Publicado en Clarín, 8 de Julio de 2012
Probablemente los amigos españoles están pensando que después de muchos meses de malas noticias la suerte parece estar cambiando: a la novedad de que el préstamo del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) se haría directamente a los bancos con problemas, sin generar un aumento de la deuda soberana del país, el pasado domingo se le agregó la victoria sobre Italia en la final de la Copa de Europa. Sin embargo, si bien la lección de fútbol de la final quedará para la historia, temo que, hasta el momento, no hay demasiado para festejar en el campo económico.
Al respecto, vale la pena recordar que hasta hace unos días la estrategia de los países europeos con problemas había sido la de tratar de mostrarse como el mejor alumno de la clase. Esa fue la estrategia de Rajoy y de Monti, poniendo en marcha o profundizando algunas reformas estructurales y el ajuste fiscal. También ha sido la de Portugal, cumpliendo con todos los deberes que le han sido encomendados y habiendo sido felicitado por la troika (Comisión Europea, FMI y Banco Central Europeo), aunque la caída del producto sigue firme, al igual que el aumento del desempleo, que ya ha llegado al 15%. Estas crisis también se caracterizan por las culpas que los dirigentes atribuyen a sus vecinos, tal como lo percibimos, por ejemplo, en Monti quien, hace poco más de un mes, afirmó que el problema no era Italia sino España. La estrategia de querer aparecer como el alumno ejemplar, diferenciándose de los países con problemas, me hace acordar a lo que hicieron las autoridades económicas argentinas ante los problemas de Brasil en 1999. En este caso la estrategia contó con el apoyo de los organismos internacionales que no querían que el poster child del Consenso de Washington tuviera problemas.
Sin embargo, no se sale de una recesión de más de tres años con ajuste fiscal y reformas estructurales si no hay financiamiento para reducir el riesgo país. Considerando que los resultados no fueron los esperados, finalmente España e Italia, bajo el liderazgo de Monti y con el apoyo de Hollande, decidieron hacer frente a la estrategia alemana. Lograron ciertos anuncios que parecen haber tranquilizado a los mercados en el corto plazo: préstamo directo del FEEF a la banca española; 120.000 millones de euros de financiamiento para programas de desarrollo y “mayor facilidad” para que el FEEF pueda comprar deuda soberana.
Veamos estos anuncios en detalle. En primer lugar, que el préstamo a la banca española en dificultades por 100.000 millones de euros (9% del producto de España) tenga como acreedores a los bancos implica un cambio importante, porque el antecedente más cercano es el de Irlanda, que recibió ayuda de la de la Comisión Europea y del FMI para el salvataje de los bancos, pero a costa de aumentar en más de un 30% del producto su deuda soberana.
Es cierto que lo que se ha obtenido hasta ahora es sólo una promesa de un préstamo directo a los bancos con problemas y que para efectivizarlo se requiere un acuerdo respecto de la supervisión de Bruselas sobre el sistema financiero español. Si bien ello implica una considerable cesión de soberanía por parte de España, es razonable que no se pueda rescatar bancos con el dinero de los contribuyentes europeos si no hay supervisión europea. El acuerdo, al estilo europeo, puede llevar tiempo, pero creemos que al final habrá préstamo a los bancos españoles.
El préstamo reducirá, al menos por un tiempo, la probabilidad de contagio y, por ende, de una crisis financiera de proporciones inéditas. Decimos “por un tiempo”, porque los problemas de solvencia de los sistemas financieros de varios países de la zona euro volverán a agudizarse en la medida en que la economía no se recupere. Un panorama que tiende a agravarse porque los bancos de los países con problemas son tenedores de grandes cantidades de deuda soberana, un comportamiento que fue estimulado por el BCE al exigir garantías de esa deuda para sus préstamos a la banca europea.
Esto significa que, en la medida en que no se reduzca fuertemente el riesgo de la deuda soberana y los países en dificultades vuelvan a crecer, el salvataje de la banca española solo servirá para ganar tiempo o, volviendo al fútbol, para “patear la pelota para adelante”, un estilo muy distinto del de Iniesta, Xavi, Cesc y compañía. El problema es que la pelota cada vez vuelve más rápido.
Respecto del segundo anuncio, los fondos por 120 mil millones para proyectos de inversión son bienvenidos, pero tardarán en implementarse y no reducen la incertidumbre de corto plazo.
Por último, la “mejor disposición” para poder utilizar fondos europeos para comprar deuda soberana parece apuntar en la dirección correcta, pero esto no implica ningún cambio sobre las competencias actuales del FEEF. Además, las condicionalidades y las demoras, al mejor estilo FMI, seguirán presentes. El verdadero problema son los recursos disponibles, o sea los 500.000 millones de euros comprometidos inicialmente. De ellos, 100 mil millones se utilizarán en el préstamo a los bancos españoles y, posiblemente, se requiera atender a algunas otras entidades financieras europeas en problemas y refinanciar los préstamos a Grecia, Irlanda y Portugal. Es decir, en el mejor de los casos habrá 300 mil millones de euros disponibles para comprar deuda soberana, una deuda que, excluyendo a Grecia, es de alrededor de los 3,1 billones de euros.[1]
Un FEEF con recursos limitados no será suficiente. La experiencia internacional es clara: un requisito para reducir el costo de la deuda soberana es poner mucha plata “arriba de la mesa” de modo de convencer a los mercados que el apoyo va en serio. Para ello hay tres alternativas: a) un FEEF con, al menos, 1 billón de euros de recursos y el compromiso de comprar toda la deuda soberana que haga falta a ciertos precios; b) una actitud similar por parte del BCE; c) el reemplazo, aunque sea parcial, de la deuda de los países por eurobonos. En este sentido, si bien tampoco ha sido una novedad la posición de la Canciller Angela Merkel respecto de los eurobonos, sí lo ha sido la forma que tomó la desmentida de los rumores sobre los avances en la materia. Una desmentida que parece implicar que se acabaron las esperanzas: “sólo sobre mi cadáver”. Obviamente la negativa a los eurobonos es también una negativa a cualquiera de las otras alternativas.
En síntesis, se avanza tarde y poco. En una crisis financiera llegar tarde y con pocos recursos implica aumentar el costo del rescate hasta el punto de hacerlo imposible. Sin implementar alguna de las alternativas mencionadas en las próximas semanas (o días) Europa corre el riesgo de terminar con el euro y precipitar una crisis global. El mundo sigue esperando, pero cada vez queda menos tiempo.
Epílogo
A pesar de los intentos de las autoridades argentinas por culpar al “desastre de la economía mundial” de nuestros problemas, hasta ahora sólo hemos tenido una desaceleración en el ritmo de crecimiento a escala global. Pero, la “mentirita” puede convertirse en realidad en los próximos meses, con el agravante de que no habremos ganado ningún campeonato para compensar nuestras desventuras.
[1] Excluimos a Grecia porque con una deuda de 310 mil millones de euros, equivalente a 160% del producto, no hay otra alternativa que una reestructuración con quitas sustanciales que deben incluir el financiamiento “oficial” que representa el 50% de la deuda.