Los problemas migratorios en Europa han vuelto a poner en la agenda pública el debate sobre las políticas migratorias. Discusiones similares seguramente resurgirán el año que viene en Estados Unidos en el marco de las campañas presidenciales. Las opiniones y sentimientos varían desde una visión humanista que aboga por un mundo sin fronteras hasta reacciones racistas y xenófobas. En esta entrada, en cambio, presentamos una visión del problema desde la óptica de la economía política.
Comencemos revisando brevemente la evidencia disponible. Los historiadores económicos han estudiado los episodios de migraciones masivas desde Europa a América en el siglo XIX y comienzos del XX. Con el riesgo de sobre simplificar, podemos concluir que existe evidencia de que la diferencia en los niveles de vida (salarios reales) era el determinante clave en la decisión de migrar y que el proceso migratorio contribuyó a generar convergencia en los niveles de vida entre los dos lados del Atlántico (ver, por ejemplo, Taylor y Williamson 1997 y O’Rourke y Sinnott 2003). Más recientemente, varios economistas han observado que mientras es difícil encontrar grandes diferencias en los precios de bienes entre países, es común observar enormes diferencias en los salarios (ver, por ejemplo, Rodrik 2002 y Freeman 2006). La existencia de libre comercio en bienes junto con severas trabas a la movilidad de personas explicarían este fenómeno. Incluso algunos economistas han llegado a considerar las restricciones a la movilidad internacional de los trabajadores la principal distorsión en la economía mundial (Clements 2011).
Desde un punto de vista teórico hay mucho por explicar y repensar. Primero, en un mundo con muy bajas barreras al comercio de bienes, ¿por qué siguen existiendo incentivos a migrar? En un modelo de comercio internacional que genere igualación de los precios de los factores, una vez que los países abren sus economías no deberían existir incentivos a migrar. Un candidato natural para romper la igualación de precios de los factores es que los países tienen distintos niveles de productividad, por ejemplo, porque usan distintas tecnologías o tienen mejores o peores instituciones.
Segundo, ¿qué efectos económicos produce la movilidad internacional de trabajadores en los países receptores y expulsores? Al respecto, la literatura ha considerado tres mecanismos. Un primer mecanismo enfatiza que los trabajadores domésticos y los inmigrantes pueden ser muy complementarios. Niñeras, jardineros y personal doméstico del exterior contribuyen a reducir los precios de servicios no-transables a ingenieros y médicos locales. Si este es el caso, tanto los trabajadores domésticos como los inmigrantes ganarían con una política migratoria más abierta. Un segundo mecanismo enfatiza que los inmigrantes compiten con los trabajadores domésticos presionando los salarios a la baja. Seguramente muchos ingenieros y médicos extranjeros encontrarían atractivo migrar a países ricos, reduciendo así el salario de sus colegas locales. Un tercer mecanismo, más asociado a la literatura sobre geografía económica, pone el acento en las economías de escala. En un mundo con rendimientos crecientes y costos de transporte, la libre movilidad de los trabajadores funciona como una fuerza centrífuga que lleva a la concentración económica. En ese contexto, los trabajadores domésticos de los países ricos pueden preferir menores barreras a la movilidad.
Tercero, ¿por qué los países ricos han implementado tantas barreras al ingreso de trabajadores, mientras aceptan e incluso promueven el libre comercio? Por un lado, existe una voluminosa literatura sobre la economía política de la política comercial. Un mecanismo estándar para explicar las barreras al comercio internacional es el lobby de grupos de interés sectoriales que se benefician con el proteccionismo. Los acuerdos de comercio podrían ser un mecanismo para aliviar este problema. Por otro lado, la economía política de las migraciones ha recibido escasa atención. Peor aún, no parece que podamos simplemente trasladar lo que sabemos sobre política comercial. En muchos países ricos quienes tienen capacidad de lobby parecen ser quienes más se beneficiarían de una relajación de las trabas migratorias (empresarios, trabajadores altamente calificados). Sin embargo, las trabas persisten. Una posible explicación es que las élites de los países ricos temen que el ingreso de nuevos trabajadores pobres induzca una enorme expansión del estado de bienestar.
En un trabajo reciente (Galiani y Torrens 2015) desarrollamos un modelo muy simple, pero que tiene la virtud de responder simultáneamente a varias de las preguntas que hemos planteado en los párrafos anteriores. Nuestro punto de partida es un mundo Ricardiano. Si los países comercian hay igualación de los precios de los bienes, pero no de los salarios. El motivo es que los países usan tecnologías diferentes. Como los precios de los bienes convergen, pero los salarios no, existen diferencias en los niveles de vida (salarios reales) que generan incentivos a migrar. Si no hay restricciones a la movilidad internacional de las personas, los trabajadores de los países pobres migran hasta que los salarios reales se igualan en todos los países. Más aún, el modelo Ricardiano es sorprendentemente rico en sus predicciones. El comercio internacional puede inducir convergencia parcial o divergencia en los salarios reales de los países, pero cuando combinamos comercio con libre movilidad de personas la convergencia es total.
La economía política de este mundo Ricardiano es también muy interesante. Como sólo hay un único factor de producción, el comercio internacional no produce efectos distributivos. Como consecuencia, todos los ciudadanos de todos los países prefieren unánimemente comerciar. Los trabajadores de los países ricos, sin embargo, prefieren restringir el ingreso de trabajadores desde los países pobres. Cada trabajador que migra hacia el país rico reduce los salarios en el país de destino e incrementa el salario en el país expulsor. Técnicamente, la migración de trabajadores produce una baja en los términos de intercambio del país de destino y una suba en el país expulsor. Resumiendo, el equilibrio político en este mundo Ricardiano lleva al libre comercio y a la total restricción a la movilidad internacional de trabajadores.
Sin salirnos del mundo Ricardiano podemos introducir muchas modificaciones sin que las conclusiones principales se vean afectadas (bienes no transables, continuo de bienes, comercio norte-sur con preferencias no-homotéticas, múltiples países a la Eaton-Kortun, etc.). También exploramos dos cambios que sí afectan las conclusiones. Primero, introdujimos una elite extractiva. Como esta elite no solo está interesada en el salario, sino también en el número de trabajadores a los que puede esquilmar, puede preferir la libre movilidad de trabajadores. Segundo, introdujimos rendimientos crecientes de escala en un sector de la economía. En este caso los trabajadores de un país rico, pero con escasa población, pueden preferir que ingresen trabajadores extranjeros para ganar escala.
Finalmente, unos breves comentarios sobre instituciones, desempeño económico y movilidad de factores. Existe una amplia literatura en economía política e institucional que enfatiza la importancia de las instituciones para explicar el desempeño económico y las diferencias en los niveles de desarrollo entre países. Una vez que tenemos en cuenta la movilidad de factores, nuestras conclusiones pueden sufrir cambios importantes. Por ejemplo, en un mundo con libre movilidad de factores, las diferencias institucionales deberían expresarse en la concentración de la actividad económica en las áreas con mejores instituciones, pero no en diferencias en los niveles de vida entre las mismas. Por el contrario, en un mundo con fuertes restricciones a la movilidad de factores, las diferencias institucionales deberían expresarse en diferencias en los niveles de vida.
Bibliografía
Clements, Michael A., 2011. Economics and Emigration: Trillion-Dollar Bills on the Sidewalk?, Journal of Economic Perspectives, 25(3):83.106.
Freeman, Richard, 2006. People Flows in Globalization, Journal of Economic Perspectives, 20(2):145-170.
Galiani, Sebastian y Gustavo Torrens, 2015. The Political Economy of Trade and Labor Mobility in a Ricardian World, NBER Working Paper No. 21274.
O’Rourke, Kevin y Richard Sinnott, 2002. What Determines Attitudes Towards Protection? Some Cross-Country Evidence. in Brookings Trade Forum 2001, Susan Collins and Dani Rodrik (eds.), Washington, DC, Brookings Institution.
Rodrik, Dani, 2002. Feasible Globalization, Working Paper 9129, National Bureau of Economic Research (NBER).
Taylor, A. y Jeffrey Williamson, 1997. Convergence in the Age of Mass Migration, European Review of Economic History, 1(1):27-63.
Discrepo con que en un país aumentan los salarios cuando hay emigración.
Los salarios pueden bajar si hay más trabajadores que puestos de trabajo. Pero si hay pleno empleo, no importa cuanta emigracion haya, los salarios no podrán ser mayores que la producción de los trabajadores.
Excelente!
Acemoglu is not going to like this argument at all!
Excelente aporte para la reflexión
[…] de la retórica (desde ya, esta retórica puede ser peligrosa). Como ya analizamos en este post (Economía política de las migraciones internacionales) la economía política de la cuestión migratoria es un tema bastante delicado ya que los […]