A 10 años de la crisis de 2001-2002: Otras perspectivas sobre sus costos

Existe un amplio rango de trabajos que analizan la evolución de la pobreza, el desempleo y la desigualdad durante la crisis de 2001-2002 en Argentina, y que documentan la notable mejora de estos indicadores en el período siguiente de recuperación. Muchos de estos trabajos documentan sus costos en distintas dimensiones, y otros toman una perspectiva más amplia en su definición de bienestar y el impacto de la crisis en la eficiencia agregada (Sandleris y Wright, 2011 – nota de Ezequiel Burgo en Clarín acá). Sin embargo, mientras escribíamos un estudio sobre la distribución del ingreso en Argentina con Gasparini (2009), nos sorprendió la falta de evidencia empírica sobre los efectos distributivos y costos permanentes en términos de bienestar de las crisis macro. La evidencia disponible establece claramente que los pobres fueron más afectados por la crisis en relación a los no pobres. Sin embargo, la mayoría de los factores desigualadores mencionados en ese trabajo tienden a disiparse relativamente rápido en los períodos de recuperación, a través del aumento de los niveles de empleo e ingresos. No se trata de que estos costos permanentes no existan, y de hecho son relativamente fáciles de ilustrar – el punto es que son difíciles de identificar con precisión. Algunos “canales de transmisión” pueden ser las pérdidas permanentes de capital humano por deserción escolar, los efectos nocivos de los incrementos en la desnutrición, y los efectos del stress y de la depreciación del capital humano de los desempleados.

Con estas ideas en mente, desarrollamos con Pablo Gluzmann (también del CEDLAS-CONICET) y con Luis Felipe López-Calva (del Banco Mundial) un trabajo llamado “Economic Crises, Maternal and Infant Mortality, Low Birth Weight and Enrollment Rates: Evidence from Argentina’s Downturns”, que estudia los efectos del colapso argentino (2001-2002) en el bienestar de la población en resultados socio-económicos y de salud de largo plazo.

En la línea de una serie de trabajos desarrollados por Norbert Schady y Francisco Ferreira (véase la revisión de la literatura por estos autores, 2009), el objetivo de este trabajo fue documentar los efectos permanentes e irreversibles de la crisis, que obedecen a por lo menos dos motivos: en primer lugar, la pobreza y los indicadores de salud empeoran más en una crisis de lo que mejoran en tiempos de recuperación económica. En segundo lugar, los efectos socioeconómicos adversos, aunque temporales, pueden dejar secuelas permanentes o de costosa reversión: la mortalidad materna e infantil es irreversible, y el bajo peso de los niños al nacer condiciona el desarrollo físico e intelectual a lo largo del resto de sus vidas, y es un proceso de muy difícil reversión.

No existían datos idóneos para un trabajo de este tipo, pero decidimos realizar un “estudio posible” en base a las series de PBI provincial elaboradas por la oficina argentina de CEPAL más otros datos de registro de salud y educación. Nos referimos a un  “estudio posible” por las limitaciones  de nuestra estrategia de identificación – en el peor de los casos, sin embargo, aún creemos que los resultados obtenidos representan correlaciones que vale la pena documentar. El estudio obtiene sus resultados a partir de las diferencias del impacto de la crisis en el producto bruto e indicadores sociales entre provincias, tomando como referencia el período 1993-2006.

Los resultados fueron estadísticamente significativos y en la dirección esperada. Las cifras indican que por cada punto porcentual de caída del producto per cápita provincial, el 0.5 por ciento de la población cae en una situación pobreza extrema, aunque el efecto es mayor (0.8 por ciento) entre los menores de 12 años. Pero aunque la pobreza, el desempleo y la desigualdad se recuperaron algunos años después de la crisis, los resultados del trabajo también señalan efectos permanentes e irreversibles. Por cada punto que se reduce el producto per cápita la mortalidad materna aumenta en 0.04 casos por cada 10.000 nacidos vivos. La mortalidad infantil se incrementa en 0.05 por cada 1.000 nacidos vivos y el número de niños con bajo peso al nacer en 0.18 casos por cada 1.000. Estos coeficientes indican un efecto sustancial. El nivel promedio para el período 1993-2006 es 4.2 (mortalidad materna), 17.9 (mortalidad infantil) y 72.9 (bajo peso al nacer), dado esto, un 10 por ciento de caída del producto incrementa la mortalidad materna en 9.4 por ciento, la mortalidad infantil en 2.5 por ciento y el bajo peso al nacer de los niños también en 2.5 por ciento. De acuerdo a Ferreira y Schady, para países de ingresos medios como la Argentina, las crisis económicas pueden aumentar o reducir la asistencia escolar, dado que el mayor desempleo puede desincentivar el abandono escolar.  La relación encontrada entre las fluctuaciones de la economía y los indicadores educativos en este estudio es ambigua, pero no apunta a resultados sustanciales. Sin embargo, en episodios de crisis más profundos como la crisis de 2001-2002 la asistencia de jóvenes en edad secundaria se redujo 5.5 puntos porcentuales en comparación con un período normal de crecimiento.

En breve, los resultados indican efectos significativos e importantes de las fluctuaciones agregadas en la mortalidad materna e infantil y en el bajo peso al nacer, así como un patrón contracíclico aunque no significativo para las tasas de matrícula. Nuestro trabajo concluye que resulta fundamental desplegar políticas orientadas a impedir que los efectos adversos de las crisis se produzcan. En este sentido, realizamos un estudio el rol del gasto público provincial sobre los indicadores sociales. Los efectos negativos fueron aún más fuertes en aquellos distritos donde, como consecuencia de la crisis, los gobiernos recortaron más el gasto dirigido a mejorar las condiciones de vida de la población. Este es un mensaje importante en vistas a los ajustes en el gasto público que se están realizando en distintos niveles de gobierno en el país.

 

Referencias

  • Cruces, Guillermo, Pablo Glüzmann y Luis Felipe López Calva (2012). “Economic Crises, Maternal and Infant Mortality, Low Birth Weight and Enrollment Rates: Evidence from Argentina’s Downturns”, World Development 40 (2), 303-314 (ungated acá).
  • Ferreira, F. H. G., & Schady, N. (2009). “Aggregate Economic Shocks, Child Schooling and Child Health.” World Bank Research Observer 24(2): 147-181.
  • Gasparini, Leonardo y Guillermo Cruces (2009). “Desigualdad en Argentina. Una revisión de la evidencia empírica”, con Leonardo Gasparini, Desarrollo Económico. Primera parte, Vol. 48, Nº 192; segunda parte, Vol. 49, Nº 193 (ungated acá).
  • Sandleris,  G. and Mark L.J. Wright (2011). “The Costs of Financial Crises: Resource Misallocation, Productivity and Welfare in the 2001 Argentine Crisis,” NBER Working Papers 17552, National Bureau of Economic Research, Inc.