Ayer, Dani Rodrik escribió en su cuenta de Twitter: “The most efficacious way to subvert democracy is to gain control of the media.” Se refería, no solo a la realidad de muchos países, sino también a los resultados de un trabajo de investigación fascinante publicado en el Journal of Economic Perspectives, en el cual John McMillan y Pablo Zoido analizan los recibos por sobornos y los videos de Montesinos para estudiar cómo este socavó la democracia en Perú. Hace unos años escribí un artículo para el Semanario El Economista sobre ese artículo, que reproduzco a continuación.
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Durante la década de los noventa Perú estuvo dirigido, en nombre del Presidente Alberto Fujimori, por el Jefe del Servicio de Inteligencia Nacional, Vladimiro Montesinos. Durante el ejercicio del poder, Montesinos claramente subvirtió el proceso democrático. Perú tenía, por ese entonces, importantes mecanismos democráticos: una Constitución, partidos opositores, elecciones regulares, un mandato presidencial limitado, salvaguardas para la independencia del Poder Judicial, y una prensa libre.
Montesinos, sin embargo, sobornó metódicamente a jueces, políticos, y medios de comunicación. Montesinos llevaba un registro meticuloso de sus transacciones. Por un lado, obligaba a aquellos que sobornaba a firmar un contrato que detallaba las obligaciones para con él. Por otro lado, exigía recibos por los sobornos. Sorprendentemente, filmaba sus negociaciones ilícitas. En una investigación única y fascinante, McMillan y Zoido usan los precios de los sobornos pagados por Montesinos para cuantificar el peso relativo de los distintos mecanismos de peso y contrapeso en el sistema democrático. El tamaño de los sobornos indica cuánto tenía que pagar Montesinos para sobornar a aquellos que podían restringir su poder.
Los autores del estudio encuentran que el típico soborno pagado a un dueño de un canal de televisión era aproximadamente cien veces más importante que aquel pagado a un político, que a su vez era mayor al pagado a un juez. El soborno de un solo canal de televisión era cinco veces el soborno total a los políticos opositores. McMillan y Zoido concluyen entonces que el más importante de los pesos y contrapesos sobre el poder del gobierno peruano, según las preferencias reveladas por Montesinos, era la televisión. Vale la pena notar que estos pagos en efectivo a la televisión están subestimados, ya que Montesinos aportó fondos adicionales en forma de publicidad oficial.
¿Por qué la televisión? McMillan y Zoido ofrecen dos explicaciones. En primer lugar sostienen que para formar una coalición ganadora en el Congreso, Montesinos necesitaba sobornar sólo diez políticos opositores. Del mismo modo, sólo necesitaba sobornar a unos pocos jueces. Con la televisión, en cambio, Montesinos tenía que sobornar a todos los canales con una audiencia importante. Si conseguía sobornar a todos menos a uno, ese canal podía lastimarlo unilateralmente. Había unos pocos canales de televisión, por lo cual tenían cierto poder de negociación. En contraste, los autores argumentan que dado que la oferta de políticos y jueces corruptibles excedía la demanda limitada por parte de Montesinos, los políticos y jueces tenían un poder de negociación reducido.
Los ciudadanos tienen participación en asegurar que el Estado mantenga las instituciones de la democracia. Si un número importante de ciudadanos está en condiciones de reaccionar ante una violación significativa de las reglas por parte del gobierno, ellos efectivamente podrán prevenir estas violaciones. Sin embargo, los ciudadanos son efectivos cuando actúan en conjunto, no separadamente. Consecuentemente, enfrentan un problema de acción colectiva. Aunque este problema se ve exacerbado a partir de las diferencias existentes en los intereses de los ciudadanos, una primera fuente de dificultades que enfrentan es de coordinación. La prensa libre de difusión masiva ayuda a resolver este problema de coordinación informando a la población acerca de los actos del gobierno, e informando a todos los ciudadanos que todos ellos están informados sobre estos actos. Una vez emitidos por la televisión, los actos del gobierno se conviertes en conocimiento común.
En conclusión, este estudio muestra empíricamente la importancia de la prensa independiente como mecanismo de control de los gobiernos: los medios de comunicación masiva son uno de los mecanismos de pesos y contrapesos importante en un sistema democrático. En gran medida, como también muestra el estudio de McMillan y Zoido, sin ella, otros mecanismos de control pueden carecer de efectividad.
lanacion.com.arSebastián, recuerdo haber leído tu columna cuando salió publicada originalmente. Es tan contundente la evidencia en favor de la libertad de prensa (y en particular el rol que tienen las emisoras de televisión) como los intentos de este gobierno para erosionándola (ver esta nota hoy en La Nación hoy sobre advertencias al respecto en EEUU). Abrazo,
martín
Com certeza. Existe uma máxima que diz que entre um governo sem imprensa livre e com eleições e um governo sem eleições e com imprensa livre, este último seria preferível. A estória não é bem assim. Mas é mais ou menos assim.
¿No debería reflexionarse, a la luz de la evidencia, sobre los incentivos de las empresas mediáticas? ¿El caso de Montesinos no muestra que la honestidad periodística se vende al mejor postor?
Sin duda es un atentado contra la democracia que algo así ocurra. Pero el caso es el mismo si el mejor postor es un laboratorio que quiere vender Tamiflú o una compañía frutera que quiere cambiar a un presidente centroamericano.
Las cadenas de noticias que favorecieron a Halliburton alentando la invasión norteamericana a Irak, ¿no son también un peligro para la democracia? ¿Por qué habrían de funcionar esas mismas cadenas de noticias como catalizadores de la acción colectiva?
Nadie duda de la necesidad de control ciudadano sobre las organizaciones suficientemente poderosas como para poner en peligro la democracia (entre las cuales, desde luego, se cuenta el Estado). Pero creo que el propio caso de Montesinos ilustra que no se puede confiar en que sean las empresas de medios las que cumplan ese rol. No sé a quién le corresponde, sí creo que el problema es más complejo que lo que la entrada del blog sugiere.
Por supuesto, debemos pensar cuál es el marco normativo adecuado para mejorar el funcionamiento de este sector. Hay mucho más escrito sobre los aspectos positivos de este mercado (relacionado a posibles actos de corrupción) –ver, por ejemplo, Besley y Prat en el AER- que sobre aspectos normativos. Uno de mis estudiantes está trabajando sobre este tema, y podre escribir sobre ello pronto.
Excelente entrada Sebastian. Muchas gracias!