La Argentina enfrenta hoy dos problemas económicos muy serios: estancamiento e inflación. En esta nota, me referiré al segundo. Para muchos, entre los que me incluyo, la inflación actual se encuentra en un nivel crítico (de alrededor del 25 por ciento anual) en el que se corre el riesgo de que un shock negativo, tal como una profundización de la recesión o un agravamiento del déficit fiscal, empuje a la economía, como en los aciagos 80s, a una espiral de inflación ascendente. El propósito de esta entrega es deducir que tipo de políticas anti-inflacionarias, de aplicarse alguna, deberíamos esperar en los tres años que le quedan a la actual administración.
Para abordar esta pregunta, es preciso averiguar primero qué elementos teóricos informan al gobierno respecto a las causas de los aumentos de precios. Dado que la presidenta no es economista, se requiere identificar quién entre sus colaboradores cercanos tiene mayor influencia en el diseño de la política económica. Aquí haré el supuesto, quizás fuerte, de que la persona que cuenta mayoritariamente con el oído de la presidenta es el vice ministro de economía Axel Kicillof. Mi premisa es que los otros posibles candidatos, entre otros el propio ministro de economía, Hernán Lorenzino, la presidenta del banco central, Mercedes Marcó del Pont, o inclusive el secretario de comercio interior, Guillermo Moreno, son principalmente soldados que ejecutan las líneas que bajan de la presidenta, con aportes intelectuales secundarios.
¿Cuál es la causa, entonces, de la inflación según Kicillof? Mi respuesta a esta pregunta será limitada y seguramente parcial. Pues se basa íntegramente en el análisis de una sola fuente. Se trata de un documento de trabajo titulado «Las Causas de la Inflación en la Actual Etapa Económica Argentina: Un Nuevo Traspié de la Ortodoxia,» (Kicillof y Nahón, 2006). Antes que nada, debo aclarar que, como el título del trabajo lo indica, el documento ofrece una explicación de las causas de la inflación en Argentina en un período particular (2004-2006), no necesariamente en general. Sin embargo, pienso que de la lectura de este trabajo se pueden deducir algunas explicaciones del origen de la inflación que el vice ministro probablemente rechazaría en forma amplia como así también medidas de política que posiblemente abrazaría en la coyuntura actual. Esto no quita, sin embargo, el carácter meramente extrapolativo del presente análisis.
En una de sus secciones, el artículo en cuestión repasa sumariamente un número de teorías de la inflación. La primera es la teoría cuantitativa del dinero, por la cual la causa primaria de la inflación es la expansión excesiva de los medios de pago. Kicillof rechaza su aplicabilidad al caso argentino en 2004-2006. El argumento principal para este rechazo es que él y su coautora no encuentran una correlación suficientemente alta entre la tasa de crecimiento de la oferta de dinero y la inflación durante el período en cuestión. Su crítica a la teoría cuantitativa parece ser, sin embargo, de mucho más amplio alcance, a juzgar por sus siguientes aseveraciones (ambas en página 6): «Podría decirse –y con razón – que es una teoría pasada de moda, casi antediluviana» y «Esta es, fue y será, la burda filosofía de los ajustes ortodoxos, relatada en su versión más llana.»
A continuación, Kicillof se refiere brevemente a las teorías inflacionarias de «tirón de demanda» y «empuje de costos». A ambas las considera parte de la filosofía ortodoxa de la inflación. La razón de esta calificación es, primariamente, que, siempre de acuerdo a la visión del autor, las políticas anti-inflacionarias que se desprenden de estas teorías incluyen el control del crédito y el ajuste fiscal. Luego, el autor se refiere a la teoría estructuralista de la inflación, según la cual el aumento generalizado de precios tiene como causa de fondo la rigidez a la baja de uno o más precios nominales. Si bien los autores descartan que el aumento de precios en 2004-2006 se haya debido a un reacomodamiento de precios relativos—el que requeriría de un aumento generalizado de precios en presencia de rigideces nominales a la baja—el trabajo no contiene un juicio de valor general sobre la teoría estructuralista.
Finalmente, Kicillof y Nahón ofrecen su propia visión teórica sobre la dinámica de precios en el período 2004-2006. Se refieren al aumento de precios observado en ese momento como «inflación por ganancias extraordinarias». El vice ministro y su coautora la explican informalmente. Escencialmente, esta teoría mantiene que tanto el sector de bienes transables como el de no transables se caracterizan por un grado significativo de poder monopólico. A su vez, el gobierno mantiene una política de tipo de cambio alto para sostener a la demanda agregada. Ejerciendo su poder de mercado, los productores de transables llevan todo aumento en el tipo de cambio al precio interno, generando una brecha con el costo de producción, dado primariamente por el costo salarial. Kicillof se refiere a esta brecha como ganancia extraordinaria. Al mismo tiempo, el aumento en la demanda agregada que genera la devaluación les permite a los productores de bienes no transables aumentar el precio, también generando ganancias extraordinarias en ese sector. De esta forma, los beneficios del tipo de cambio alto no llegan a los trabajadores, lo que hace fracasar el objetivo último del gobierno que es beneficiar a este grupo. Esto lleva al gobierno a aumentar aún más el tipo de cambio, lo que inicia otra rueda de aumentos de precios y ganancias extraordinarias.
Mi intención en la presente nota no es evaluar a esta teoría de las ganancias extraordinarias de la inflación. Como lo expresé al comienzo, mi interés central es delucidar qué deberíamos esperar que haga el gobierno frente a un prolongamiento y/o agravamiento del actual proceso inflacionario. Para ello, veamos que políticas derivaba Kicillof de su teoría para solucionar el problema de aumento de precios al promediar la década del 2000. Las medidas antiinflacionarias que propone el autor en el artículo bajo análisis son esencialmente dos: aumento de retenciones en todos los sectores transables (agrícola e industrial) y controles de precios en el sector no transable. De esta forma, según los autores, se frenarían los aumentos estratégicos de precios y al mismo tiempo se recanalizarían las ganancias extraordinarias hacia la fuerza laboral.
Permítaseme concluir transmitiendo, no el pensamiento, sino el sentimiento que me generó el presente análisis: Miedo.
Referencia
Kicillof, Axel y Cecilia Nahón, «Las Causas de la Inflación en la Actual Etapa Económica Argentina: Un Nuevo Traspié de la Ortodoxia,» documento de trabajo CENDA No. 5, Agosto 2006. Accesible en internet en http://cenda.org.ar/files/CENDA_DT05.pdf
Puntualmente, la propuesta más desarrollada de las que se rumorearon que tomaría el gobierno es la de hacer impuestos variables sobre el margen al mejor estilo retenciones móviles…
ej. La Serenísima tiene un margen de 80%, el gobierno considera excesivo un margen porencima del 35%, entonces graba con distintas alícuotas según el precio de venta, de forma que siempre el margen luego de impuestos sea el 35%…
Martin, al final de tu nota me hiciste reír (aunque en realidad es para llorar). Más allá de que la teoría que sostienen no tiene mucho sentido para mí, lo que caracteriza a los autores del trabajo que comentas, como ya lo ha expresado Levy Yeyati en su blog en el pasado (su referencia no era específicamente sobre estos autores, sino que hablaba en términos más generales), es su pereza, su desidia por los trabajos de investigación serios, en particular por los trabajos recientes. Mirando las referencias, encontramos que solo uno de los trabajos que citan tiene menos de 20 años. Parecen creer –lo dicen en la introducción- que nadie escribió nada sobre inflación desde los 80, que en los 80 solo lo hicieron dos autores, y que los artículos sobre inflación de Lucas, Sargent, Calvo y todos sus discípulos (algunos, como vos, escriben en el foco), nunca existieron. Es evidente que lo que hacen es poco serio. Cómo pueden criticar todas las demás teorías de inflación si no se toman el trabajo de leer los distintos análisis que se hicieron en los últimos 30 años? Lo peor es que se expresan con un nivel de seguridad increíble. Por eso comparto tu sentimiento final: el hecho que Kicillof, pensando como piensa, sea el que maneje las políticas económicas de nuestro país, da miedo!
Martín,
Me hubiera gustado leer alguna crítica a «esta teoría de las ganancias extraordinarias de la inflación»
No puedo entender que ese no sea tu objetivo, pero por otro lado si logras hacer un juicio de valor sobre el procedimiento que recomienda para solucionarlo. Más allá que ese juicio este camuflado en un «sentimiento»
Insisto, la crítica a su mecanismo para combatir la inflación puede deberse a:
1. Considerar que el diagnóstico fue mal realizado, por ende, la solución no es adecuada.
2. Coincidir en el diagnóstico, pero no creer que la solución sea la más adecuada considerando el caso particular, o creer que existe alguna mejor.
3. Dogmática
En base a lo expuesto y viendo que no existe análisis de las causas de la inflación expuesta por Kicillof y Nahón, no me queda más que creer que la 3° opción es la válida.
Como diría un hincha de fútbol, la economía es un sentimiento.
Die, con lo poquito que sé de economía, voy a ensayar una crítica a la teoría de las ganancias extraordinarias. Si fuera cierta, y los empresarios suben los precios de los productos del mercado interno, llegaría un punto en el que la demanda disminuiría al punto de que sería conveniente empezar a bajar los precios para recuperar las ventas. Eso no está pasando, sino que la inflación sigue adelante.
Aparte, las gancias extraordinarias de los empresarios no pueden esfumarse. Tampoco las pueden guardar bajo el colchón, porque es inseguro. Las ganancias se las puede invertir en proyectos empresariales, gastar consumiendo productos, o ahorrar. Habría que ver si las cifras de inversión, consumo o ahorro están creciendo a semejante nivel.
La ganancia esxtraordinaria se la puede transformar en divisas y fugarlas del país.
@NaBUru38, gracias por el intento de crítica, pero no creo que ese sea el caso. En el paper se diferencian sectores transables de no transables, a la vez que hace énfasis en la concentración de algunos de los primeros, los que explicarían estas ganancias extraordinarias.
Así que estas ganancias extraordinarias no se aplicaría al total de la economía, sino solo a ciertos sectores de la misma.
Básicamente los autores, más allá de utilizar una mirada desde la «heterodoxia», alegan que existen diferentes oligopolios / monopolios en distintos sectores productivos.
La crítica que podría hacerle yo a esta teoría es que ante un caso de oligopolio / monopolio puede haber un período de inflación, pero en algún momento aún en esta situación se llegaría a un equilibrio.
Si no se da ese equilibrio, entonces no es esta situación la causa principal de la inflación. En todo caso, puede explicar solo las ganancias extraordinarias.
Después de una leída rápida del artículo citado en la entrada, me sorprendí por la inocencia y poca seriedad con la que el actual viceministro de economía y su coautora dictaminan que tal o cual teoría de la inflación es falaz. También me resultó llamativa la continua adjetivación que hay en el artículo.
No obstante, (siendo que los que lo conocen dicen que el Sr. Kiciloff no se caracteriza por su falta de inteligencia) mi costado conspirativo me hace pensar que el artículo mencionado está deliberadamente dirigido a una audiencia en particular, y que la inocencia y poca seriedad con que se analizan las teorías no son tan inocentes.
Kicillof presume de ser un «nuevo» economista cuando sus teorías y su aplicación son de los más rancio que existe, con una vuelta a una autarquía que es una solución de corto plazo y con problemas de posibles represalias comerciales al cimentarse en incumplimiento de acuerdos comerciales, control de cambios lo que además de la discrecionalidad y corrupción en las licencias lleva a una revaloración del peso oficial -que va contra la propia economía- y se dispara el mercado negro de dólares.
De la construcción de una «nueva» economía a través de empresas públicas con monopolios como ENARSA o lo que venga de YPF es volver a las nacionalizaciones de hace cuatro o cinco décadas que no han funcionado en ninguna parte.
La inflación mientras siga la mentira del INDEC, es una bella poesía keinessiana y una terrible realidad.
Todo esto aderezado con populismo y un incremento de autoritarismo con jueces al dictado del poder.
Nada de «nuevo» modelo, es el modelo K de autarquía que incluso así ha sido calificado por Pepe Mujica -Presidente de Urguay y ex guerrillro tupamuro- cuando ha dicho expresamente «Argentina está en un proceso muy autotárquico».
Recomiendo leer: http://cort.as/2pyp
No veo lo heterodoxo del planteamiento, aunque se reivindique como tal. Aclaro que no leí el artículo original, pero si me guío por la síntesis del Dr. Uribe, una vez quitados los adjetivos de las citas, quedan dos ideas: 1) los exportadores trasladan los precios percibidos en el exterior al mercado interno de forma íntegra, 2) devaluar genera inflación. El punto (1) es la «ley de precio único», que se puede imponer como supuesto u obtener del supuesto de demanda externa infinitamente elástica al precio del productor local de transables. El punto (2) lo da la misma teoría cuantitativa del dinero en economía abierta. La competencia imperfecta, que sin duda es omnipresente (y que es algo muy «mainstream»), no juega ningún papel para llegar a esas conclusiones. Quizás haya otros supuestos bajo los cuales el poder de mercado es esencial para llegar a los mismos resultados, pero el problema de no formalizar las ideas es que se vuelve muy difícil rastrear qué importa y qué no (o discutir los supuestos fundamentales para concluir lo que concluyen).
Por otra parte, la extrapolación de Uribe, aunque comprensible, es osada: el artículo analiza un período en que el gobienro combatía la apreciación del peso acumulando reservas, encareciendo artificialmente el dólar. Las retenciones eran una forma obvia de moderar el subsidio implícito a los exportadores y el efecto inflacionario de esta política. Hoy, en cambio, esa presión alcista del valor del peso no existe, y las medidas tomadas para restringir la compra de dólares evidencian que el gobierno está muy al tanto del cambio de situación. Dudo que Kicilof haya cambiado mucho su forma de pensar desde 2007, pero sospecho que su diagnóstico hoy sería algo diferente al de entonces: la expansión de la demanda no podría imputarse hoy a una «excesiva devaluación» de un gobierno que, de hecho, hace todo lo posible porque el peso no se deprecie más. Lo que no puedo aventurar es cómo incorporarían Kicilof y Nahón esa diferencia en su análisis ni qué propuestas se desprenderían del mismo.
En todo caso, con independencia del diagnóstico que uno tenga, ¿alguien conoce un solo caso exitoso de control de precios a lo largo de la historia?
Con respeto, su conclusion me parece absurda, no por lo que argumenta sino por lo que no argumenta y hacia donde se dirige, no hace falta preguntarle ni su formacion ideologica ni el objetivo del texto, por lo tanto el articulo carece de profundidad, sobre todo porque Kicilof a quien ud critica le sale la profundidad por los poros.
Tenga en cuenta que el » miedo » es un arma de dominacion politica y de control social, le recomiendo que deje de magnificar la informacion alarmista de los medios de comunicacion.