Historia de una Crisis Anunciada?

A  menos de tres años de la crisis financiera norteamericana de finales del 2008 y la “Gran Recesión” que la siguió, el mundo industrializado está de nuevo ad portas de un colapso. Esta vez el epicentro es Europa.

La crisis Europea en curso tiene parecidos importantes con la crisis Argentina del 2001, pero diferencias aun más importantes. El primer parecido es el de que se trata no solamente de una crisis fiscal, sino de una crisis de competitividad y crecimiento. El segundo es el de que se ha desarrollado en cámara lenta sin que las autoridades nacionales e internacionales acepten que Grecia hoy (y Argentina ayer) tiene que encontrar alguna solución al problema de competitividad, a tiempo que reestructura su deuda y protege a sus bancos, y sin que procedan con rapidez a enfrentar estos tres problemas. El problema griego, sin embargo, es mucho más difícil que el argentino porque salir de la “convertibilidad”, con todo lo traumático que fue al principio, resulta un juego de niños frente a la opción mucho más costosa y por tanto casi impensable de que Grecia abandone el Euro. Probablemente no tendrá más alternativa que recuperar el crecimiento, después de un largo periodo de postración y deflación, a punta de reformas estructurales que aumenten su productividad.

Pero la principal diferencia estriba en que resulto fácil evitar el contagio gaucho sobre terceros porque los vínculos financieros de Argentina con sus vecinos eran modestos (con excepción de Uruguay que fue arrastrado a la crisis cuando los depositantes argentinos vaciaron sus cuentas ante la restricción de liquidez que les impuso el corralito) y los mercados financieros aceptaron que Argentina era un “niño diferente”, de modo que los spreads de los demás países latinoamericanos aumentaron muy poco y no hubo un “sudden stop” generalizado de flujos de capital hacia la región. La increíble demora en afrontar como toca la crisis griega ya ha contagiado a Portugal, Irlanda, España, Italia y hasta Francia, y a varios de los mayores bancos europeos, a través de un alza en los intereses que deben pagar por su deuda, de un frenazo en el mercado interbancario europeo y de una brutal caída en el valor de las acciones de varios bancos europeos particularmente expuestos, directa e indirectamente, al riesgo soberano griego, italiano y español. Apenas ahora se comienza a aceptar el error y las decisiones anunciadas por las autoridades europeas en Julio 21 apuntan en principio en la dirección correcta, pero no es claro si se aplicaran con la prontitud y la decisión que permita evitar una cascada de “defaults” soberanos y un colapso (“meltdown”) financiero.

Que es lo que hay que hacer y porque Europa no ha procedido a hacerlo? La experiencia de resolución de crisis pasadas y las particularidades del caso Europeo parecen requerir cuatro grupos de soluciones, a los cuales se refiere la declaración de principios de Julio 21:  (1) Una reestructuración ordenada de la deuda griega (con un “haircut” significativo, en valor presente, por definir) y una operación colectiva de salvataje de los bancos griegos, con una amenaza creíble de sanciones si Grecia incumple de nuevo sus compromisos en materia fiscal y de reformas estructurales; (2) Un fondo contingente y cuantioso de apoyo de liquidez a disposición de los gobiernos de Portugal, Irlanda, España e Italia para limitar el contagio; (3) Un fondo de capitalización para todos los bancos europeos que lo requieran, para evitar una crisis financiera generalizada. Los análisis del Fondo Monetario Internacional demuestran incuestionablemente la baja capitalización de buena parte del sistema bancario europeo ante los riesgos que afrontan, algo que ni las autoridades ni los banqueros europeos han estado dispuestos a aceptar; (4) La adopción de reglas fiscales estrictas para el futuro, con sanciones costosas al que no cumpla, para evitar que se vuelva a repetir un caso como el griego.

Porque ha sido tan difícil acordar que se debe proceder así?  En buena parte porque no es fácil coordinar a muchos Ministros de Hacienda y Bancos Centrales (que bajo la unión monetaria europea mantienen la supervisión sobre el sector financiero y la responsabilidad de garantizar la estabilidad financiera en sus países), sobre todo cuando no hay liderazgo político efectivo en la región. Pero también porque algunas autoridades claves están aun en la fase psicológica de “negación” y “rabia” que caracterizan las primeras reacciones ante una crisis o un duelo.

El Banco Central Europeo (BCE) se equivoco de plano en el año 2008, insistiendo hasta muy tarde que Europa no se contagiaría de la crisis americana y continuando con tasas de interés altas que agravaron la desaceleración de la economía comunitaria. Pero ahora ha sido ahora la voz de la cordura en Europa: intervino a tiempo para limitar el contagio sobre los bonos españoles y griegos y ha estado llamando a los Gobiernos europeos a intervenir a través de un fondo fiscal para salvar la unión monetaria.

En contraste, aun el fin de semana pasada en las reuniones anuales del Fondo Monetario y el IIF (Instituto Internacional de Finanzas, que agrupa al sector financiero internacional) el Ministro de Hacienda alemán se limito a despotricar contra la falta de seriedad del Gobierno griego y dejo la clara impresión de no estar dispuesto a actuar con la celeridad y decisión que las circunstancias requieren. Fue incluso más radical el representante alemán en la Junta del BCE, Stark, quien acaba de renunciar por no haber estado de acuerdo con la intervención del Banco a favor de los bonos italianos y españoles.

Esta posición es claramente irracional. Alemania (y Suecia) han sido los países mas beneficiados por la unión monetaria, pues sus industrias se han apoderado del mercado europeo gracias a sus aumentos de productividad. Y los bancos alemanes (y franceses) están muy expuestos, directa e indirectamente (a través de inversiones directas o en otras entidades financieras), al riesgo de la deuda soberana griega y mas aun al riesgo soberano italiano y español. Por tanto Alemania perdería tanto o más que los demás si se revienta la unión monetaria. Pero sus autoridades no parecen entenderlo o no son capaces de explicárselo a sus ciudadanos, quienes, en ausencia de una posición clara y didáctica por parte de sus autoridades, siguen creyendo que no tienen porque salvar a los griegos (y a otros europeos) de su irresponsabilidad.

En forma más general, las autoridades europeas no hicieron otra cosa que asumir una actitud defensiva ante las crecientes críticas y llamados de urgencia por parte del Tesoro americano y el Presidente Obama (diciendo que todo este lio comenzó en los EEUU, lo cual es cierto pero no arregla el problema). Por ello, aunque muchos nos negamos aun a creer que Europa va a ser incapaz de evitar la crisis, durante las reuniones anuales del Fondo Monetario el pasado fin de semana, a la pregunta de si se puede evitar la crisis, el economista jefe de JP Morgan resumió bien el “sentir” de los participantes, parafraseando al Presidente Obama,: “Yes we can. No we won’t”.

Si Europa no reacciona con rapidez terminara en una profunda crisis financiera, la cual, sumada a los problemas no resueltos en los EEUU, sumirá al mundo en una recesión peor que la de finales del 2008. Ningún país latinoamericano evitara una desaceleración al menos comparable, en magnitud y duración,  a la que sufrimos a finales del 2008 y comienzos del 2009

Después de escrita esta nota, esta semana hubo una noticia positiva con la aprobación del apoyo al Fondo de Estabilización por parte del parlamento alemán. Pero un día después se supo que Grecia incumplirá de nuevo sus compromisos y regreso la volatilidad a los mercados