Ser productivo es ser competitivo y muchas cosas más

“Argentina tiene que ser competitiva” podría ser un slogan de campaña de cualquiera de los candidatos a Presidente en las próximas elecciones. En un referéndum, en Argentina o en casi cualquier otro país del mundo, esta afirmación tendría el 99% de aprobación.

Pero, ¿qué quiere decir ser competitivo? Una primera aproximación podría ser afirmar que un país competitivo es aquel en el cual muchas de sus empresas logran producir a precios tales que les permiten exportar a mercados en los que compiten con productores de otros países.

El elemento clave para ser competitivo, entonces, es que los costos de los insumos y factores de producción (capital y trabajo) sean bajos en relación a su productividad y a los precios internacionales de los bienes que producimos.

En Argentina el debate sobre la competitividad se ha enfocado casi exclusivamente en la relación entre precios internacionales de los bienes, y los costos de los insumos y factores de producción. Casi todo el debate acerca del “atraso cambiario”, que refiere al nivel del tipo de cambio real de equilibrio, trata sobre este tema.

La productividad, el tercer componente de la ecuación, ha estado ausente de este debate. Y es el más importante. Importa no sólo porque mejorar la productividad nos hará más competitivos. Esto es casi un efecto secundario. La verdadera importancia de la productividad radica en que tiene un rol clave en el bienestar de la población de un país y en el crecimiento sostenido de su economía.

Productividad y asignación de recursos

Según los últimos datos disponibles en las Penn World Tables, en 2007 el trabajador promedio en EE.UU. producía 33 veces más bienes que el de Niger, 10 veces más  que el de Bolivia, 5 veces más que el de Egipto y 2.5 veces más que el trabajador promedio de Argentina.

¿A qué se deben estas diferencias? Una primera aproximación a esta pregunta es analizar cuánto de las diferencias se deben a la disponibilidad de capital (físico y humano) en los distintos países y cuánto a la eficiencia con que el mismo es utilizado. La evidencia empírica que surge de la literatura de la contabilidad del desarrollo muestra que las diferencias se explican en partes casi iguales por ambos factores (Caselli (2005) realiza un interesante relevamiento de esta literatura).

La productividad captura estas diferencias en la eficiencia con la cual se usan los factores de producción.  Formalmente, la productividad (o productividad total de factores (TFP)) es la A de esta función de producción agregada:

donde K y L son el factor capital y el factor trabajo respectivamente.

Originalmente, la productividad era entendida como la tecnología exógena de una economía. Su evolución era lo que los modelos no explicaban, se la llamaba la tasa de cambio tecnológico o residuo de Solow. La productividad era la medida de nuestra ignorancia (Abramovitz (1956)).

En los últimos 25 años ha habido una explosión de estudios de los determinantes de la productividad. El consenso muestra que las instituciones y políticas gubernamentales tienen un rol clave en la productividad de una economía. Esto sucede por dos motivos principales: proveen incentivos a innovar y determinan la eficiencia en la asignación de recursos.

La literatura relacionada con innovación y productividad es abundante y no me referiré a ella hoy. Me concentraré en el camino menos recorrido, aquel que relaciona la productividad agregada con la eficiencia en la asignación de recursos. Un ejemplo permite ilustrar este vínculo. La productividad agregada es un promedio de las productividades de las firmas de la economía, ponderado por el peso de cada una en el producto total. Supongamos que en una economía hay dos firmas, una de ellas muy productiva y la otra poco productiva. Si por algún motivo (por ejemplo, subsidios gubernamentales) la empresa poco productiva enfrenta precios de factores inferiores a los de la firma productiva, producirá mas en términos relativos. En consecuencia, la productividad agregada de la economía será más baja.

En los últimos 3 años estudios empíricos con datos a nivel firma han tratado de cuantificar las ganancias de productividad que generaría una asignación más eficiente de recursos. Hsieh y Klenow (2009) en uno de los primeros trabajos en esta línea encuentran que si la asignación de factores de producción entre empresas dentro de cada sector fuera la eficiente, las ganancias de productividad serian de entre 30 y 40% para EE.UU.  y de alrededor de 100% para China e India.

En un trabajo para el Banco Interamericano de Desarrollo, junto a A. Neumeyer realizamos el mismo análisis para Argentina para el periodo 1997-2002 utilizando datos de la Encuesta Industrial Anual (EIA) del INDEC y encontramos que en 1997 las ganancias de productividad para Argentina hubieran sido de 52% mientras que en 2002 luego de la crisis las mismas hubieran alcanzado a 60%.

En otro trabajo, junto a Mark Wright, analizamos cómo la evolución de la eficiencia en la asignación de recursos ha afectado la evolución de la productividad industrial en Argentina durante la crisis. Durante la crisis económica de 2001/02 el PBI cayó en términos reales aproximadamente 20% de techo a piso. Aproximadamente, la mitad de esta caída puede ser explicada por una caída en la utilización de factores (horas trabajadas o utilización de energía). El resto es una caída de la productividad. En el trabajo con Wright estimamos que la mitad de esta caída en productividad obedece a una peor asignación de recursos asociada con la crisis.

Todos estos trabajos empíricos enfatizan el rol de la asignación de recursos como uno de los determinantes de la productividad. Y este es sólo un aspecto de la productividad, los demás quedan para otro artículo. Pero, sin dudas, es hora de que la productividad tenga un rol clave en el debate sobre el diseño de políticas económicas.

Bibliografia:

Abramovitz, M. 1956, Resource and output trends in the US since 1870, American Economic Review, Vol. 46, No. 2, May 1956, pp5-23

Caselli, F. 2005, Accounting for cross-country income differences, Handbook of Economic Growth

Hsieh, C. and Klenow, P. 2009, Misallocation and Manufacturing TFP in China and India, Quarterly Journal of Eocnomics, Vol. CXXIV, Issue 4, November 2009

Neumeyer, P. y Sandleris, G., 2010, Understanding Productivity during the Argentine Crisis, CIF Working Paper #03/10

Sandleris, G. y Wright, M. 2011, The Cost of Financial Crises: Resource Misallocation, Productivity and Welfare in the Argentine Crisis 2001/02, mimeo UTDT