensación de inseguridad. Intentando indagar sobre esta idea, observamos que el diario Clarín publicó entre los años 2006 y 2007 un total de 3.789 noticias en su sección policial, para los años 2008 y 2009 este número creció un 2.6% alcanzando un total igual a 3.887 noticias. Si bien, no contamos con indicadores que den información sobre el contenido especifico de las noticias, estos números sugieren que la relevancia del tema del delito en los medios de comunicación podría haber aumentando marginalmente en el período de tiempo que estamos considerando.
Otro tema importante es la falta de confianza en el sistema judicial y policial, si la población no confía en el sistema, seguramente se sienta más insegura. Estos bajos niveles de confianza se pueden observar a través de las bajas tasas de denuncias de todos los tipos de delitos. Así mismo, podemos ver que además de ubicarse en niveles bajos, las tasas de denuncias han caído entre ambos períodos. Por ejemplo, la tasa de denuncias de robos en viviendas cae desde 43% a 36% y la tasa de denuncias de robos con violencia[iv] cae desde 36% a 34%. Estos números nos muestran que las estadísticas oficiales estarían subestimando la cantidad de delitos y que las encuestas de victimización son complementarias y necesarias para lograr tener una visión completa del problema.
Respecto a la evaluación de la policía, el 34% de la población en general piensa que los policías hacen un muy buen o un buen trabajo. Sin embargo, como se puede ver en las tablas a continuación, al momento de ser victimas no se observan tasas de denuncia más elevadas para aquellos que evalúan positivamente el accionar policial.
Por último, podemos observar como las percepciones de aumento del volumen de delitos se trasladan en un cambio de costumbres y acciones en la conducta diaria de los individuos encuestados. Por ejemplo, el porcentaje de encuestados que declara haber dejado de circular en algunos lugares y/o dejado de andar de noche por precaución sube seis puntos porcentuales para la muestra del segundo período.
Conclusión
Los datos precedentes de la Encuesta Semestral para los años 2006 – 2010 muestran un pequeño aumento en el Índice de Victimización y un aumento más marcado en la percepción de inseguridad. En el análisis de este dato, hay que tomar en cuenta que la tasa de victimización observada es un resultado de equilibrio[v]. Cambios en las percepciones se acompañan con cambios en las costumbres y con mayores inversiones en medidas de protección contra el delito. Por lo tanto, podríamos pensar que, en ausencia de estos cambios, la tasa de victimización podría haber subido más de lo que se observa en los datos.
El comportamiento diario de los agentes parece estar más correlacionado con sus experiencias de victimización y con sus percepciones declaradas que con la evolución del volumen de delitos.
Estas tendencias podrían resultar de las características del proceso de agregación de la información disponible por parte de los individuos. El papel jugado por los medios de comunicación, la evolución de la confianza en el sistema, el hecho de pertenecer a un hogar en el cual algún miembro ha sido victima, son todas variables que pueden estar influyendo en la forma en que dicho proceso evoluciona.
[i] http://www.latinobarometro.org/latino/latinobarometro.jsp
[ii] El Índice de Victimización se define como el porcentaje de hogares cuyos miembros convivientes sufrieron al menos un delito en los últimos 12 meses, sean estos eventos denunciados o no a una autoridad competente.
[iii] Di Tella, R., Galiani, S. and E. Schargrodsky (2010), Crime Distribution and Victim Behavior during a Crime Wave, Chap. 4 in The Economics of Crime: Lessons for and from Latin America, edited by Rafael Di Tella, Sebastian Edwards and Ernesto Schargrodsky, pp. 175-204, NBER
[iv] Se define robo con violencia a todo hecho con intención de robo con amenaza o ejercicio de violencia contra la persona (el arrebato es incluido en esta categoría). Se incluyen en esta definición todos los delitos con intención de robo en los cuales hubo contacto con el agresor. Un robo en el hogar en el que algún integrante del hogar estaba presente y fue víctima de amenazas o del ejercicio de violencia por parte de los delincuentes se incluye en esta categoría.
[v] Véase Ehrich, I. (1996). Crime, Punishment and the Market for Offenses, Journal of Economic Perspectives, 10 (1): pp. 43.67.
Sería interesante investigar el nivel de violencia en los delitos denunciados y padecidos para ver cómo incide en la percepción de delincuencia.
Todos estos supuestos y sensaciones se acabarían si hubiera estadisticas filedignas.