En el aclamado libro de Acemoglu y Robinson «Why Nations Fail» se argumenta que las instituciones económicas incluyentes, que incentivan el esfuerzo, son la principal explicación de la prosperidad, y que las instituciones políticas incluyentes son la única base sobre la que pueden subsistir dichas instituciones económicas. Por instituciones políticas incluyentes se entiende aquellas que distribuyen el poder político a una pluralidad de grupos e individuos, con arreglo a ciertas restricciones.
El libro es convincente, la argumentación teórica es impecable y la erudición histórica es impactante, al menos para los legos. Pero hay una gran pregunta que queda flotando, aunque los autores crean haberla respondido: ¿de dónde salen las instituciones políticas incluyentes?
Acemoglu y Robinson parecen creer que se trata de algo aleatorio, que puede ocurrir o no según circunstancias y caprichos históricos. La geografía no entra prácticamente para nada en sus tesis, a pesar de que el grueso de los sistemas políticos incluyentes está en Europa y no en África, donde hay muchos más países, mayor diversidad racial y cultural y una historia mucho más larga de experimentación política.
Como lo señala Jared Diamond en un interesante comentario publicado por The New York Review of Books, Acemoglu y Robinson ignoran olímpicamente dos áreas completas de conocimiento: la ciencia de la agricultura y la medicina tropical. También ignoran hallazgos recientes sobre la historia del gobierno. Vamos por partes.
La cadena histórica de causación hasta la prosperidad moderna arranca muy lentamente con el surgimiento de la agricultura, que hace posible la aparición de formas rudimentarias de gobierno, y luego la formación del Estado centralizado y las instituciones más complejas que conocemos en la modernidad.
Europa tiene una historia de más de cuatro mil años de gobierno (e instituciones crecientemente complejas) porque la agricultura pudo funcionar exitosamente desde hace nueve mil años. Los experimentos de gobierno en África Subsahariana se inician apenas hace unos pocos siglos porque la agricultura sólo arranca hace unos dos mil años y es mucho menos productiva que en Europa.
Según Ola Olsson y Douglas Hibbs, cerca de la mitad de las diferencias en los niveles de vida actuales alrededor del mundo se explica estadísticamente por la fecha de surgimiento de la agricultura. Aun más: la velocidad a la que convergen con los países desarrollados los países que eran pobres hace 50 años (digamos Corea del Sur y Gana) depende de si tenían una historia previa de gobierno, que a su vez se explica por la antigüedad de su agricultura.
Las desventajas de los trópicos para la agricultura se deben a la mayor diversidad de insectos y otras pestes, a la menor capacidad de las plantas para retener energía, y de los suelos para retener los nutrientes. Por otro lado, la diversidad y velocidad de adaptación de los parásitos y los vectores de transmisión de las enfermedades dificultan el desarrollo de vacunas y afectan la capacidad productiva de las personas (la malaria es el mejor ejemplo).
Todo esto es relevante hoy en día porque las instituciones inclusivas necesarias para el desarrollo no se aclimatan bien en sociedades poco productivas y poco expuestas a las prácticas de una administración pública que opera con restricciones y responde a objetivos colectivos, no al dictador de turno o a la etnia del jefe.
Hace algunos años nos preguntamos en un libro con John Gallup y Alejandro Gaviria si América Latina está condenada por su geografía. Nuestra conclusión fue que no, no está condenada: todo depende de si los gobiernos y sus asesores optan por ignorar la geografía o por enfrentar sus retos.
Mala cosa que autores de la talla de Acemoglu y Robinson opten por ignorarla, porque los hechos tienden a demostrar que la geografía no está muerta y porque pueden hacer pensar a muchos economistas que el tema no vale la pena.
Por razones de transparencia debo decir que Jared Diamond escribió un breve comentario para la contracarátula de nuestro libro. También debo decir que cuando le pedimos a Daron Acemoglu un comentario nos dijo que no, que él “no creía en ese tema”. Es un tipo consistente, qué duda cabe.
Nota: para quienes no tienen el tiempo de leer libros sobre estos asuntos pueden ser útiles dos artículos de prensa sobre la influencia de la geografía y cómo confrontar la agricultura tropical.
Excelente entrada. Es absurdo pretender encontrar una única y ultima explicación del éxito de las naciones. Diamond argumenta convincentemente sobre la importancia de la geografía, al menos tiempo atrás. North y otros, incluyendo a Acemoglu y Robinson, argumentan convincentemente que las instituciones importan. Y la cultura también es muy importante, como han demostrado muchos autores, incluyendo a Boyd y Richardson.
La agricultura como forma de gobierno, por un lado. Y la planificación en las cosechas y su recolección para soportar temporadas invernales como mecanismo de ahorro, por el otro.
Éstas y muchas otras variables relacionadas con la geografía sin lugar a dudas pudieron afectar el desarrollo histórico de las instituciones. Y posiblemente habrá variables que actualmente sigan afectando nuestro comportamiento y, por ende, la forma como nos organizamos en sociedad.
Cuando nos preguntamos por que las naciones fracasan me despierta curiosidad el «timing» necesario que debemos emplear para evaluar el éxito o no de una nación. siguiendo a autores como Diamond encontramos que la geografía es fundamental para muchos eslabones del progreso económico, sin embargo siento que los factores que determinan la brecha creciente entre las economías esta determinada por las instituciones, dejando a la geografía a un segundo plano. con esto no quiero decir que el libro este completo, siento que hace falta una aclaración al menos de la importancia de estos factores, la cual no debe ser menos de dos capítulos, sin embargo en el fondo explican en gran medida por que la brecha entre éxitos y fracasos y esta bien argumentado que es por las instituciones, entonces las criticas deben ser mas cuidadosas respecto al objeto de estudio que determinaron los mismos.
Eduardo, aun no leí el libro de Acemoglu y Robinson. Estoy un poco atrasado en mis lecturas! Me estoy mudando a Maryland, donde armamos un grupo de lecturas, en el cual planeamos leer ese libro en algún momento del próximo año académico. Así que podre volver sobre el mismo en el futuro. Aun así, quería dejar al menos dos comentarios hoy acá:
Por un lado, no tengo la impresión, conociendo sus trabajos anteriores, que Acemoglu y Robinson piensen que el único determinante de las instituciones sean accidentes históricos que cambian las instituciones y luego persisten en el tiempo. Si bien ellos argumentan que estos fenómenos son importantes, también piensan que las instituciones son un equilibrio, el cual es afectado por el conflicto distributivo en la sociedad. Esto abre la posibilidad a que distintos factores que afecten el conflicto distributivo tengan algún impacto en las instituciones que se adoptan (mira, por ejemplo, su capítulo en el Handbook of Economic Growth).
Por otro lado, y más importante aún, quiero plantear la siguiente pregunta, que siempre me generan trabajos como los de Diamond –el cual me parece fascinante (hace poco vimos con mi hija la serie que hizo el National Geographic sobre el mismo): ¿Qué tipo de relaciones causales nos interesan en las ciencias? Supone que estamos de acuerdo en todo con Diamond, y que el desarrollo de la agricultura fue un determinante causal de otros desarrollos institucionales, y que acordamos que era necesario que se genere un incremento en la producción de alimentos como la que genero la domesticación de plantas y animales para que un grupo pueda especializarse en el desarrollo institucional de la sociedad. ¿Tiene esta relación causal validez hoy? –esto es, ¿tiene validez externa? No estoy seguro, pero sí creo que esto es lo importante. En cambio, toma dos sociedades con recursos naturales similares y pregúntate, ¿pueden diferir en su desarrollo institucional? Mi visión es que si, aunque también creo que tienen cierta tendencia a desarrollar rasgos institucionales similares –esto creo que es consistente con lo que escribí en el párrafo anterior. Entonces, desde este punto de vista (validez externa), la relación causal entre las instituciones y la performance económica hoy me resulta de mayor interés que la relación entre el desarrollo de la agricultura miles de años atrás y la performance económica.