El núcleo de la economía moderna es el estudio de la forma en que todos nosotros tomamos decisiones y, como, las interacciones entre las decisiones de todos nosotros resultan en equilibrios sociales. En el centro de este aparato intelectual esta la hipótesis de racionalidad, que es frecuentemente atacada. Mi amigo David K. Levine, un gran economista que escribe sobre teoría de los juegos, imperfecciones en los mercados financieros, crecimiento economico, propiedad intelectual, escribió un par de notas sobre por qué los economistas tienen razón al usar la hipótesis que la gente es racional al formar sus expectativas sobre lo que hacen los demás.
Una consecuencia importante de esta hipotesis muy relevante para la Argentina, pero obviamente no sólo para la Argentina, es que politicas que suponen que la gente no es racional pueden tener efectos no deseados. Un triste ejemplo es la intervención en el mercado de carne en 2006 para bajar su precio, que resultó en que el precio suba (ver nota de Emilio Espino en el blog).
Los dejo con David
A los lectores que les interese esta nota también les puede interesar la que escribí con Emilio Espino, ¿Cómo estudiar Economía que sea útil en Argentina?
La versión de la física que presenta David Levine es un poco caricaturesca. Se trata de una interpretación de la mecánica cuántica que podríamos llamar “simple Copenhagen” en la cual el observador juega un papel decisivo en la dinámica. Esto acarrea muchos problemas, por ejemplo: 1) si la mecánica cuántica se aplica al universo como un todo, quién es el observador? 2) El observador es un sistema clásico, de modo que la teoría cuántica no puede ser una teoría fundamental, y 3) ¿cómo es que el observador, siendo una componente fundamental de la teoría, no aparece como variable en ninguna de las ecuaciones de evolución? Existen de hecho interpretaciones tipo Copenhagen pero modernas, en las que el observador juega el mismo papel que en la física clásica, y que sólo necesitan admitir que la realidad en sí es probabilística (ver Griffiths, Consistent Quantum Theory, Cambridge University Press).
Donde la analogía con la física se vuelve interesante es en el concepto de quasipartícula. Si tenemos un sistema de electrones interactuantes entre sí y con otras partículas, por ejemplo los electrones en un metal, la interacción es tan fuerte que el electrón pierde su individualidad, y debemos hablar de la función de onda del sistema como un todo, no del electrón individual. Sin embargo, en muchos de estos casos es posible reescribir el problema en términos de unas partículas imaginarias que interactúan débilmente, y por lo tanto mantienen su individualidad. Se habla en ese caso de “quasi-partículas”. Por ejemplo, puedo describir el metal muy bien suponiendo que se trata de un gas de “quasi-electrones” que no interactúan, pero tienen una masa muy distinta a los electrones reales. Se dice en lenguaje técnico que la masa del electrón está “renormalizada” por las interacciones. (Un concepto similar explica cómo el bosón de Higgs confiere masa a las otras partículas).
En discusiones de sobremesa me gusta usar el concepto de quasi-partícula para atacar a mis amigos de izquierda y derecha. Si en un sistema económico los seres humanos estamos “renormalizados” por nuestra interacción con otros, entonces el individuo de las teorías económicas no es el individuo que existiría aisladamente sino un quasi-individuo. Y entonces, qué sentido tiene decir que a los trabajadores le roban la plusvalía, como aprendían los marxistas? Y qué sentido tiene decir con los libertarios de derecha que el estado les roba con impuestos lo que legítimamente les pertenece?
Con estas salvedades/comentarios, David tiene razón en que lo que diferencia fundamentalmente a la física de primeros principios de la economía es que las quasipartículas en economía pueden aprender y burlar sus propias ecuaciones de movimiento, lo cual no tiene analogía en la física, que yo sepa.
Finalmente, ya que están hablando de física en un artículo sobre expectativas racionales, creo que deberían precisar mejor el concepto para los físicos que lean la entrada. Yo creía que la suposición de expectativas racionales se utilizaba para argumentar, entre otras cosas, que una economía de mercado estaba “racionalmente” optimizada, de modo que cualquier intervención externa, digamos por un gobierno, es casi por definición negativa. Y que además se utilizaba para eliminar la dependencia temporal en las ecuaciones básicas. Pero esto sí que no es mi tema, así que aclaren, muchachos.
Jose, muchisimas gracias por el comentario. Muy interesante lo de la construcción teorica de las cuasi-particulas. Es una forma útil de pensar en los agentes que habitan los módelos económicos que no existen en la realidad, son una abstracción, pero son muy útiles para describirla.
Yendo al concepto de expectativas racionales. Lo primero que hay que aclarar es que la hipótesis de que la gente forma sus expectativas racionalmente no tiene nada que ver con la eficiencia del mercado. Lo único que dice la hipótesis es que los agentes usan toda la información que poseen para formar expectativas sobre variables que no conocen pero que son importantes para tomar decisiones. Estas variables desconocidas pueden ser eventos futuros o información que tienen otros y desconocemos. Una consecuencia de las expectativas racionales es que la gente no hace errores sistemáticos de predicción. El ejemplo de David del vuela UA93 en la segunda parte es muy ilustrativo. La gente en los primeros tres aviones se equivocó al predecir mal el comportamiento de los secuestradores y no tomar ninguna acción. En el cuarto avión, la gente hizo su mejor inferencia usando la nueva información y eligió una acción distinta. En economía hay situaciones en las que habría un mejor equilibrio si la gente no fuera racional. Por ejemplo, si la gente no fuera racional y comprase toda la deuda de los soberanos europeos en problemas Europa hoy estaría mejor, al menos no estaría en crisis. Un elemento crucial de la crisis es que con la información que tienen los agentes ven los presupuestos de varios países europeos y anticipan que es muy probable que no paguen sus deudas.